Moscú.

Como desafío al Kremlin, el caudillo de la región siberiana de Kemerovo, Aman Tuleyev –quien después de 21 años en el cargo se vio obligado a dimitir como gobernador por el incendio que arrasó un centro comercial y dejó 64 muertos– se aferra al poder y quiere seguir manejando los hilos de la política en el Kuzbass, la Cuenca de Kuznetsk, uno de los yacimientos de carbón más grandes del mundo.

Tuleyev, a quien el presidente Vladimir Putin agradeció sus servicios y le deseó un merecido descanso con una vejez apacible, encabeza –desde este martes– el Parlamento regional, elegido por abrumadora mayoría.

Aleksei Sinitsyn, el anterior presidente del Legislativo de Kemerovo renunció la víspera, despejando el camino a Tuleyev, electo con los votos de 38 diputados de los 39 presentes en la sala, con siete legisladores ausentes del total de 46.

Sinitsyn explicó su dimisión con estas palabras: La composición actual del Parlamento regional es el equipo de Tuleyev, por el cual en las legislativas de 2013 votó la mayoría de la población (86 por ciento de los votos emitidos, según las estadísticas oficiales). Por eso, considero absolutamente justo y correcto que al frente de ese equipo esté su líder, dijo.

Poca gracia hizo la designación de Tuleyev a los operadores políticos de la oficina de la presidencia rusa, acostumbrados a recomendar, por no decir imponer, quién debe gobernar las entidades de la Federación y presidir sus Parlamentos.

El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, se limitó a un escueto comentario acerca del nuevo cargo de Tuleyev: Es prerrogativa del Parlamento (de Kemerovo). Formalmente es así, pero todos saben que en la práctica las decisiones se toman en Moscú.

Es un nombramiento erróneo, la gente del Kuzbass simplemente no lo va a entender, afirmó Serguei Neverov, vicepresidente de la Duma federal y coordinador de la bancada oficialista de Rusia Unida. Otro vicepresidente de la cámara baja del Parlamento ruso, Igor Lebediev, calificó la designación de Tuleyev de abierta violación de todos los fundamentos democráticos de nuestro Estado y, en particular, de la legislación electoral, en alusión a que obtuvo el mandato de diputado al cedérselo su médico personal.

Se abre ahora un frente de batalla (política) entre el gobernador en funciones, Serguei Tsiviliov, designado por Moscú, y el caudillo que se resiste a perder el poder y, por ahora, aún controla los diferentes clanes económicos que –gracias a decretos y leyes hechos a medida– incrementan sus ganancias en detrimento de la población.

Llevará tiempo desbaratar la red de complicidades que tejió durante dos décadas Tuleyev, pero el Kremlin –si bien las circunstancias de carácter foráneo, entre ellas las nuevas sanciones contra miembros del entorno presidencial y otros factores que requieren su máxima atención, lo obligan a evitar un enfrentamiento directo por lo que parece un caso de obvia insubordinación– acabará por imponer su voluntad en Kemerovo.