l acrónimo GC va por guerra comercial
, no el más grave de los riesgos globales, pero si el más real y presente en las recientes semanas. En realidad desde antes, desde que Trump asumió la presidencia, hace más de 13 meses, tras una campaña en la que las restricciones al comercio exterior fueron una de las amenazas proferidas con mayor ahínco y agresividad. Algunos habían celebrado que la desmesura retórica no parecía corresponderse con el número y alcance de las acciones iniciadas. El arma más usada al principio por Trump y su cohorte fue el megáfono, en su versión digital: el Twitter. Quizá por ello cree que estas guerras son buenas y fáciles de ganar
. En demagogia proteccionista, el presidente no tiene rival. En los días recientes reforzó su retórica y ordenó, en un ambiente caótico, proceder a las primeras escaramuzas.
Ya se han examinado, en estas notas, las primeras salvas, disparadas un tanto al azar contra los paneles solares y ciertas lavadoras de ropa domésticas. Con detalle un tanto excesivo se revisaron, hace dos semanas, los informes técnicos
de la Oficina del Representante Especial de Comercio y del Departamento de Comercio que sugieren la imposición de aranceles adicionales o de cuotas limitativas, o de ambos, a las compras al exterior de productos de aluminio y de acero. Frente a oposición creciente, Trump –a quien resulta imposible guardar silencio– adelantó un anuncio esperado semanas después. El primer viernes de marzo echó mano del altavoz y anunció que adoptaría una acción más agresiva que las opciones que días antes se le ofrecieron: imponer un arancel genérico adicional a la importación de artículos siderúrgicos y de aluminio, de 25 y 10 por ciento ad valorem. Gary Cohn, el asesor económico principal, renunció el 6 de marzo. Otros desacuerdos pueden aflorar en los próximos días.
De acuerdo con la Oficina de Censos, en 2017 EU importó artículos de acero por menos de 30 mil millones de dólares. Sólo un país, Canadá, vendió más de 10 por ciento del total. Otros 19, México entre ellos, exportaron entre 300 y 2 mil 800 millones de dólares. Las ventas de China, contra las cuales se enderezó la retórica de Trump, fueron por mil millones de dólares. ¿Es creíble que este monto de importaciones haya destruido la industria siderúrgica
de EU y comprometa la seguridad nacional, como aseguró Trump?”
“¿Qué mueve a Trump? –se preguntó un analista del Financial Times el 4 de marzo– No la razón económica. No la seguridad nacional. No los hechos. Son las apariencias. ¿Qué sentido tiene empeñarse en el tedioso proceso de diseñar políticas precisas, bien dirigidas, cuando puede parecerse mucho más decidido con unos cuantos tuits? Trump es un presidente de reality TV. Y la realidad nunca debe apreciarse con las normas de la reality TV.”
En una primera serie de reacciones, se privilegió a las represalias puntuales condicionadas. Se declaró que –cuando los aranceles anunciados entrasen en vigor– se respondería con medidas proporcionales, comparables y equivalentes; en otras palabras, se reaccionaría en legítima defensa. Esto no constituye una visión ligera del riesgo de una sucesión de acciones y reacciones restrictivas del intercambio –que en realidad constituye una severa amenaza para la incipiente reactivación de la economía global en estos primeros meses de 2018.
Bruselas habló de una respuesta pronta y proporcionada
, rechazó el alegato de seguridad nacional y anunció una reacción de tres fases: gravar, con aranceles compensatorios, importaciones procedentes de EU hasta por 3 mil 500 millones de dólares – quantum afectado de las exportaciones europeas– aplicables a una amplia gama de artículos: bebidas alcohólicas, alimentos y, entre otros, motocicletas. Si la alteración de precios relativos de los productos de acero y aluminio derivada de los aranceles de EU provocase un salto en las importaciones europeas de los mismos, se buscaría, en segundo término, contrarrestarlas. En todo caso, EU sería demandado ante la Organización Mundial de Comercio (OMC). Trump agregó amenazas y habló de gravar la importación de automóviles europeos.
El gobierno de Brasil, mediante una declaración del Ministerio de Industria, Comercio y Servicios, manifestó preocupación por una acción que perjudicaría a los productores y consumidores de los dos países y señaló que consideraría demandar a EU ante la OMC. Por coincidencia, el ministro brasileño se hallaba en Washington, lo que le permitió explicar personalmente a Wilbur Ross que Brasil debería ser eximido del arancel, pues 80 por ciento de sus ventas de acero a EU (5 millones de toneladas anuales) son insumos semiprocesados para la industria estadunidense, que sería menos competitiva al tener que cubrir ese arancel adicional. La actitud brasileña, reseñada por O Globo (1/3/18), ejemplifica una consecuencia perversa: ante la amenaza de una barrera comercial cada quien busca un nicho o expediente que lo salve, sin importarle demasiado lo que ocurra a otros afectados.
Canadá y México quedaron en posición similar, al ofrecerles la zanahoria de eximirlos del arancel si acceden a las demandas estadunidenses en la renegociación del TLCAN. El secretario mexicano de Economía señaló que ambos deberían quedar exentos del arancel. De hacerse efectivo, México restringiría las cosas que ellos exportan, donde hay más sensibilidad política
, que ya se tienen identificadas ( La Jornada, 7/3/18). Una súbita visita del consejero Jared Kushner, que se realizó el miércoles 7 y se anunció la víspera, alimentó las especulaciones.
China decidió manifestar su posición a través de un vocero de escasa relevancia política: un jefe de departamento del Ministerio de Comercio consideró que la acción anunciada por EU carece de fundamento
y no se compadece con los hechos, pues en esta área no hay amenaza alguna a la seguridad nacional de EU. Recordó que las quejas estadunidenses contra las importaciones de acero han sido investigadas en varias coyunturas sin fundamentar el daño material. Consideró que las industrias del aluminio y del acero están ya sobreprotegidas y que imponer aranceles y cuotas no es la solución, sino que agrava el problema y deteriora la cooperación (Xinhua, 2/3/18).
Así, las primeras escaramuzas de esta GC se han concentrado en el intercambio de amenazas de restricción y de represalias. Con toda oportunidad, el director general de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo, señaló el 5 de marzo “La opción del ‘ojo por ojo’ terminaría por cegarnos a todos y por sumir al mundo en una gran recesión. Hay que evitar que caigan las primeras fichas de dominó. Aún es tiempo” (www.wto.org).