Opinión
Ver día anteriorViernes 23 de marzo de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Va
E

n brevísimas notas sobre la poesía de Julio Trujillo, David Huerta comenta que el Comienzo del viaje, serie de textos poéticos de un cuadernillo publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, comienza con una especie de incisión: el monosílabo va, el poema más breve imaginable, cuyo sentido se desprende del título de la secuencia a la que pertenece y con la que, a su vez, da principio, el título de esa secuencias proa:

I/ Va

II/ Corta las aguas en dos grandes mitades/ ya reunidas,/ atrás, a sus espaldas;/ lo que la proa ve es lo que sucede,/ ya,/ su tiempo es el gerundio más fugaz,/ ya no.

III/ No sabe la existencia de la popa,/ la propia nave es nada para ella,/ proa ignorante,/ feliz velocidad ejecutándose.

IV/ Las naves se coronan de estandartes,/ hacia arriba,/ pero en la proa es el coito sostenido,/ la fragua de la hora y del ahora.

V/ En un día claro/ se puede ver desde lo alto/ el mar que surcaremos,/ pero esa agua ya es otra cuando la proa la toca.

VI/ Es perseguida por la nave ciega/ –se le ha pegado como el hombre a su nariz–,/ pero la proa desconoce el rumbo,/ si algo persigue es a sí misma,/ la proa de sí.

VII/ Uno diría/ que al ser hendida así/ el agua es el camino que la proa va haciendo,/ cuando en verdad/ el agua es el camino que la proa va siendo.

VIII/ ¿De quién es el esfuerzo que te lanza/ a suceder/ y a ser constantemente sucedida?/ ¿O eres un azar,/ del viento un soplo?

IX/ (El pulpo en lo profundo/ no sabe que allá arriba/ un símbolo se hace en la insistencia;/ el pulpo/ que está distribuyendo languidez/ y persevera).

X/ La proa está estallando y sus esquirlas/ son espuma,/ son una línea semejante a mí.

XI/ Instante,/ rayo,/ momento de la proa,/ las palabras engordan mientras ella,/ la más esbelta,/ va,/ divide en dos a lo que fluye con qué filo,/ qué tijera que sólo enseña el brillo.

XII/ Detener el momento de la proa/ cómo,/ si es borde puro,/ si se hace yéndose,/ si es más aroma que maderos,/ más un clima;/ tener entre los labios ese jugo,/ aquí,/ entrar a ese recinto,/ aquí,/ leerlo/ aquí,/ ¿cómo?

Después de conversar con Julio, que vuelve poesía las reuniones, me quedo leyendo su cuadernillo de poesía con espléndido prólogo de David Huerta y escribo:

Romance; el barco y la mar, que será una derivación quizá en el recuerdo del cobijo primitivo que aseguraba sobrevivencia, desencadenamiento, angustia desarticulada que el tiempo modifica en significados de gama sutil. Huellas de huellas que no tienen origen. Escrituras anteriores al lenguaje, elaboración, nueva escritura. Representación materna desplazada en gestos, erigida en el lugar de la angustia tamizada que llamó ternura y no tiene escapatoria salvo por el lenguaje. Juegos que son salida a representaciones de palabras derivadas de representaciones anteriores, negras, inasibles, invisibles, inatrapables. Va.

Jeroglíficos fuente inagotable de placer y excitación en los que se mueve como proa en el agua Julio Trujillo. Extraña función de cambiar lenguajes internos ajustados al correr del tiempo y unir desunir la pareja. ¿Cuál? Regreso a la fuente primogénita del deseo insatisfecho: reconocer el gran poder de la mar: vivencia femenina, lugar oscuro que no consiste en evitar la ley sino darle cuerpo a la ternura, sin idealizarla, dejar el simbolismo que traspase la biología en cultura que articula.