Opinión
Ver día anteriorLunes 26 de febrero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Cinismo sin límites
S

i el cinismo de los legisladores estadunidenses es tan grande como para ignorar las protestas que siguieron a la más reciente masacre de jóvenes y profesores en un poblado situado en inmediaciones de la ciudad de Miami, Florida, entonces no hay forma de evitar otra masacre ni de cambiar la forma en que Estados Unidos ha avalado la creación del arsenal más grande en manos privadas en el mundo. La secuela de los acontecimientos en la escuela secundaria-preparatoria Marjory Stoneman ha sido inédita en un país para el que las masacres de estudiantes, profesores y ciudadanos comunes empezaba a ser algo habitual.

El primer síntoma de que algo pudiera estar cambiando fue la inédita marcha organizada por los estudiantes de la secundaria donde ocurrió la masacre. Estudiantes de entre 14 y 18 años viajaron aproximadamente 600 kilómetros desde Parkland a la capital del estado para protestar por la casi irrestricta libertad en la venta y posesión de armas. A la marcha de protesta siguieron decenas más en diferentes ciudades de toda la nación, organizadas también por miles de estudiantes que se solidarizaron con sus compañeros de Florida.

Ese mismo día, en The New York Times y algunos otros diarios apareció una inserción a toda plana en la que se denunciaba a cerca de 300 legisladores que han recibido recursos para su campaña provenientes de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), la mayor organización de lobby en pro de la fabricación, venta y posesión de armas en Estados Unidos. Se daba cuenta de representantes y senadores que recibieron desde unos cuantos miles hasta casi 2 millones de dólares cada uno.

Un día después, la cadena CNN efectuó una transmisión especial desde Parkland, donde estudiantes, maestros y padres de familia abarrotaron un auditorio para manifestar sus protestas, preocupaciones y propuestas en torno a la venta y posesión de armas. En la reunión también participaron los dos senadores del estado de Florida, el representante del distrito, el sheriff y la vocera de la NRA. Marco Rubio, uno de los dos senadores presentes, y Dana Loesch, vocera de la NRA, fueron enfáticos al decir que la libertad de poseer armas está garantizada por la segunda enmienda constitucional. Una profesora de historia le recordó que la enmienda se escribió en 1791, y de esa fecha a 2018 las condiciones han cambiado radicalmente. Por lo pronto, ya no existían las milicias, objeto principal de la enmienda.

Thomas Friedman citó en su columna de The New York Times lo que un estudiante escribió en referencia a la masacre: Al final del día los estudiantes en mi escuela compartimos la experiencia de haber sido abandonados por nuestros representantes políticos, que fallaron en mantener nuestra escuela libre de armas. Pero en esta ocasión vamos a actuar y forzarlos a emplear más tiempo y energía en defender más las vidas humanas que a los nonatos. La referencia tiene que ver con el tiempo que diversos legisladores emplean para echar abajo la ley que garantiza el derecho al aborto. Friedman concluye su artículo preguntando a los legisladores republicanos, principales aliados de la NRA, si al ver las fotografías de los menores masacrados no se sienten miserables y avergonzados. Por lo pronto, Trump no parece haber percibido la gravedad del asunto y la necesidad de parar el indiscriminado armamentismo en el país que gobierna. Tampoco parecen entenderlo muchos de sus compañeros de partido.

No podía faltar en este momento de desolación y confusión una más de las controvertidas propuestas del presidente Trump quien, justificando el derecho a poseer armas, declaró que el remedio para prevenir atentados en las escuelas era que en las aulas cada profesor debiera estar armado. Sería muy generoso pensar que el presidente entendió por qué razón recibió una lluvia de críticas de cientos de profesores, padres de familia y estudiantes por su desafortunada ocurrencia.