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Plan de Ayala Siglo XXI 2.0 Una nueva etapa para el campo mexicano Milton Gabriel Hernández García Posgrado en Desarrollo Rural Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
El júbilo y la esperanza llenaron las calles de Jerez, en Zacatecas, el pasado 10 de abril. Según los medios, ante más de 5 mil campesinos y campesinas provenientes de todo el país, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato a la Presidencia de la República por la “Coalición Juntos Haremos Historia” y más de un centenar de organizaciones firmaron el “Plan de Ayala Siglo XXI 2.0 para el rescate del campo y la soberanía alimentaria de México”, que sintetiza las demandas más importantes del movimiento campesino e indígena mexicano. Este compromiso se materializó evocando el aniversario luctuoso del “dirigente campesino más importante que ha habido en la historia de nuestro país, Emiliano Zapata Salazar”, según palabras de AMLO, quien reconoció que el documento “representa una agenda para la transformación de las condiciones de vida y de trabajo de los hombres y mujeres del campo mexicano”, por lo que se comprometió a cumplirlo e incorporarlo en su programa de gobierno en su calidad de Presidente de la Republica, en el sexenio 2018-2024. El Plan de Ayala Siglo XXI 2.0 establece un nuevo pacto político de los campesinos con el Estado mexicano, con carácter estratégico y de interés público. En el encuentro, AMLO insistió en la necesidad de no olvidar las luchas de los pueblos que “han defendido su territorio, su tierra, su agua”. Reconoció que, a pesar de múltiples agravios causados por gobiernos neoliberales, “en México es vigente una sociedad rural agraria”, además de que la propiedad social de la tierra equivale a más de cien millones de hectáreas, cuya titularidad está en manos de pueblos indígenas y campesinos. Frente a décadas de políticas anticampesinas, López Obrador señaló que “estamos firmando este acuerdo, para que termine el menosprecio y abandono al campo y empiece una nueva etapa de rescate de la actividad productiva”. La regeneración de los pueblos y comunidades rurales será una de las prioridades de su gobierno, impulsando actividades productivas “como no se ha hecho en décadas”, aseguró.
Además de reorientar la política pública para reconstruir la autosuficiencia y la soberanía alimentarias, a través de la red de tiendas DICONSA se comprarán las cosechas a las comunidades, lo cual destrabará uno de los grandes problemas de los campesinos: el acceso a un mercado justo para sus cosechas. Las políticas dirigidas al campo priorizarán a los productores de autosuficiencia, a pequeños y medianos productores, ganaderos, silvicultores y pescadores; a pueblos indígenas, afromexicanos, a mujeres y a jóvenes. En los pasados sexenios, los migrantes y jornaleros agrícolas han estado totalmente olvidados y sus derechos han sido violados sistemáticamente. Un ejemplo de ello es lo que pasa en San Quintín, Baja California. Frente a esta realidad, AMLO ha asumido el compromiso de crear un “Programa Especial de Atención a los Jornaleros Agrícolas” para garantizar el respeto a sus derechos laborales y sociales. Frente a la multitudinaria concurrencia, confesó: “tengo el sueño de que ya no haya migración, que el mexicano pueda trabajar, ser feliz donde nació, donde está su familia, donde están sus costumbres y su cultura. Que el que quiera irse lo haga por gusto, no por necesidad”. Además, se comprometió a resolver la añeja deuda que el Estado mexicano tiene con los ex-braceros desde hace más de setenta años. Señaló que el país ya no importará los productos de la canasta básica, “vamos a producir lo que consumimos”. Reconoció que México es centro de origen y diversificación del maíz, por lo que es necesario recuperar su producción, junto con el frijol, arroz, carne, leche y madera, que actualmente se importan. Se comprometió a fijar precios de garantía y a que lleguen los subsidios de manera directa a los campesinos. Criticó el estigma neoliberal que se ha impuesto al concepto de subsidio y recordó que aun cuando las políticas dominantes han creado la idea de que es negativo subsidiar el campo, en Estados Unidos se destinan importantes apoyos a los productores. El Plan de Ayala del Siglo XXI 2.0 establece la sustitución progresiva de los agroquímicos por fertilizantes orgánicos e iniciar un proceso de transición hacia un nuevo modelo productivo cuya base sean las prácticas de la agroecología. Y para los que teníamos dudas, uno de los compromisos suscritos es la prohibición de la siembra de transgénicos y de la utilización de pesticidas no permitidos en otros países por su toxicidad. AMLO se comprometió a crear un sistema nacional para la protección y mejoramiento de la agrobiodiversidad mesoamericana, el maíz criollo y la tortilla, que además de conservar la diversidad de la milpa y las semillas nativas, permita a los campesinos no solo recuperar los costos de producción sino obtener utilidades.
