Posdata: ¡la tercera es la vencida!
Sábado 17 de marzo de 2018, p. 5
Esta vez no hubo recriminaciones por fraudes pasados ni alusiones a dados cargados del árbitro electoral. La formalidad del acto de registro de su tercera candidatura presidencial se mantuvo en los términos del protocolo. Andrés Manuel López Obrador dio su anuencia, discreta, eso sí, al discurso del titular del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, quien señaló expresamente la obligación de los gobiernos.
Sonriente, confiado, al término del registro López Obrador prodigaba abrazos a quienes forman la élite de la coalición que ahora lo postula: Juntos Haremos Historia. Concluido el acto oficial fue al encuentro de quienes lo esperaban en la explanada central del INE, donde destacaban las camisetas rojas de los mineros afines a Napoléon Gómez Urrutia que coreaban consignas lo mismo al líder sindical que al tabasqueño.
Inevitable el déjà vu con 2006: los niveles de confianza en el triunfo antes de la elección de entonces se corresponden con los de ahora; la certeza de la victoria de ese tiempo tiene su correlación con la actual. Sólo difiere la estrategia, producto de la amarga experiencia de aquel año. No habrá tanta ingenuidad a la hora de tejer las alianzas. Ni para defender el voto.
Ricardo Monreal, encargado de la campaña en la segunda circunscripción, resumió los avances del posicionamiento de Andrés
en los estados del norte, enclave panista en 2006 que en la actualidad, aseguró, ha dejado atrás gran parte del recelo que le tenían en aquellos años.
Y algo más, que entonces, como ahora, puede influir en el rumbo de la elección: se avanza en construir alianzas. Incluye una fundamental: el magisterio, el oficial y el disidente. El SNTE y la CNTE, acotó Monreal.
Desde la convocatoria se avizoraba que no iba a ser un mitin pretencioso ni una demostración de fuerza a 15 días del inicio de la campaña. No llegaron más de mil 500 asistentes, cuya mayoría lo hizo por cuenta del sindicato minero.
Tampoco abarrotaron el auditorio central del INE, al que ingresaron los obradoristas de antaño con la nueva oleada de adherentes: la eterna dirigencia petista, el ala más leal a López Obrador de los morenistas con Claudia Sheinbaum, Manuel Bartlett, Tatiana Clouthier, Jaime Cárdenas, Horacio Duarte, Javier Jiménez Espriú y algunos personajes integrados desde la disidencia del PAN. Visiblemente con Germán Martínez y Gabriela Cuevas, antaño detractores y hoy sumados a la causa.
En el acto formal sólo hubo espacio para los dirigentes partidistas que fueron mucho más allá de un discurso oficial para convertir sus palabras en desbordadas proclamas que exaltaron la figura de López Obrador:
Hay causa, hay pueblo, hay líder
, arengó Eric Flores, quien sigue convencido de estar, con sus evangelistas, del lado correcto de la historia
. El petista Alejandro González reivindicó para su partido la persistente lealtad al tabasqueño: somos el único que ha postulado a Andrés tres veces a la Presidencia
.
Todo ello, ante los inexpresivos rostros de los nueve consejeros en aras de la salvaguarda de su imparcialidad. Ni una mueca que demostrara rechazo ni una sonrisa que proyectara simpatía para el candidato.
Ni siquiera lo hubo cuando la única voz que rompió el protocolo, la de Yeidckol Polevnsky, aludió a alguna de las malas artes electorales del pasado, solicitando que se impidan en la próxima elección. Y si bien distinguió en el desempeño entre consejeros y magistrados, les hizo una exigencia: no dejen que se compre el voto, como sucedió, todavía, en los comicios mexiquenses
.
Nada parecido a lo ocurrido en 2012, cuando en el acto oficial de registro López Obrador recriminó el comportamiento del Instituto Federal Electoral al entonces presidente del organismo, Leonardo Valdés: espero que no se repita el fraude de 2006 ni se pisotee otra vez la voluntad ciudadana.
Esta ocasión optó por no hablar durante el acto oficial y se reservó su discurso para el mitin. A la salida del auditorio sólo hubo saludos amables y algunas sonrisas, que en los códigos morenistas, en su trato con la autoridad electoral, marca diferencia. Concluido el trámite se trasladó a la explanada, donde lo esperaban sus seguidores. Y desde las oficinas del INE decenas de empleados lo escucharon.
Acompañado siempre por su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, única que estuvo en el templete, López Obrador parecía relajado. Nada le borraba el gesto satisfecho por el registro de su nueva postulación.
Al pie de la estatua de Benito Juárez, en la explanada se colocó el templete desde donde lanzó su proclama sobre el nuevo rumbo del país, alejado del odio, venganzas y revanchas. No hay enemigos ni adversarios; habrá negocios, pero no abusos; la corrupción como mal endémico se combatirá y la inseguridad se enfrentará. Y fue más allá: ofreció que no habrá destierros para quienes han sido sus adversarios y anunció su sometimiento a la revocación del mandato mediante consulta cada dos años.
Concluida la proclama, cuando los gritos de Presidente, Presidente
dominaban el escenario, López Obrador interrumpió a sus simpatizantes: Posdata: ¡la tercera es la vencida!