Miércoles 23 de mayo de 2018, p. 20
El cambio de gobierno en México este año coloca a Petróleos Mexicanos (Pemex) ante un futuro incierto, afirmó ayer la calificadora Moody’s Investor Services.
El entorno operativo de la industria petrolera mexicana, en la que ha ido en aumento la participación privada a partir de la apertura al capital privado impulsada por este gobierno, permanecerá estable durante este y el siguiente año, consideró.
Pero el futuro de la propiedad estatal de Pemex es incierto, dado el cambio en la administración gubernamental a finales de 2018, que podría alterar la agenda del país relacionada con la subasta de activos de petróleo y gas. Por tanto, Pemex enfrenta más riesgo político hoy que cualquiera de las otras grandes compañías petroleras de América Latina
, afirmó.
En México, el sector energético seguirá dependiendo en el futuro inmediato de la capacidad de Pemex, sostuvo la calificadora, debido a que las inversiones recientes en exploración y producción por otras compañías contribuirán a aumentar la producción y generar ingresos gradualmente.
No se podrían revertir logros
Quien sea el Presidente que tome posesión en diciembre de 2018 no podría simplemente revertir los logros de la reforma, que comenzó a ser puesta en práctica hace cuatro años, pero cualquier acción que detenga el proceso de apertura afectaría la capacidad de Pemex para generar ingresos y obtener financiamiento
, según Moody’s.
La calificadora recordó que el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Juntos Haremos Historia –puntero en las encuestas de preferencia electoral–, ha expresado su desacuerdo con la apertura de la industria energética a la inversión privada nacional y extranjera.
Cualquier cambio en la actual legislación energética requeriría dos terceras partes de la aprobación del Congreso, además de la ratificación por más de la mitad de los congresos estatales, barreras que son difíciles de superar
en caso de que se decidiera revertir la apertura del sector, añadió Moody’s.
Aun así, un nuevo Presidente podría simplemente detener por completo las subastas de campos petroleros, al menos durante su periodo al frente del Ejecutivo. Hacerlo retrasaría el desarrollo y crecimiento de la industria petrolera mexicana o detendría las alianzas que ha realizado Pemex con compañías privadas, lo que afectaría la producción de petróleo y gas de la compañía, las ganancias en eficiencia, la generación de flujo de efectivo y, posiblemente, haría más pesada la carga de su deuda
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