Opinión
Ver día anteriorSábado 7 de abril de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Defender a México y respaldar al presidente Peña Nieto frente a Trump
A

la luz del espíritu de unidad nacional que se respira en el país, manifestamos nuestro respaldo al presidente Enrique Peña Nieto, por su digna y patriótica definición frente a las amenazas del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, hoy que vivimos uno de los momentos de mayor tensión en las relaciones bilaterales.

Desde su campaña electoral, el candidato Trump ha ofendido, agredido y lastimado a nuestro país, llegando ahora al extremo de anunciar el uso de estrategias militares por medio de la Guardia Nacional, con el supuesto de la seguridad de EU en su frontera sur.

La ofensiva verbal y la orden ejecutiva se sustentan en una carga inusitada de agravio moral y político basado en un ardid propagandístico feroz, que difícilmente perdonará u olvidará el pueblo mexicano.

El oprobioso gesto intervencionista nos recuerda los peores tiempos de la de por sí difícil vecindad, entre los que destacan la pérdida de la mitad del territorio nacional, las nefastas invasiones y las grandes amenazas sufridas a lo largo de la historia, con lo que EU ha desestabilizado a su buen vecino, blasfemado peyorativamente por quienes no nos quieren, con la metáfora lacerante de patio trasero de su país.

Lo de Trump es una más de sus locuacidades imprudentes que no han cesado en su odio a nuestra patria, para presionar con los temas del TLCAN, los aranceles, los dreamers y el muro fronterizo.

Tan grotesco episodio está acorde con su recurrente mala conducta, pues casi todos los excesos retóricos del controvertido mandatario demuestran su alejamiento del marco de la democracia, la ley, la diplomacia, la política del buen vecino, los acuerdos, el intercambio financiero, económico, comercial, migratorio y cultural entre ambas naciones. Parecería que con sus retos y anuncios inamistosos, Trump trata de atraer a más simpatizantes para su relección y, por lo visto, con el actual presidente estadunidense, México vive la peor época de las relaciones bilaterales de los últimos 90 años, pues con la sola provocación verbal logró colocar en la agenda nacional mexicana el tema de la obligada recomposición de la relación con su país y con él mismo, que, dicho sea de paso, representa lo más extremista de la ultraderecha xenófoba y ultramontana, de la peor calaña, como lo fueron las hordas racistas discriminatorias y vejadoras de antaño, como la organización Ku Klux Klan, de tan lamentable memoria.

No es exagerado expresar que es imposible encontrar un solo mexicano, de cualquier orientación, posición, tendencia o militancia, que acepte o que se resigne ante éste y otros reprobables gestos.

Plausiblemente, todos los candidatos presidenciales que compiten para la elección constitucional de 2018 han condenado la amenaza, mostrando una sólida y manifiesta unidad en lo fundamental y un consenso maduro y compartido, y prácticamente automático en el repudio.

El ex canciller mexicano José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI, PVEM y de Nueva Alianza, fue el primero en pronunciarse y en condenar el atropello, y también lo hicieron Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Margarita ­Zavala.

Meade convocó de inmediato a un pronunciamiento conjunto, desatando con ello una cascada de actitudes positivas reprobatorias contra Trump, ante su intentona tan desagradable para México como nación independiente y soberana, como bien lo hizo el Senado.

Los cuatro aspirantes presidenciales respaldaron al Presidente de la República en su defensa de la dignidad mexicana, en un acto que se reconoce y se aprecia en todo lo que vale. Lo sucedido ha cambiado el panorama político del país, tan agredido por Trump a tan sólo 80 días de celebrarse las elecciones más importantes de nuestra historia.

En nuestro país se ha revitalizado el sentimiento de dignidad y de unidad ante actitudes tan abusivas y nefastas.

Hoy, las y los mexicanos nos definimos con un nuevo vigor como nación soberana y digna.

En la agenda político-electoral de renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativo se ha colocado como tema prioritario la redefinición de los términos en que se debe conducir la relación con EU. Ahora, todo partido, coalición y candidato deberán definirse en torno a conflictos que incluyen tráfico de armas y lavado de dinero, inequidad migratoria, asimetría en el combate al tráfico y la legislación sobre el uso de drogas; maltrato, persecución y violación a los derechos humanos de los mexicanos en territorio estadunidnese, entre otros asuntos.

La elección presidencial que venía siendo dominada por temas domésticos y por ataques personalizados, ahora se habrá de nutrir de una obligada plataforma en la asignatura de las relaciones internacionales, imponiendo a los candidatos una carga para la que no todos se encuentran bien preparados.

Paradojas de la vida y de la historia: la agresión verbal de Trump contra México se está transformando en la necesidad de una útil revisión integral de la relación económica, política y social con un gobernante vecino que no es nuestro amigo y que no nos quiere.

Los problemas bilaterales y las acciones bélicas no anuncian ni tregua ni fin, así que lo más recomendable es que estemos muy alertas y preparados para reaccionar con inteligencia, valor, prudencia y efectividad, ante la posibilidad de que vengan más desaires y peores actitudes.

Se imponen raciocinio, honor, dignidad, valentía y patriotismo inmarcesibles, y estamos obligados a ser muy certeros y atinados en la defensa de México.

Hoy más que nunca se requiere tener presentes las principales estrofas del Himno Nacional Mexicano, aunque no estemos en una guerra a la usanza antigua, pero estando conscientes de que hoy las guerras son de otro tipo.