De imaginación y respetuosa cautela
esde hace meses, y particularmente después del primer debate entre presidenciables para el periodo 2018-2024, se escucha el reproche de muchos, y entre ellos algunos de los que juzgo más avezados y pensantes, por la falta de ideas y proyectos claros
, las evasivas respecto del cómo
se llevarían a cabo las propuestas de campaña y el silencio
sobre las estrategias que seguirían los candidatos para dar certeza al votante sobre su savoir faire o, en otras palabras, para demostrar que no expresan pura demagogia. Reproches que parecen justos refiriéndose a todos los aspirantes a la Presidencia. Sin embargo, concretamente aplicado a ya se sabe quién, algunos resultan injustos, porque, cuando éste repite desde hace años que no habrá impunidad para la corrupción, la que será barrida como las escaleras, de arriba para abajo
, no sólo no es retórica, sino que cualquiera puede comprender la estrategia que seguirá en esta parte de su programa de gobierno, tanto es así que quienes se dan por aludidos están usando todo tipo de artimañas para escapar de ese temido futuro, llegando incluso a cambiar su lenguaje habitual de campaña para calcar el del político tabasqueño.
Por otra parte, la falta de ideas y proyectos claros no es aplicable en el caso de éste, o, ¿no es un proyecto serio recuperar recursos (aportando números concretos) de los que hoy alimentan la corrupción en los más altos niveles del gobierno actual, para dedicarlos a educación y prometer que ningún joven se quede sin lugar en las escuelas superiores, cuando quien lo dice creó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, institución que ha ganado su propio prestigio, y esto sin contar las 19 Escuelas Universitarias que se han fundado en los tres años recientes en distintas partes del país, con las aportaciones voluntarias de militantes morenistas?
Y, ¿acaso no es seria la propuesta de cinco pistas de aterrizaje compatibles entre sí, dependientes del actual aeropuerto y del de Santa Lucía, en vez de la destrucción de estas dos terminales, para elevar un monumento a la megalomanía y la irresponsabilidad, únicamente por la ambición del dinero que su construcción dejará a unos cuantos? ¿No es serio prometer la venta de un avión desmesurado para las necesidades de un mandatario republicano y aplicar estos recursos a políticas sociales? Proyectos concretos, entre muchos más que este espacio no alcanza para mencionarlos, que no toman en cuenta los opinadores de la oposición y politólogos que esperarían, ingenuamente, de quien tendrá toda la responsabilidad en la lucha contra los criminales de cuello blanco y, o rojo de sangre, ventile en la plaza pública, especificando las estrategias que en cualquier país son secreto de Estado a fin de asegurar su éxito.
¿Qué no nos basta imaginar los resultados de amnistiar a quienes han estado obligados por la necesidad o la fuerza y el miedo a trabajar para las industrias delictivas, ofreciéndoles otras formas de vida que los resarzan de una esclavitud comparable a la de las fincas del siglo XIX, sólo que en vez de caña de azúcar es la amapola, laboratorios y trasiego de productos prohibidos donde quedan atrapados campesinos y muchos de nuestros desaparecidos? ¿O qué sí es una propuesta seria masacrar a todas estas personas para pacificar al país?
Escuchemos al político tabasqueño, imaginemos con él, tengamos confianza y respetuosa cautela, sin por ello claudicar frente a nuestra responsabilidad, porque esta vez no se trata de delegar sino de ser corresponsables y hacernos escuchar (aunque se diga que él no escucha
). Porque apoyar no es hacernos a un lado, sino reportar todo lo que se salga del camino que anhelamos. Advertirle, por ejemplo, que sectores del pueblo que lo sigue han sufrido en carne propia arbitrariedades, corrupción y amenazas de candidatos locales morenistas. Recordarle sin cesar que la lucha de clases existe, y que arbitrar entre las clases medias y aquellos a los que éstas llaman indios, exigiendo, para dar su voto, que los gobiernos locales limpien de ellos el que consideran su territorio, es inaceptable.
En este tipo de casos, en los que entra el comercio informal de antojitos mexicanos, única opción alimentaria (la otra es la chatarra nociva) de la mayoría de empleados y obreros con sus familias, la salida justa sería asegurar, en primer lugar, espacios ideales en ubicación, dimensiones y servicios municipales para desempeñar esta labor de interés social. En vez de limpiarlos, como dicen las autoridades locales al desalojar como si fueran basura, puestos y personas, para ganarse la simpatía de vecinos pudientes.