Sochi

Con un ilusionado Neymar a la cabeza, la selección brasileña de futbol aterrizó la madrugada de este lunes en el aeropuerto de Sochi, la ciudad costera del sur de Rusia donde establecerá su base para el Mundial 2018, al que llega en busca de su sexto trofeo mundial.

El vuelo de la canarinha, que despegó de Viena tras su victoria 3-0 en el amistoso contra Austria, tuvo un ligero retraso, pero finalmente aterrizó en esta ciudad balneario que, pese a haber sido la sede de los Juegos de Invierno de 2014, los recibió con altas temperaturas y ambiente veraniego.

Sonrientes y vestidos con su traje oficial azul oscuro, los futbolistas y el cuerpo técnico bajaron a pie a la pista, atravesaron la terminal y partieron en autobús rumbo a un lujoso hotel a orillas del mar Negro, que esperan convertir en su fuerte durante casi un mes.

Ello significaría que la verdeamarela se acerca a la final y, con eso, a cumplir su gran obsesión en Rusia: devolver el orgullo al futbol brasileño tras la debacle de hace cuatro años en casa, cuando fueron humillados por Alemania con el 7-1 en contra en la semifinal.

De momento, todo pinta muy bien para la selección dirigida por Tite, quien desde que asumió el cargo hace dos años apenas ha perdido un amistoso de los 21 partidos que ha dirigido, por 17 victorias y tres empates.

Hay que confiar, no hay que reprimirse. Podemos decir que somos brasileños y estamos soñando cada vez más. Soñar no está prohibido, afirmó Neymar, al parecer ya recuperado totalmente de su lesión.