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La mayoría de sus títulos están agotados en México; Planeta los distribuye en formato electrónico

Obras de Le Guin, de las más buscadas en Minería
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Ursula K. Leguin (en imagen tomada de su página web oficial), quien falleció el pasado 22 de enero en su casa de Portland, Oregon, solía decir que su obligación era mostrar el punto de vista de los conquistados antes que el de los conquistadoresFoto Marian Wood Molisch
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de marzo de 2018, p. 4

Había una vez un mago. No, mejor: una maga, cuyo poder consistía en hallar el nombre verdadero de las cosas mediante su literatura. Fue así como deslumbró a miles de lectores con sus historias acerca de Terramar y otros mundos donde prevaleció, sobre todo, la semilla de la creatividad.

Ella, la maga, es decir, la escritora, forjó su propio nombre: Ursula K. Le Guin, en 25 novelas, unos cien relatos publicados en 10 libros de cuentos, seis poemarios, cinco obras de ensayo y crítica, 15 historias para niños, así como traducciones al inglés de Lao Tse y de dos autoras latinoamericanas: la Nobel chilena Gabriela Mistral y la argentina Angélica Gorodischer.

En México se encuentran agotados la mayoría de sus títulos en la principales cadenas de librerías, pero están disponibles en formato electrónico, distribuidos por Grupo Planeta.

La autora (más que de libros, de universos) fue una de las más buscadas en la edición 39 de la Feria Internacional del Libro de Palacio de Minería, que ayer concluyó, consolidada como el foro donde los jóvenes lectores surten su librero a principios de cada año.

Le Guin confirma que es y seguirá siendo una autora que deslumbra las mentes juveniles y mantiene encantadas a las generaciones que la conocieron de primera mano.

Inspiradora de plumas como la de Margaret Atwood

Ursula K. Le Guin falleció el pasado 22 de enero, a los 88 años, en su casa de Portland (Oregón, Estados Unidos), y el mundo, entre lágrimas, agradeció sus letras y ser la madre inspiradora de plumas como la de la canadiense Margaret Atwood, quizá su discípula más avezada, quien en un artículo publicado en The Washington Post escribió: No podemos regresar a Ursula K. Le Guin de la tierra de las estrellas inmutables, pero felizmente nos ha dejado su trabajo multifacético, su sabiduría duramente ganada y su optimismo fundamental. Su voz sensata, inteligente, astuta y lírica es más necesaria ahora que nunca.

Ursula, la primera Gran Maestra de la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía en su país natal, nació el 21 de octubre de 1929 en California. Su padre fue el destacado antropólogo Alfred Kroeber y su madre la escritora Theodora Kroeber.

Desde pequeña se educó en esa atmósfera de interés académico por los mitos y leyendas de los pueblos originarios. Por ejemplo, uno de los trabajos etnográficos más memorables que realizó Alfred consistió en recopilar los cuentos populares de los esquimales.

Ursula pudo conocer de primera mano una de las investigaciones emblemáticas de sus padres acerca de Ishi, el último integrante de la tribu de los yahi de California. Ishi en idioma yahi significa hombre, y fue así como bautizaron a esa persona cuyo auténtico nombre jamás se conoció, pues en su sociedad era tabú decirlo, idea que Le Guin exploró años después en sus historias de Terramar.

De su padre, también aprendió que, en contraste con el criterio de los evolucionistas, no existen civilizaciones superiores e inferiores, todas son plenas en sí mismas y sus variaciones son simplemente formales, pues Kroeber tampoco admitía la existencia de tipos raciales como diferencias esenciales entre grupos humanos.

Le Guin se graduó en la Universidad de Harvard en 1951 y luego cursó un posgrado en lenguas romances en la de Columbia, donde presentó una tesis acerca de diversos aspectos de la literatura romance de la Edad Media y el Renacimiento. Después viajó a Francia, donde conoció a su esposo, de quien adoptó el apellido Le Guin.

Miles de lectores en el mundo se rindieron a sus pies

Con La mano izquierda de la oscuridad (cuyo título original es The Left Hand of Darkness), publicada en 1969, Ursula K. Leguin irrumpió en el medio literario de la fantasía y la ciencia ficción al obtener los prestigiosos premios Nebula, en ese mismo año, y el Hugo en 1970.

Aunque jamás le gustaron las etiquetas, no pudo evitar elogios como el que le brindó su coterráneo el renombrado crítico literario Harold Bloom, quien afirmaba que Le Guin elevaba la fantasía a la alta literatura de nuestra era.

Pero fue sin duda haber descrito con profundidad el mundo mágico y espiritual de Terramar lo que consagró a Ursula K. Leguin y rindió a sus pies a miles de lectores, de varias generaciones, en todo el planeta.

En medio de las peripecias de un joven aprendiz de mago, la autora se echó a la bolsa al público femenino al plantear que las mujeres podían ser magas y cuestionar por qué algunos hombres se creen superiores a ellas (particularmente en Tehanu, publicada en 1990, cuarto libro de la serie de Terramar).

Así sembró el feminismo en varios de sus relatos, de la mano de la magia, pero sobre todo a la par de un siempre urgente periplo espiritual, en medio de un enorme respeto por el lenguaje.  

Como buena hija de antropólogos, Ursula solía decir que su obligación era mostrar el punto de vista de los conquistados antes que el de los conquistadores, y que la ciencia ficción no es algo menor: significa experimentar con la imaginación, responder preguntas que no tienen respuesta. Implica cosas muy profundas. Que cada viaje es irreversible.