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Vox Libris
La soledad de los muertos
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de marzo de 2018, p. a16

Matar a una persona es condenarla para siempre a la soledad. Así lo cree Filiberto García, personaje protagónico de El complot mongol, novela de Ra-fael Bernal, cuya primera edición data de 1969.

Ese pistolero profesional, matón a sueldo de la policía, escribió el autor, es un fabricante en serie de pinches muertos.

Ahora habita las páginas de la adaptación a la narrativa gráfica de esa obra, con guion de Luis Humberto Crosthwaite y dibujos de Ricardo Peláez, coeditada por el sello Joaquín Mortiz y el Fondo de Cultura Económica (FCE).

La noche empezaba a invadir de grises sucios las calles de Luis Moya, y el tráfico, como siempre, a esas horas, era insoportable, se lee en El complot mongol, tráfago que en nuestros días detona los niveles de estrés debido a las horas-nalga padecidas por las personas a bordo de un automóvil.

Para mí que en cualquier país los muertos son iguales, consideraba Bernal, también poeta, docente, diplomático, dramaturgo e historiador, en esa trama alrededor de una supuesta conspiración externa que se rumora procede de Mongolia.

El México de los años 60 del siglo pasado es el escenario donde se desarrolla la historia, en la que una intriga contra la paz mundial debe ser desmontada en sólo tres días por Filiberto García, un agente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) y otro de la temible KGB, policía política de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Como trasfondo de El complot mongol está la política nacional y una docena de cadáveres con el sello del pistolero de marras.

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La circunstancia política relatada por Bernal mantiene vasos comunicantes con la actualidad, en particular en lo que se refiere a los muertos enlistados por Filiberto García, sólo que ahora a las víctimas de la violencia y la inseguridad se suman millares de desaparecidos y todo ello cubierto con el manto de la impunidad, aunque al menor guiño o pretexto se invoque el estado de derecho, la democracia, el gobierno de leyes y la credibilidad de las instituciones.

Corrupción, justicia denegada, demagogia y cinismo, entre múltiples factores, erizan de dificultades la vida nacional.

Sólo los que no saben nada de la muerte no le tienen miedo. Nosotros sabemos demasiado, postula Rafael Bernal.

Debería haber una facultad para pistoleros. Experto en pistolerismo. Experto en joder al prójimo. Experto en hacer fieles difuntos.

Otro aserto del novelista embona con la riesgosa normativa de seguridad interior, pues los militares y la ley como que no se llevan.

En otro pasaje se lee: “Hemos creado de la Revolución un orden jurídico que no debe romperse. ¿Entiende lo que es eso, García? Un gobierno bajo el imperio de la ley. Eso vale más que las vidas de algunos locos.

“–Un gobierno de leyes –dijo el Coronel–. Eso es lo que tenemos que conservar a toda costa.”

Rafael Bernal (México, 1915-Berna, 1972), personaje poliédrico, es autor de un referente de la novela negra mexicana.

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