Mazatlán, Sin.

El libro El rostro de piedra, del escritor Eduardo Antonio Parra (León, Guanajuato, 1965), presentado este fin de semana en la Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Sinaloa (FeliUAS), desmitifica la historia que todos conocemos del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, como personaje con grandes claroscuros, pero que fue el hombre más grande que tuvo México en el siglo XIX.

Así lo explicó Parra al referir que su novela, una redición, pues estaba agotada desde 2008, dejó de publicarse al encontrar trabas para que continuara en las librerías, por lo que cambió de casa editorial; ahora aparece bajo el sello de Era.

El escritor precisó que el lector encontrará en este libro la vida de Benito Juárez, personaje maravilloso, con muchos claroscuros, siempre puesto en la historia como santo, pero que en realidad no lo era; sin embargo, fue un gran hombre, que puede servir de ejemplo para los tiempos actuales, por su tesón, su terquedad, sobre todo para imponer la legalidad en un país como éste, donde se sabe que se vive de la ilegalidad.

El autor dijo que desde la escuela enseñan que Juárez fue el héroe inmaculado, pero recuerda que su abuela paterna echaba pestes y se refería a él como “el Beno; ¡ojalá se pudriera en el infierno!” Lo mismo pasaba en la escuela primaria, cuando un compañero preguntó a la maestra si realmente había infierno y al responder le dijo: “De existir, sólo dos personas estarían ardiendo: uno sería Judas y el otro el Beno Juárez”; entonces, la reflexión de Parra comenzó con la pregunta: ¿por qué siempre mandan al infierno a Juárez?

Eduardo Antonio Parra señaló que de estas dudas fue construyendo la historia del libro. “No creí que fuera un hombre recto y me dediqué a buscar información a partir de los historiadores. Encontré algunos que estaban contra Juárez, pero tampoco les creí, porque no eran afines con la separación Iglesia-Estado, aunque también algunos autores liberales estuvieron en contra.

“La historia ubica a Juárez ocupando la presidencia 14 años y siempre creímos que Porfirio Díaz había sido el único dictador horroroso que duró 30 años.

Fue la clase de persona que se necesitó para gobernar este país, sacarlo de la ignominia, para concederle a México la verdadera independencia y fue, tal vez, un hombre con muchos claroscuros, pero el más grande del siglo XIX.