En busca de nuevas identidades
El espacio natural del priísmo
Un discurso confuso
ás allá de las campañas, y sus posibles resultados, los estrategas de cada una de las organizaciones partidistas está en la innegable búsqueda de una nueva identidad, porque lo que tienen ahora, según nos cuentan, ya no funciona.
Es innegable, y por más que resulte un lugar común, no podemos dejar de decir que los tiempos mandan nuevas formas, ideas, que se acoplen a circunstancias políticas inéditas, a estrategias de defensa obligadas por escenarios de inequidad que parecen empujar a lo ilícito, y qué mejor ejemplo para demostrar todo esto que la situación por la que atraviesa el PRI, otrora partido político fuerte, único, hegemónico en México.
Si bien es cierto que elección tras elección el PRI perdió adeptos en la Ciudad de México, también lo es que en estos momentos trata de hallar una nueva identidad, alejada de las normas y las ideas que alimentaron su fuerza en la capital del país, porque para muchos de sus militantes, sobre todo los más jóvenes, ya no hay cabida para las teorías con las que el PRI mantuvo el poder.
Por lo pronto, el PRI encontró espacios libres de bandera, y fuera del pequeño grupo de priístas que se mantiene alrededor de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, y que dejó de tener algún significado electoral importante, y que, según se ha dicho en todos los ámbitos, sobrevivió a la sombra de, cuando menos, los dos gobiernos recientes en la ciudad, halló, como decíamos, un espacio si no natural, sí necesitado de una representación que les diera fuerza política.
Desde luego nos referimos a una derecha conservadora y beligerante, esa a la que ya no quería el PAN, que despreció el PES y quedó huérfana, desperdigada, pero dispuesta a cohesionarse con quien le ofrezca un trampolín para catapultar su manera de ver la vida política local.
Dada esa circunstancia, el PRI ahora parece cómodo representando a esos grupos que serán, sin duda, los polines de apoyo desde donde se busca reconstruir a ese organismo a partir de ya, sin mirar al pasado y sin mayor tremor por el futuro, porque conseguirán una oferta diferente a la que ponen en juego los partidos contra los que compite.
Pero no es todo, en la transformación un dilema toca fondo cuando la militancia de la vieja guardia pretende poner sobre la mesa los deberes a los que obligan los documentos base del partido, y se hace alusión a la lucha que debería dar el instituto político por recuperar el camino perdido, y se les responde que eso, sus principios, ya no sirven.
El camino en el PRI parece muy tortuoso en adelante. La reconstrucción, dicen algunos, pasa por levantar, y deshacerse primero, del cascajo, para poner piso firme a lo que de ahí se levante, y diseñar una nueva fachada que vaya de acuerdo con lo que ellos, los jóvenes, miran en el horizonte de su partido, que parece ya haber tomado rumbo.
De pasadita
No cabe duda que los malos aires soplan para todos. No hace mucho el candidato de Morena a la alcaldía de Cuauhtémoc lanzó un discurso frente a un importante grupo de socios del Junior Club, a los que trató de confundir con inexactitudes que podrían ser parte de su ignorancia o de su mala leche. Dijo el candidato que la Constitución Política de la Ciudad de México aún no ha entrado en vigor, cuando él sabe, porque fue parte de la diputación que aprobó el texto, que si esa Carta Magna no estuviera operando, en la fase que le corresponde, él no podría ser candidato a la alcaldía. Vaya con las encuestas de Morena.