Han perdido familia, patrimonio y salud; algunas murieron
Martes 15 de mayo de 2018, p. 17
Desde agosto de 2010, sobrecargos jubilados de Mexicana de Aviación dejaron de cobrar pensiones vitalicias porque la aerolínea dejó de volar. A partir de entonces han vivido un verdadero viacrucis. Lidian con autoridades y mantienen su lucha para recuperar lo que por derecho y años de trabajo nos pertenece
.
Ante la falta de pago, algunas perdieron su familia, otras se divorciaron, y la salud de la mayoría se ha quebrantado o murieron, unas por depresión y otras por enfermedades terminales. Tan sólo este año han fallecido cuatro trabajadores en retiro.
Silvia Oseguera Ruiz laboró en la aerolínea más de 24 años. Desde septiembre de 2017 enfrenta una batalla contra el cáncer de páncreas, gánglios y pulmones, pero ante la falta de dinero, porque desde hace ocho años no cobra pensión, su estatus económico es cada día más crítico para tratar sus padecimientos.
Para solventar el costo de más de 15 mil pesos de consultas, estudios clínicos, quimioterapias y medicamentos, comenta que familiares y amigos la han apoyado con lo que pueden, entre ellos sus compañeros que administran una cafetería desde 2015 en mostradores de la aerolínea, en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de Ciudad de México.
A la fecha he recibido 12 quimioterapias en el Instituto Nacional de Cancerología para evitar que avance la enfermedad. A las autoridades no les importa nuestra situación. Da coraje porque la pensión es un recurso por el cual trabajamos muchos años y de un día para otro nos la robaron.
Por separado, Magdalena de Anda, jubilada con 23 años de antigüedad como sobrecargo, comenta que la falta de recursos le costó el divorcio y la separación de su hija. Lamentó que Gastón Azcárraga, ex propietario de Mexicana, y quien goza de libertad, haya defraudado en promedio a 8 mil 500 empleados y más de 700 jubilados.
Es lastimoso por las condiciones en que estamos, muchos tuvimos que vender pertenencias: autos, muebles, casas, departamentos. Desafortunadamente somos invisibilizados. Tenemos derecho a pensiones dignas porque son nuestras, nos las ganamos.
Valeria, hija de otra jubilada cambió de colegio y residencia a una casa donde su padres pudieran pagar la renta, porque además enfermó de cáncer, mismo que por fortuna logró vencer. Hubo ocasiones en que no teníamos ni para comer. Los ahorros de mis papás se esfumaron.