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La compañía Teatro Bárbaro estrena Yo tenía un Ricardo hasta que Ricardo lo mató

Montan una catarsis por “la guerra contra el narco” en Chihuahua

Mediante las variaciones dramatúrgicas de Ricardo III, obra de William Shakespeare, se abordan las devastadoras secuelas de la violencia que se vive en ese estado

Para esto es el arte, para decir estas cosas; muchas gracias, dijo un espectador en el escenario instalado en el Museo Tamayo

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Rogelio Quintana, Tania del Castillo, Rosa Peña, Jessica Verdugo, Miguel Serna y Fátima Iseck en una escena del montaje que desarrolla temporada en el Teatro en el Parque: Shakespeare instalado en el Museo TamayoFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de mayo de 2018, p. 2

El público llora. Eso produce la obra de teatro Yo tenía un Ricardo hasta que Ricardo lo mató, que escenifica de forma catártica y explicativa la tragedia social generada por la llamada “guerra contra el narco” en el estado de Chihuahua.

El montaje, que se estrenó el miércoles en Teatro en el Parque: Shakespeare, aborda en siete pequeñas piezas y un prólogo las secuelas devastadoras en las personas por la violencia que se vive en esa entidad, a través de las variaciones dramatúrgicas de Ricardo III, de William Shakespeare, escenificadas por la compañía Teatro Bárbaro, dirigida por Luis Bizarro.

La expresión de un México doliente, desgarrado, deforme a partir de historias personales que impactan por la mezcla de amoroso recuerdo y tristeza soberana, rabia y prevención, pide Yaundé Santana, contra convertirse en el Ricardo, como materialización de la violencia exacerbada que llevamos dentro.

Como inicio de la puesta en escena dirigida por Fausto Ramírez, los actores entonan: No nos moverán, como una roca firme en el camino. Los homofóbicos, los asesinos, los extorsionadores, los secuestradores, los políticos corruptos, el miedo y la violencia, los policías federales, los mataperiodistas. No nos moverán.

Luego Yaundé Santana se refiere a lo que vive Chihuahua y el país: 230 mil muertos, 63 mil desaparecidos en más de una década y añade que en la guerra hay tres bandos: los vencedores, los vencidos y los demás, quienes no decidieron participar y entre los que están los efectos colaterales. Una de cada cinco ejecuciones ocurren en ese estado, sostiene.

Sintetiza: En medio de este ambiente, los chihuahuenses llevamos una frágil vida personal, familiar y artística.

Miguel Serna interpreta algunos parlamentos del personaje Ricardo III, seguidos de la historia de cómo tuvo que abandonar su negocio de filmación cuando el narco se interpuso y sólo le permitió grabar un charquito y piedritas.

Desde ahí se engarzaron las vivencias de estos actores ante la inseguridad, con los potentes pasajes de Shakespeare respecto del abuso del poder sobre los otros, la degradación y la muerte.

En la siguiente escena, Iván Mena cuenta la historia de los ferrocarriles chihuahuenses y el vínculo de su familia con ese medio de transporte. También narra cómo en una fiesta, después de una trifulca, policías federales mataron a su tío y se llevaron a ocho hombres, de quienes nada se ha sabido desde 2011. Yo tenía una familia hasta que un Ricardo la mató, concluye.

Un fragmento destacado es el de Tania del Castillo, quien evoca cómo su familia se dedica a la venta de helados y paletas de hielo, que encantan a la actriz y a una de sus parientes, Dora, quien incluso se enamoró de Arón con una paleta de coco. Lo mataron en la calle. Se repitió la paráfrasis: Yo tenía un Arón hasta que un Ricardo lo mató.

Continuaron con historias de robo, extorsión, secuestro y perversión de la niñez, pues 30 mil niños han sido reclutados por el narco para ser sicarios o halcones. Como el ejemplo del asesinato de un niño de cinco años por cuatro de sus amigos que jugaban a pertenecer a un grupo criminal. Yo tenía un Christopher hasta que unos Ricarditos lo mataron.

Y vienen a cuento los versos de Shakespeare: Malditas las manos que hacen estas heridas y Sucio demonio, no nos molestes más.

México, segundo lugar en América por crímenes de odio

Rogelio Quintana contó como en su estado una vida puede llegar a valer 300 pesos, lo que cuesta una botella de sotol, pues un empresario estuvo a punto ser asesinado cuando le faltó esa cantidad en la cuota de extorsión y sus empleados lo salvaron reuniendo la cifra. Yo tenía un Chihuahua empresario hasta que un Ricardo lo mató.

Para concluir, Rosa Peña aborda el tema de los asesinatos homofóbicos en la entidad norteña. Relata dos de esos crímenes de odio y expresa su temor de que su hijo sufra algún daño por esa razón. Chihuahua ocupa el tercer lugar en estas muertes en México, país que tiene el segundo lugar en América, sólo detrás de Brasil. Yo temo decir que tenía un hijo Roberto hasta que un Ricardo me lo mató.

En breve interacción con el público, el elenco, completado con Jessica Verdugo y Fátima Iseck, recibió el comentario de un asistente: Para esto es el arte, el teatro, para decir estas cosas. Muchas gracias.

Las funciones de Yo tenía un Ricardo hasta que Ricardo lo mató son de miércoles a viernes a las 20 horas; sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.

La temporada concluirá el 3 de junio, en el Teatro en el Parque: Shakespeare, localizado en la explanada del Museo Tamayo (Paseo de la Reforma 51, Bosque de Chapultepec, primera sección). Los boletos se pueden adquirir en el sitio www.teatroenelparque.mx.