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Variedades mejoradas de maíz de la UNAM, por la suficiencia alimentaria Margarita Tadeo Robledo Profesora de carrera titular C FES Cuautitlán, UNAM [email protected]
El maíz es el más grandioso invento de cuantas plantas fueron domesticadas y alimentan a la humanidad, entre todas las especies cultivadas. En años recientes, la producción mundial de maíz rebasa las 1008 millones de toneladas, superando al trigo en más de 200 millones de toneladas, por lo que se convirtió en el cereal más importante para la humanidad. El cultivo del maíz ha recorrido el mundo. Al ser México el centro de origen de esta semilla, ésta es patrimonio biocultural de nuestros pueblos indígenas, pues existen lazos indisolubles entre los grupos y etnias indígenas y la gran diversidad de maíces. En esta rica diversidad genética de las variedades nativas se encuentra la respuesta a las necesidades de alimentación de los mexicanos, porque este grano es la base de nuestra dieta al ser la principal fuente de energía, proteínas, almidones, fibra y varias vitaminas. Por lo mismo, a la vez, los mexicanos somos responsables de salvaguardar la mayor riqueza en diversidad genética de esta especie. En México, 31 millones de personas sufren desnutrición, que es severa en 18 millones de éstas; si bien la mayor incidencia del problema se presenta en 10 millones de indígenas, así como en la población urbana de escasos ingresos, sectores que basan su alimentación principalmente en el consumo de tortilla. Sin embargo, nuestro país no produce el maíz que necesita y se ve obligado a recurrir cada año a importar entre 10 y 12 millones de toneladas del grano, tendencia creciente porque se ha reportado que al final del año 2018 se habrán importado 16 millones de toneladas. Estas cifras ubican a México como el mayor importador de maíz en el mundo.
Ante esta situación, resulta urgente elevar la producción de este grano, más aún por las presiones del TLCAN. Sin duda, México podría producir el maíz que requiere, blanco y amarillo, incluyendo el de calidad proteínica, con base en las variedades mejoradas que ha desarrollado la investigación pública, como en el caso de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán-UNAM, el INIFAP y otras instituciones nacionales que generan variedades altamente competitivas, a pesar de las limitaciones presupuestales. Para ello, se requieren políticas agropecuarias adecuadas que aprovechen las tecnologías disponibles generadas por la investigación pública. A través de sus investigadores, desde la década de los noventa, la Universidad Nacional Autónoma de México realiza investigación en mejoramiento genético y producción y desarrolla tecnología relacionada con las semillas, con el fin de generar variedades mejoradas de alta calidad de grano blanco, amarillo y azul para zonas de temporal. El objetivo de este trabajo es ofrecer variedades que beneficien a los mexicanos, pues los propios productores pueden incrementar estas variedades para autoabastecerse de semilla sin tener que comprarla a corporaciones trasnacionales. Como resultado de estas investigaciones, entre 1996 y 1999 se registraron siete híbridos de maíz para que la Productora Nacional de Semillas (Pronase) los reprodujera y distribuyera, pero este proyecto se canceló al dejar de operar esta dependencia en el año 2000. Recientemente, gracias al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación en Innovación Tecnológica que otorga financiamiento para investigación, la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán-UNAM registró ante el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales cuatro nuevos maíces mejorados, a los que se llamó Tsiri Puma, Tlaoli Puma, Atziri Puma y Oro Puma. Estas variedades pueden ser reproducidas por ingenieros agrícolas y agrónomos, así como por organizaciones interesadas en iniciar empresas de semillas y por agricultores que quieran producir semilla para sus propias parcelas. No obstante, esta iniciativa necesita ser apoyada para hacer posible el abastecimiento sustentable del grano, a precios accesibles, lo que podría reducir la dependencia del sistema de semillas concentrado en las empresas transnacionales. Ante la problemática de la escasa disponibilidad de semillas mejoradas de maíz en zonas de cultivo de temporal, se solicitó a la Sagarpa impulsar con recursos económicos a diversas instituciones como la UACH, el INIFAP, la UNAM, el CP y la UAAAN, para la multiplicación de estas y otras semillas registradas. No obstante, después de dos años de reuniones, la Sagarpa sigue sin otorgar apoyo a estas instituciones públicas, que cuentan con variedades registradas y con tecnología validada.
En vez de eso, esta Secretaría continúa suministrando el flujo de recursos que ha concedido a la mancuerna que forman el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el programa Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (Masagro), que han concentrado los recursos económicos de la Sagarpa para la multiplicación de semillas y la transferencia de tecnología. El Consorcio Masagro distribuye recursos a los productores que se subordinan a su programa, descalificando a través de su personal a quienes realizan investigación desde instituciones universitarias, aun cuando tienen productos que representan una alternativa para los productores de maíz de la región. Como resultado de esta situación, los investigadores universitarios y de los organismos públicos compiten siempre de manera desventajosa con las grandes trasnacionales, que cuentan con una poderosa maquinaria de mercadotecnia para introducir sus variedades, aunque éstas no sean, en la mayoría de los casos, mejores que las generadas por las universidades e instituciones nacionales. A pesar de lo anterior, se debe insistir en defender la investigación nacional para tratar de que los apoyos se orienten adecuadamente y al servicio de los mexicanos.
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