Viernes 23 de marzo de 2018, p. 36
París.
Más de 300 mil manifestantes tomaron las calles de toda Francia este jueves en un enfrentamiento entre los sindicatos y el presidente del país, Emmanuel Macron, que podría ser decisivo para su agenda reformista.
Siete sindicatos de funcionarios encabezaron la protesta, mientras un tercio de los ferroviarios dejaba sus puestos de trabajo para unirse a la movilización contra el proyecto de Macron de reformar la compañía pública de ferrocarriles SNCF.
En total, 323 mil personas desfilaron en todo el país, según el ministerio del Interior, 49 mil de ellas en París. El sindicato CGT, el mayor en el sector público, estimó la participación total en más de medio millón.
Según datos de la empresa pública de ferrocarriles, que cada día transporta a tres millones y medio de pasajeros, 40 por ciento de los trenes de alta velocidad y 25 por ciento de los trenes de medio recorrido circularon este jueves en Francia, donde se registraron también perturbaciones en vuelos, escuelas, guarderías, bibliotecas y otros servicios públicos como la recogida de basuras.
Congratulándose por la fuerte movilización
, la CGT llamó a una nueva jornada de acción el 19 de abril.
La policía utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua en el centro de París durante choques esporádicos con grupos de estudiantes que parecían haber sido infiltrados por anarquistas.
Al menos una ventana de una oficina resultó rota y se prendió fuego a un automóvil.
Destruir los servicios públicos
Pero, mientras en algunas zonas el transporte se convirtió en una pesadilla, especialmente para los trabajadores procedentes de los suburbios, el impacto de las huelgas fue bajo respecto a los estándares históricos de Francia.
Baptiste Colin, un estudiante de ingeniería de 22 años que protestaba en la capital, acusó al gobierno de querer destruir los servicios públicos
.
Es un sentimiento con el que coincidía Marine Bruneau, empleada municipal: Parece que piensan que en Francia... el sector privado puede hacerlo todo y no necesitamos a funcionarios como yo. Pero Francia nos necesita. Si no estamos, el país no va bien
.
Decenas de miles de personas participaron en las protestas organizadas este jueves en grandes ciudades como Marsella o Lyon. Las cifras a nivel nacional fueron similares a las de las protestas de octubre contra las reformas laborales impuestas por Macron el año pasado.
Sin embargo, fueron menores que las gigantescas protestas de los últimos 25 años, como en 1995, 2003 o 2010 cuando más de un millón de personas salieron a las calles.
Esta vez, la fecha del 22 de marzo había elegida deliberadamente para coincidir con la protestas de 1968 que desembocó en las históricas movilizaciones de mayo de ese año.
Transformar
el país
Macron, de 40 años, elegido en mayo tras un fulgurante ascenso que transformó el paisaje político del país, había prometido amplias reformas.
Francia no es un país reformable. Muchos lo han intentando y no lo lograron, ya que los franceses odian las reformas
, dijo en agosto, afirmando que lo que busca es transformar
el país en profundidad para que encuentre el destino que le corresponde
Desde entonces, emprendió una serie de reformas laborales que incluyen un plan para la supresión de 120 mil puestos de trabajo en la función pública, con el objetivo de recortar el gasto estatal.
Los ferroviarios protestan por su parte contra un proyecto de reforma de la compañía nacional SNCF que incluye el fin de su estatuto laboral, ventajoso respecto al régimen general de los trabajadores, sobre todo en cuanto a la jubilación.
La reforma ferroviaria -un paso
hacia la privatización de la SNCF, según algunos- se realiza además por decreto, un mecanismo más rápido que reduce los debates parlamentarios y que suscita fuertes críticas.
Algunos recuerdan todavía la masiva huelga de 1995, que fue la más importante movilización en Francia después de mayo de 1968 y que paralizó el tráfico ferroviario del país y obligó a retroceder al gobierno de derecha que pretendía reformar el sector del transporte y las jubilaciones.
Según un sondeo divulgado este jueves, una mayoría de franceses (58 por ciento) considera la política del gobierno conforme a los compromisos de campaña de Emmanuel Macron, pero 74 por ciento califica también de injusta esa política.