Es posible afirmar que transcurridos ya cinco sexenios que han favorecido el despojo de las tierras rurales a favor del capital, el movimiento campesino se encuentra frente a una coyuntura que se podría materializar en poner un freno a la barbarie, cambiando el modelo de desarrollo. Esto supondría frenar las reformas que han colocado a la extracción minera y la producción de energéticos por encima de la producción de alimentos y de los derechos de las comunidades rurales. El acuerdo contempla que se respetará y se protegerá la propiedad social de la tierra, particularmente a ejidos y comunidades como sujetos de derecho e interlocutores legítimos de las políticas federales en los territorios ejidales y comunales. Frente al extractivismo, AMLO se ha comprometido a que se respetarán los territorios y recursos naturales de los ejidos, comunidades y pueblos indígenas y que ningún proyecto se realizará sin el consentimiento previo, libre e informado. En el Plan de Ayala del Siglo XXI 2.0 se establece el compromiso de revisar las concesiones, permisos y autorizaciones de megaproyectos de exploración y explotación de petróleo y gas, fracking, proyectos mineros, hidroeléctricos, de infraestructura y turísticos en los territorios rurales otorgados en los pasados dos sexenios, “para revisar exhaustivamente su apego a la legalidad y a la consulta con las comunidades afectadas”. Este ejercicio permitirá a muchas comunidades restablecer sus derechos violados por los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. También se comprometió a no privatizar el agua, pues debe ser reconocida como un derecho humano fundamental y como un bien público y comunitario.
El Plan de Ayala del Siglo XXI 2.0 también contempla el rescate de la pesca ribereña en aguas continentales y de las cooperativas de pescadores. Para ello se implementarán medidas para la comercialización de pescados y mariscos en centros urbanos del país, ordenamientos pesqueros participativos y la restauración ecológica de los ecosistemas marinos degradados. Se reconoce que la pesca es una actividad de prioridad que contribuye a la autosuficiencia alimentaria. Se establecerá una moratoria para la minería marina que afecta de manera directa a los pescadores ribereños, particularmente de Baja California. Ante el reconocimiento del nexo entre pobreza e inseguridad, el acuerdo incluye una cláusula de urgencia nacional: a través de un decreto presidencial se crearán “zonas especiales para el desarrollo socioeconómico y ambiental” en regiones de alta incidencia de producción de narcóticos, para inducir un proceso de reconversión productiva hacia cultivos lícitos. Las organizaciones que han elaborado el Plan de Ayala Siglo XXI 2.0 constituyen una convergencia política de colectivos del mundo rural, que apuesta por jugar un papel protagónico en las elecciones, reivindicando la lucha de largo aliento de los pueblos campesinos e indígenas. Buscan que las soluciones a sus demandas históricas se conviertan en política pública. AMLO llamó a los campesinos para que ayuden a cuidar la elección, no solo promoviendo el voto sino defendiendo la legalidad del proceso electoral. Ello supone una presencia masiva en las secciones electorales rurales en las que se suele coaccionar y comprar el voto con mayor facilidad. El pasado 10 de abril, las calles de Jerez se cubrieron de una imponente presencia campesina que también es indígena. En torno a la Glorieta Francisco García Jiménez se podría apreciar el fulgurante colorido de la ropa tradicional rarámuri, wixárica, purépecha, hñähñu y de muchos otros pueblos originarios de diversos estados. La tambora norteña enmarcaba la alegría y el espíritu festivo de los miles de hombres y mujeres que acudieron a esta cita con la historia, para después regresar a sus territorios con la esperanza y el compromiso de construir colectivamente un futuro digno y justo para los mundos rurales que resisten y seguirán resistiendo en los rincones más agrestes del México profundo.
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