A cinco años de la aprobación de la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la cual otorgó autonomía a este organismo, es necesario hacer una reinvención de la propia institución, afirmó su presidente, Eduardo Backhoff Escudero, quien consideró que ésta debe repensarse, revisar en qué medida logró cumplir con sus atribuciones y qué ha faltado por hacer.

En entrevista con La Jornada, analizó los principales desafíos del INEE, entre ellos definir cómo enfrentar un nuevo gobierno para realizar sus atribuciones; la falta de recursos a los estados para el cumplimiento de los lineamientos y directrices emitidas por el organismo o para definir, diseñar e implementar sus propios planes y programas de evaluación.

A esto se suma una elevada tasa de rotación de los titulares de Educación en los estados y su personal, lo que hace más compleja la tarea de dar seguimiento a los proyectos, que también enfrentan la carencia de trabajadores capacitados.

Si consideramos que cinco años es un periodo corto, hemos hecho mucho, pero falta por hacer, subrayó Backhoff, quien el 30 de abril cumplirá un año al frente del INEE, periodo para el que fue electo.

–¿Cuáles son los pendientes que afronta el instituto? –se le pregunta.

–Uno es reinventar a la propia institución, es decir, tiene que repensarse a sí misma, ver en qué medida ha podido cumplir con sus atribuciones, en dónde no lo ha hecho bien, qué falta por llevar a cabo y cómo enfrentar un nuevo gobierno para cumplir mejor.

Es una autorreflexión, una autocrítica y un posicionamiento para ver si hay necesidad de hacer una restructuración en nuestro funcionamiento.

–¿El INEE debe crecer más o hacer de forma distinta su trabajo?

–Lo primero es, con lo que tenemos, ver cómo hacer las cosas de forma más eficiente, porque partimos de que México es un país pobre, y lo que menos debes hacer es pedir más recursos para mejorar las cosas. Es mejor reinventarse. No digo que lo hayamos hecho mal; cinco años es poco, pero hemos hecho mucho, pero por ejemplo la autonomía se ve condicionada, delimitada por nuestra corresponsabilidad con la Secretaría de Educación Pública (SEP).

–¿De qué forma?

–De los nueve organismos autónomos (educativos), somos los únicos que tenemos en una norma –la Ley General del Servicio Profesional Docente– atribuciones que corresponden de manera concurrente a la SEP y a nosotros; todos los demás no tienen ese condicionamiento y esto hace mucho más complejo el ejercicio de la autonomía.

Las atribuciones del INEE están marcadas, pero están condicionadas a que aquello que hagamos está condicionado también; es como si tuviéramos vasos comunicantes y no podemos ser totalmente autónomos. Es una característica muy especial que se entiende poco, porque estamos obligados por ley a trabajar de forma concurrente con la SEP, lo que hacemos les impacta y viceversa. Encontrar mejores formas de interactuar es otro de los pendientes.