l surrealismo en Leonardo da Vinci sugería que en una pared se observaba cómo surgían formas y técnicas de frottage, fruto de su técnica en la que se podían ver dos imágenes en una sola configuración. Tan complicado, en especial, como la vida mexicana en tiempos electorales, futboleros y de violencia. Hasta parece que Leonardo vivió en México. Imágenes empalmadas en una sola configuración en tiempos y espacios que no son lineales parece ser nuestro destino. Lo contrario de la cultura occidental.
Sigmund Freud nunca pudo aclarar lo que es y lo que quiere el surrealismo. En cambio, en su magistral trabajo sobre Leonardo da Vinci, Freud se centra en un recuerdo infantil y nos muestra no sólo un acucioso análisis de la personalidad del genio, sino la admiración que Freud sentía por él. Así, escribe: Desde que se evocan las pinturas de Leonardo, pronto surge en nuestra memoria la sonrisa singular, enigmática, aquella que anima una especie de encantamiento, esos labios de las figuras femeninas
. ¿Cuál es el secreto de esta extraña sonrisa que colocó a la Gioconda en la gloria universal? Freud va a esforzarse en descifrar el enigma a partir del solo recuerdo que Leonardo había aportado de su infancia.
Me parece haber sido destinado a ocuparme particularmente del buitre, pues uno de mis primeros recuerdos de infancia es que estando aún en la cuna, un buitre vino a mí, me abrió la boca con su cola y me pegó varias veces con ella en los labios
. A través de este recuerdo, que tendría más bien, en la vida adulta de Leonardo, el efecto de un fantasma, Freud intenta un análisis y una demostración mediante la cual trata de explicar no sólo dos obras de arte (la Gioconda y la de Santa Ana y la Virgen), sino también tratar de entender toda su personalidad y las singularidades de su destino.
La evocación de una obra no es, la mayor parte del tiempo, para Freud
más que el pretexto para un desarrollo de orden sicoanalítico. En la célebre carta donde relata Romain Rolland su viaje a Atenas, no dice palabra, ni de las columnas del Partenón ni de la procesión del Panatenea. Delante de la Acrópolis lo invadió un sentimiento de duda e irrealidad, que él atribuye a su culpabilidad de considerar a su padre muy pobre e inculto para haber comprendido la magnificencia de tal lugar. Todo pasa como si lo principal en este suceso fuera a ir más lejos que el padre y a la vez como si estuviera prohibido sobrepasarlo.
Aprovecha también este suceso para disertar sobre el mecanismo de la denegación.
Muestra de que siempre privilegió la interpretación y las fuentes inconscientes de la obra es la carta que dirige a André Breton el 26 de diciembre de 1932: Aunque yo haya recibido tantos testimonios de interés por parte de usted y sus amigos a mis investigaciones, yo mismo no estoy en un estado de poder aclararme lo que es y lo que quiere el surrealismo. Puede ser que no esté haciendo nada para comprenderlo, yo que estoy tan alejado del arte
.
Pensar que podamos alcanzar, tras el análisis de obra de arte, la verdad freudiana, sería una utopía, pues el mismo Freud habló de la construcción y reconstrucción de historias, a sabiendas de que siempre hay un plus que se escapa, que se nos va de las manos. Fundamentalmente sus conceptualizaciones del yo
y de la realidad síquica cuestionan, desde sus fundamentos, el concepto de verdad y realidad, a la vez que su concepción del inconsciente cuestiona de manera radical los conceptos de tiempo y espacio que variarán significados. En última instancia nada es fijo, ni central.