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Penultimátum

Mea culpa del Papa por pederastia clerical

M

uy molesto, al regreso de la visita que realizó a Chile del 15 al 18 de enero pasado, el papa Francisco ordenó investigar a quienes le habían asegurado que el obispo Juan Barros no era culpable de encubrir y presenciar los abusos cometidos por el padre Fernando Karadima, de la arquidiócesis de Santiago, contra decenas de jóvenes hijos de familias adineradas.

Karadima fue suspendido y condenado canónicamente en 2011 a una vida de penitencia y oración al hallarlo culpable de pedofilia y abuso de su potestad eclesiástica. Pero nunca pisó la cárcel. En cambio Barros fue designado obispo de Osorno, ante la protesta de amplios sectores de la Iglesia católica. Durante su visita, Francisco defendió al obispo diciendo que su caso había sido muy bien estudiado y que los señalamientos de encubrir al cura de los ricos eran puros chismes. La actitud de Francisco, al no escuchar a las víctimas de la pedofilia sacerdotal y defender a uno de sus causantes, ensombreció su visita.

Ya en Roma, Francisco encargó al arzobispo Charles Scicluna reunirse con quienes sufrieron abusos. Como fruto, recibió 64 testimonios con los detalles de lo ocurrido. Poco después reconoció haber caído en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente, por falta de información veraz y equilibrada.

Agregó que los descarnados testimonios de quienes fueron abusados le causaron dolor y vergüenza. Y pidió perdón a los que había ofendido y espera hacerlo personalmente con las víctimas. Ordenó a los obispos chilenos que lo visitaran en el Vaticano para tratar de reparar en todo lo posible el daño causado, sancionar a los responsables y que resplandezca toda la verdad.

Si resplandece la verdad, se sabrá también por qué los responsables de combatir en el Vaticano y en la ultraconservadora Iglesia de Chile a los curas pederastas no procedieron oportunamente contra las congregaciones de los Hermanos Maristas y Salesianos, señaladas de ocultar abusos en perjuicio de decenas de alumnos en los colegios manejados por aquéllas. En el colmo del cinismo, los directivos maristas señalaron que estas cosas no se ventilaban. Ni para dentro ni para fuera.

En los recientes 15 años, 80 sacerdotes y religiosos católicos han sido acusados en Chile por abuso sexual. Sólo 45 fueron condenados por la justicia civil o canónica. Hay otra docena de casos pendientes por traslado del cura denunciado a otro lugar o muerte del abusador. O abusadora, como Isabel Margarita Lagos, sor Paula, quien falleció en 2012 tras ser removida como superiora de Las Ursulinas, por aprovecharse sexualmente de varias alumnas.

El Papa ya no es infalible. Pero carece aún del poder para destruir el huevo de la serpiente que se incuba en el Vaticano.