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En reunión con su gabinete, en Washington, amenaza a Irán por su programa nuclear

Trump sueña con el Nobel de la Paz; todos piensan que lo merezco, dice

Pompeo regresa de Corea del Norte con tres estadunidenses que estaban presos por espionaje

Gina Haspel, nominada para dirigir la CIA, comparece ante comité de Inteligencia del Senado

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Los ciudadanos coreanoestadunidenses Kim Dong-chul, Tony Kim y Kim Hak-song, estaban encarcelados en Corea del Norte acusados de actos hostiles y espionaje. Los tres fueron liberados en lo que se considera un gesto de buena voluntad de Pyongyang previo a la cumbre entre el presidente estadunidense, Donald Trump, y el líder norcoreano Kim Jong-un. La imagen es de la semana pasadaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 10 de mayo de 2018, p. 22

Nueva York.

Donald Trump, gozando de su hazaña diplomática al conseguir liberar a tres detenidos en Corea del Norte como parte del proceso de las negociaciones iniciales con ese régimen, al responder si merece el Premio Nobel de la Paz durante una reunión de su gabinete, comentó: todos piensan que sí, pero yo nunca lo diría.

El aspirante al premio de la paz amenazó, en esa misma reunión, que habrá consecuencias muy severas si Irán reinicia su programa nuclear, mientras su recién llegado embajador a Alemania advirtió a los empresarios de aquel país que deben empezar a desmantelar sus negocios con Irán de inmediato.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, regresará esta madrugada de un viaje sorpresa a Corea del Norte con tres coreanoestadunidenses, dos de ellos académicos, acusados de actos hostiles y otro de espionaje, que fueron liberados aparentemente como un gesto de buena voluntad al prepararse una cumbre entre Trump y Kim Jong-un. El jefe de la Casa Blanca anunció que estará en el aeropuerto para recibirlos.

Al mismo tiempo, se intensificó la crítica 0a la postura estadunidense ante el acuerdo nuclear con Irán, en lo que un amplio coro de políticos, líderes de países aliados y expertos condenan como un gravísimo error diplomático, muchos de los cuales alertan que esto podría detonar otra guerra en Medio Oriente.

Todo esto, mientras una veterana de la parte clandestina de esas guerras fue interrogada por el uso de la tortura durante su mando. Gina Haspel, nominada por Trump para ser próxima jefa de la CIA (sería la primera mujer en ocupar el puesto) se presentó este miércoles ante una audiencia para su ratificación frente al Comité de Inteligencia del Senado, donde enfrentaba su pasado como jefa de un centro clandestino de la CIA en Tailandia, y donde sospechosos de terrorismo fueron sujetos a técnicas de interrogatorio calificadas de tortura. Más aún, fue una de los oficiales de la agencia que autorizó la destrucción de los videos que documentanban el uso de estas técnicas.

Haspel, actualmente directora en funciones de la agencia, no logró responder cuando se le preguntó su opinión de que la tortura es inmoral, ni cómo reaccionaría si el presidente le ordenara usar técnicas como el waterboarding otra vez (Trump reiteró durante su campaña que autorizaría el ahogamiento simulado y técnicas mucho peores). Provocando algunas risas, dijo no creer que el presidente me pediría hacer eso.

Indicó que ahora hay otras entidades del gobierno que se dedican a los interrogatorios, y afirmó que no cree que la CIA sea la agencia apropiada para eso.

La CIA hoy no conduce interrogatorios, históricamente nunca lo hacíamos, y no vamos a regresar a ese negocio, y poco después enfatizó: bajo ninguna circunstancia reiniciaría un programa para interrogar en la agencia.

Mientras republicanos la elogiaban, además de un demócrata, otros insistieron en el tema de la tortura. Mi brújula moral es fuerte. No permitiría que la CIA llevara a cabo una actividad inmoral, aun si es técnicamente legal. Absolutamente no lo permitiría, respondió.

La audiencia fue interrumpida un par de veces por protestas contra Haspel, y la segunda parte fue realizada en privado porque se abordaron asuntos clasificados. Pero al final, críticos –agrupaciones de derechos humanos y libertades civiles, religiosos y otros– insistieron en que por su historial en uno de los capítulos más oscuros del país, Haspel debería ser rechazada. Su ratificación no está asegurada ni en este comité ni en el pleno del Senado.

Detrás del escenario público, continuaron los escándalos, sospechas de corrupción y las investigaciones que ya son parte constante de la vida cotidiana en Washington. El martes, Michael Avenatti, abogado de la actriz porno Stormy Daniels, continuó con su incesante y efectivo ataque mediático contra el presidente y sus allegados, al divulgar información sobre los clientes del ahora ex abogado personal de Trump, Michael Cohen, quien se encuentra en medio de una investigación criminal, provocando nuevas preocupaciones para la Casa Blanca.

Lo más explosivo fue un pago de aproximadamente 500 mil dólares a Essential Consultants, una empresa fantasma creada por Cohen –la misma desde donde hizo el pago a Daniels de 130 mil dólares a cambio de su silencio sobre una aventura sexual con Trump pocos días antes de la elección. Los fondos provinieron de Columbus Nova, empresa afiliada al oligarca ruso Viktor Vekselberg, personaje cercano a Putin y quien asistió a la toma de posesión de Trump, y quien la semana pasada fue interrogado por agentes de la investigación encabezada por el fiscal especial, Robert Mueller, sobre la injerencia rusa en las elecciones estadunidenses.

Abogados de la empresa confirmaron que le habían pagado a Cohen por trabajo de asesoría, que los dueños de la empresa son estadunidenses y que el asunto no tenía nada que ver con los rusos. Sin embargo, el primo estadunidense de Vekselberg, Andrew Intratert, es el ejecutivo en jefe de la empresa.

Otras dos compañías, ATT y Novartis, también confirmaron que hicieron pagos a la empresa de Cohen por servicios de asesoría. En total, la empresa de Cohen recibió por lo menos 1.2 millones de dólares en 2017 y principios de este año; o sea, todo después de que el jefe del abogado había asumido la presidencia.

Todo esto, por supuesto, ahora será parte de las investigaciones no sólo sobre Cohen, sino del jefe que deseaba proteger de estrellas porno y tal vez de manejos financieros sospechosos.

Mientras tanto, algunos no descartan por completo la posibilidad de un Nobel de la Paz para Trump. Sus fanáticos han empezado a corear Nobel, Nobel en sus actos públicos, cuando habla de su esfuerzo para lograr la paz en la península coreana. Unos 18 legisladores federales republicanos formalmente han nominado a Trump para el premio, y varios personajes controvertidos están entre los premiados.

Entre los más sorprendentes está el de 1973. Fue entonces cuando Tom Lehrer, famoso compositor satírico, proclamó que la sátira política se volvió obsoleta cuando otorgaron el Premio Nobel de la Paz a Henry Kissinger.