l gobierno mexicano, en un alarde propagandístico impresionante, cuyos costos deben ser igualmente impresionantes pero que no conocemos, lanza un conjunto de anuncios a los que le ha puesto el lema de hagamos bien las cuentas
. Trata, infructuosamente, de cambiar la percepción de enojo y desencanto de la población mexicana y mostrar como logros lo que en realidad son insuficiencias. Enreda con datos que son medias verdades o mentiras totales, acompañadas de frases melosas como para convencernos de sus buenas intenciones. Esta estrategia resulta muy perjudicial para el país, porque, cuando los diagnósticos son sesgados, se impide formular políticas públicas adecuadas que permitan la superación de los conflictos. Algunos ejemplos a continuación.
El gobierno señala como enorme logro que la recuperación del salario mínimo ha sido de 18 por ciento en términos reales, el mayor aumento en más de siete sexenios
. La realidad es que se trata de un aumento totalmente insuficiente, ya que, de acuerdo con el Inegi, 7 millones 566 mil 408 personas ganan un salario mínimo, monto que los mantiene en la pobreza debido a que no pueden cubrir el costo de la canasta mínima de bienestar. Es decir, en siete sexenios ese fue el gran logro, y para colmo cinco de ellos fueron administraciones priístas; sin embargo, la realidad es que los sueldos en México llevan 25 años estancados y el poder de compra de los salarios promedio y el mínimo se han reducido 14.4 y 3.9 por ciento, respectivamente (Patricia Muñoz Ríos). Hay que hacer mejor las cuentas.
Afirma el gobierno que se han generado el mismo número de empleos con prestaciones que en los dos sexenios anteriores; la Coparmex criticó que el gobierno se regocije con la creación de 3 millones de empleos formales, pues esto significa que ese monto sólo puede dar empleo a 56 por ciento de los jóvenes que se incorporan a la vida activa, ya que el monto real que se necesita es crear 100 mil empleos al mes. Es decir, que al cabo de cinco años que lleva la presente administración debería haber creado 6 millones de empleos. Compararse con los dos gobiernos panistas anteriores y ufanarse de sus supuestos logros, cuando no son tales, es un recurso barato. Media verdad.
Señala el gobierno que 2 millones más de jóvenes que en 2012 están estudiando
, pero lo que no dice es que uno de cada cuatro niños y adolescentes mexicanos en edad escolar obligatoria no estudian y, por tanto, son vulnerables a la violencia armada (Toribio y Hernández). Por otro lado, la política neoliberal ha mantenido a las universidades públicas con presupuestos anuales totalmente insuficientes, lo que explica que 7 por ciento de ellas hayan cerrado sus puertas, en tanto que lo contrario ocurre con las universidades privadas. Es decir, que el gobierno está abdicando de su responsabilidad de educar a la población y lo deja en manos de privadas. Por eso cada vez más la educación está resultando un privilegio. En México cada año buscan ingresar a la educación superior cerca de 150 mil jóvenes, y sólo un reducido número es aceptado, entre 13 y 15 por ciento. No llega ni a media verdad.
En relación con la evaluación de la pobreza, se señala que ésta se redujo en 2 millones de personas, lo cual sigue siendo una verdad a medias, ya que, si bien se redujo la pobreza extrema, aumentó el número de pobres en 3.9 millones, alcanzando una cifra de 53.4 millones de personas en pobreza.
El gobierno mexicano, sin embargo, elude hablar de las cuestiones que están en el centro de las preocupaciones y molestia de la población. Claro, porque difícilmente las podría disfrazar. Por ejemplo, del crecimiento desmedido de la deuda pública en esta administración y que representa 47.4 por ciento del PIB (El Financiero). O bien de la corrupción, por la que México ha descendido 71 lugares y se encuentra en la posición 135 de 180 países (El Economista). O de la percepción de la inseguridad, la cual, de acuerdo con una encuesta del Inegi/ENSU, 75.9 por ciento de los mexicanos mayores de 18 años consideraron que vivir en su ciudad es inseguro.
Se trata de una propaganda inaudita, intolerable en tiempos electorales y lo único que está logrando es reforzar el enojo.