Estampas antes del debate
Polarización y expectativas
En busca del voto útil
Rompeviento e HispanTV
ás allá de los incidentes y detalles del primer debate entre candidatos presidenciales (que este tecleador no pudo reseñar, por cuestión de tiempo), este primer ejercicio político conjunto mostró, aun antes de iniciar, el grado de polarización que ha alcanzado el proceso electoral en curso y la necesidad social de que éste llegue a un final civilizado y aceptado por todos los ciudadanos. Incluso, a la hora de cerrar esta columna, una hora antes del inicio del acto en el Palacio de Minería, la tentación de la violencia política inducida, presente en los peculiares grupos de manifestantes programados contra el candidato de Morena, hacía más patente la necesidad de rencauzar la contienda electoral y evitar acontecimientos negativos mayores.
El contexto previo al mencionado debate dibujó una desesperación entre los adversarios del candidato que lleva la delantera, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que lo mismo ha incluido el lavado de imagen del insólito inmobiliario queretano, Ricardo Anaya Cortés (como si hubiera pactos secretos en curso, para ir disolviendo los puntos de grave conflicto entre Los Pinos y el PAN y crear condiciones para eventuales alianzas forzadas por las circunstancias) que la traición
del peñista (disfrazado de perredista) Silvano Aureoles para dejar de apoyar a Anaya y sumarse a José Antonio Meade (en un esfuerzo por atajar la versión de que el candidato TriDorito estaría por tirar la toalla, desde su tercer lugar consolidado).
Gran expectativa en el debate, relativamente infundada: el segmento social que ya ha decidido su voto en favor de AMLO le ha brindado al mismo tiempo un blindaje máximo, de tal manera que difícilmente un detalle, incidente o momento del mencionado debate entre candidatos haría que cambiara la intención de los seguidores del tabasqueño. A su vez, la porción de ciudadanos que no desea a López Obrador como presidente de la República podría sentirse más alentada e incluso potenciada si el grupo de los cuatro (Anaya, Meade, Margarita y El Bronco) lograra mostrar algún plan viable de unidad de facto que pudiera consolidar en una sola opción a esa tendencia antipejista. Pero, a fin de cuentas, las grandes líneas divisorias están marcadas entre los segmentos ya definidos.
En todo caso, el fantasma de presencia anterior y posterior al debate es el del voto útil. Anaya y Meade seguirán tendiendo la alfombra roja en Palacio Nacional para López Obrador si continúan divididos pero, a lo largo de un año de atipicidad en el prianismo, Los Pinos y los anayistas se fueron llenando de encono y aún a los tejedores más expertos de alianzas de élite (Carlos Salinas y Diego Fernández, por ejemplo) les ha resultado muy difícil tratar de restañar heridas y restablecer complicidades. Las adhesiones a Meade por parte de Armando Ríos Piter, y sus cientos de miles de firmas y credenciales falsificadas o fotocopiadas, y del candidato que el PRD aceptó con encanto que le impusiera Peña Nieto para la candidatura a gobernar Michoacán, Silvano Aureoles, no habrían tenido viabilidad mercantil si Los Pinos no garantizara que irá con todo y hasta el final para tratar de imponer a Meade.
La búsqueda de la consolidación de un solo polo electoral contrario a López Obrador tiene como acompañante el aumento de la violencia en distintos flancos. Desde el señalamiento de los presuntos riesgos que sufriría la economía nacional si ganara el candidato de Morena y anexas (por lo pronto, ya lo acusan de la paulatina depreciación reciente del peso) hasta el ya mencionado asomo de brigadas contra el tabasqueño en las calles capitalinas, desde pocas horas antes del inicio del mentado debate: grupos organizados, con mantas y pancartas similares, aparecieron en las cercanías del Palacio de Minería, anunciando que Ciudad de México había decidido mandar a La Chingada a AMLO.
Desde otra óptica, el primer debate, realizado a 69 días de la elección, poco podría cambiar o mejorar la situación institucional desastrosa que enmarca tales comicios. La credibilidad del Instituto Nacional Electoral y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación están por los suelos, y no sólo a causa de la autorización de las candidaturas tramposas de Margarita Zavala (reina de las fotocopias) y Jaime Rodríguez Calderón (rey de las falsificaciones). En general, el sistema político y económico parece colocado en una situación de postración que le puede llevar a allanarse ante una candidatura opositora hasta ahora incontenible (aunque ese mismo sistema se afanaría en multiplicar las causas de tropiezo grave del gobierno de alternancia que así surgiera) o, por el contrario, a colocar todas sus fuerzas y recursos en la ruta del fraude electoral a cualquier costo.
En tal panorámica, los sucesos del debate dominical (éste, una reunión de élites políticas, para presenciar el desarrollo de formatos poco ágiles; escenografía, a fin de cuentas, del gran montaje simulador de la democracia
) podrían ser simples arreos de guerra electoral o un ilusionado suspiro ciudadano en espera de que una posible crisis pudiera evitarse mediante el recurso simple de dialogar, discutir, hablar.
Un tecleador astillado informa que ha iniciado un programa de lunes a viernes, a partir de las nueve de la noche, autodenominado Querida urna, el cual podrá ser visto en www.rompeviento.tv y en www.youtube.com/julioastillero. Como su nombre lo sugiere, Querida urna sólo tendrá vigencia durante la temporada electoral y, eventualmente, postelectoral. Por otra parte, todos los miércoles a las ocho de la noche podrá verse Contraseñas, con el autor de estas líneas, a través de HispanTV (www.hispantv.com), sólo en Internet en México y en televisión por cable en algunas ciudades hispanohablantes de otros países.
Y, mientras Enrique Peña Nieto sigue aferrado a mantener un papel protagónico, defendiendo sus fallidas reformas estratégicas
en Alemania, ¡hasta mañana!
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