En el Conservatorio Nacional, la intérprete francesa Isabelle Moretti imparte taller sobre el instrumento
Crece el interés de los niños por tocar el arpa
Jueves 19 de abril de 2018, p. 5
Isabelle Moretti, arpista y docente francesa (Lyon, 1964), imparte el tercer Taller itinerante de arpa de pedales, iniciativa en colaboración con su par mexicana Mercedes Gómez Benet, que se desarrolla en el Conservatorio Nacional de Música, donde concluye este viernes.
En entrevista con La Jornada, Moretti sostiene: El mundo se está volviendo cada vez más loco y los artistas tenemos una enorme responsabilidad. A lo mejor es pretencioso decirlo, pero estoy convencida de que algo hay de sagrado en todas las artes. Por eso los artistas son importantes, su hacer está por encima de lo humano y el alma, tiene que ver con lo sagrado, y por lo mismo están obligados a ayudar a cambiar de mentalidad
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Esta es una visión que siempre está presente en mi persona. El arpa me permite hacer una conexión entre lo terrestre y lo divino, propicia el equilibrio entre el cuerpo y el alma. Eso es muy importante cuando enseño y toco. Trato de no pensar, sino de que esas dimensiones fluyan y compartir ese mensaje.
Moretti, quien es profesora del Conservatorio Superior de Música y Danza de París, mantiene vínculos estrechos con México.
En mayo del año pasado, la intérprete donó al Conservatorio Nacional de Música la importante colección de partituras para arpa de Germaine Lorenzini (1924-2017), de quien fue alumna y heredera universal.
Isabelle Moretti impulsó hace unos años la creación en América Latina del Taller itinerante de arpa de pedales, al lado de Mercedes Gómez y la venezolana Marisela González. La primera edición de ese encuentro se efectuó en la Ciudad de México en 2012 y la segunda dos años después en Brasil.
“El arpa tradicional folclórica –prosigue Moretti– es un instrumento muy presente en América Latina, pero el arpa ‘clásica’ ha sufrido dificultad para difundirse debido a carencias importantes: falta de instrumentos, cuerdas, partituras y de mayores contactos con otros países en lo relacionado con el plan musical y pedagógico.”
–Por sus conocimientos y renombre, ¿sería mejor enfocar sus enseñanzas a arpistas profesionales en lugar de niños y principiantes?
–No pienso en niveles. Estoy convencida de que la música es para todos. Es muy egoísta no hacerlo y de verdad tengo la sensación de que estoy en el lugar correcto. Tenemos que esparcir semillas por doquier. Es muy enriquecedor compartir esto ahora con los otros maestros y los niños.
Sonido hermoso, sin tecla ni arco
–¿Cómo percibe usted el interés de las nuevas generaciones por el arpa en el mundo?
–Es un interés creciente y se desarrolla un fenómeno interesante: son cada vez más los niños que se acercan a su aprendizaje. Es curioso cómo el arpa folclórica tiene muchos ejecutantes hombres en América Latina, pero no es así en la música de concierto.
–¿El ámbito de concierto sigue dominado por las mujeres?
–Es un hecho. El arpa históricamente ha sido relacionada con ángeles y hadas, y creo que es cierto, porque es un instrumento simbólico y fuerte que conecta la Tierra y el cielo, así como ocurre con la esencia femenina.
“Tal vez ahora en el mundo lo femenino y masculino se están moviendo. Eso no quiere decir que los hombres toquen el arpa de una manera femenina.
Ciertamente, la parte femenina sale a flote con este instrumento. Sin embargo, los hombres que tocan el arpa le imprimen otras características.
–¿Hasta dónde operan en contra del arpa los clichés de que es un instrumento femenino, dulce y romántico?
–¡Qué podemos hacer! Me hace sentir un poco triste, pues significa que el arpa tiene sexo. Sin embargo, cualquiera, sin importar el género, puede aportar. Es un hecho que en algunas partes del mundo se considera más serio si se ve a un concertista hombre, pero espero que pronto cambie esa imagen. Todos somos diferentes y cada quien toca como es.
En el siglo XVIII, la reina María Antonieta tocaba el arpa y entonces era más común ver a mujeres tocando este instrumento, pero había grandes maestros hombres. Aunque es muy bonito ver a una mujer tocar el arpa.
–¿Qué fue lo primero que le fascinó y conserva usted de ese instrumento?
–Me atrajo ese contacto directo de las yemas de los dedos con la cuerdas que genera un hermoso sonido, sin tecla ni arco; tenerlo tan próximo al cuerpo y sentir las vibraciones. Es uno de los instrumentos más orgánicos.