La guerra del Estado y la fe de Rangel
uando el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, habla de que no se negocia la aplicación de la ley, refiriéndose a las declaraciones del obispo Salvador Rangel Mendoza, respecto de que negoció con narcotraficantes, seguramente los lectores no saben a ciencia cierta si reír, llorar o arremeter contra el funcionario federal. Declaró que “hay un problema de seguridad en esa entidad (Guerrero); sin embargo, dijo, se debe ingresar a la zona para detener a los generadores de violencia.
Desde luego que no descubre el agua tibia cuando reconoce que priva la inseguridad (sin mencionar violencia) en la entidad, pero le faltó mencionar en qué momento pensará ordenar que quien tenga que hacerlo ingrese a la zona y detenga a los delincuentes, porque, la verdad, el actual gobierno federal, al cual presta sus servicios, se tardó ya cinco años en imponer el orden.
Abundando sobre las declaraciones del obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa en cuanto a que pactó con criminales para que no siguieran matando candidatos, el responsable de la política interna del país expresó desconocer el contexto de lo externado por Rangel. Lo que es un hecho, asentó, es que el gobierno mexicano no negocia la aplicación de la ley y no hay posibilidad alguna de que eso ocurra.
Vale puntualizar al respecto que si bien el gobierno no negocia la aplicación de la ley, tampoco la aplica, pues en el actual gobierno la violencia ha ido en sentido creciente, según datos de instituciones como el Inegi y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Recalcó Navarrete Prida que las leyes se acatan y se cumplen. No obstante, vale agregar, en Guerrero evidentemente ni se acatan ni se cumplen, de lo cual hablan todos los días los asesinatos dolosos, los miles de desaparecidos, entre los que están enlistados los 43 normalistas de Ayotzinapa. ¿Cómo atreverse a hablar de que la ley se acata y se cumple?
Algo se respira en el ambiente: la certeza de que, sólo con su fe, el obispo Rangel Mendoza puede lograr más en una sola entrevista con el narco que el gobierno de la República en la guerra sostenida a lo largo del sexenio, contando con todo el peso del Estado.