Perder el miedo
n medio de la alegría y la fortaleza colectivas que trajeron el Paro Internacional de Mujeres, el movimiento Ni una Menos y el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, celebrado en territorio zapatista, se cometió en Río de Janeiro, Brasil, el vil asesinato de la feminista y luchadora social Marielle Franco. Su muerte nos tocó a todas justo cuando nos sentimos (y estamos) fuertes, justo cuando decidimos no callar y poner freno a las múltiples violencias de género en el mundo. Mataron a balazos a la negra de las favelas y con su muerte vino la dimensión de una realidad que ya no puede callarse. Ni el feminicidio ni las múltiples violencias.
En México son las universitarias de las Facultades de Filosofía y Letras (FFyL) y de Ciencias Políticas, de la UNAM, quienes dieron la batalla esta semana. Jóvenes hartas del acoso de profesores y compañeros y de la impunidad que priva ante sus denuncias; decidieron parar. Y eso en términos universitarios no es sólo no ir a clases, sino organizar marchas, conversatorios y asambleas, pegar carteles y mantas, repartir volantes y cerrar aulas y oficinas para visibilizar la lucha.
El paro de la FFyL es una respuesta a la omisión de las autoridades tanto del plantel como de otras instancias de la universidad, advierten las estudiantes, jóvenes de 18 a 25 años que no están dispuestas a la sumisión y al silencio. Por experiencia propia puedo decir que las denuncias, por lo menos dentro de la facultad, son burocráticas y no llegan a ningún lado. Un grupo de más de 10 mujeres y yo fuimos a denunciar a un estudiante que nos mandaba mensajes para pedirnos fotos y cuando denunciamos nos enteramos que su caso ya había estado en el Tribunal Universitario. ¿Por qué nos tocó a nosotras entonces y por qué sigue en la facultad?
, comenta Sofía, estudiante de letras.
Pero no sólo es la indiferencia ante las denuncias, sino la difamación contra quienes se atreven a denunciar a sus agresores. En filosofía descalificaron a tres alumnas que señalaron a su acosador. El paro, dijeron las autoridades universitarias, afecta a toda la comunidad universitaria y no contribuye a la convivencia tolerante y a la solución de los problemas que nos consternan a todos
. Pero antes no fueron escuchadas. Y hoy, gracias al paro, sabemos que muchas estarán detrás de nosotras si nos llega a pasar algo
. La fuerza de no saberse solas las impulsa a perder el miedo.
Perder el miedo no es poco. Por eso quienes se cobijaron en territorio zapatista compartieron la formidable experiencia de haberse sentido seguras. Y eso, en un país donde se asesina a siete mujeres al día, no es poco.