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El secreto de la milpa Santiago López-Ridaura
La milpa mesoamericana es un sistema de referencia en la agricultura mundial por su origen, su extensión, su permanencia y su eficiencia. La milpa, basada en el cultivo de maíz en conjunto con otras especies en diferentes arreglos en el tiempo y el espacio, es la base de inspiración para el diseño de sistemas de producción de cultivos más sustentables en todo el mundo. Esto se ratifica con la creciente investigación y desarrollo basado en la asociación de cultivos o policultivos. El sistema milpa ha sido ampliamente documentado y su importancia en términos culturales, de seguridad alimentaria y del manejo de recursos naturales -tanto en México como en otros países mesoamericanos– se encuentra nuevamente en el centro del debate sobre el futuro del campo y la agricultura campesina. La milpa, además del cultivo de maíz con otras especies como frijol, calabaza y chile entre otros, es más que un sistema de cultivo, siendo un concepto amplio con implicaciones culturales, económicas, religiosas, sociales y técnicas y, por lo tanto, podemos abordarla desde diferentes perspectivas. La milpa en la agricultura campesina tiene un carácter multifuncional que, al mismo tiempo que produce alimentos de diferentes tipos, crea productos para el mercado, forraje, plantas medicinales y de uso espiritual, así como un espacio para la caza, entre otros bienes; es una estrategia de manejo del riesgo que permite a las familias campesinas asegurar algún tipo de producción hasta en los peores años climáticos o momentos de crisis ambiental o económica. En cada región de Mesoamérica, desde los áridos y fríos altiplanos hasta los húmedos y calientes trópicos, encontramos milpas con diferentes características, diferentes cultivos, diferentes prácticas agrícolas, diferentes funciones. La milpa es un sistema multifuncional que se ha ido adaptando (o podría decirse coevolucionando) por miles de años y que está en perfecta sincronía con los objetivos, aspiraciones y condiciones agroambientales y socioeconómicas de los agricultores. De hecho, se podría decir que no existen dos milpas iguales ya que cada agricultor la adapta a sus condiciones. Existe, sin embargo, un aspecto que todas las milpas comparten y que, en términos técnicos, hacen que sea tan sustentable. El secreto de la milpa se basa en la ecofisiología de los cultivos que la componen. Competir y facilitar La ecofisiología de cultivos estudia la manera en que diferentes especies cultivadas interactúan entre sí a través de modificaciones en su entorno y cómo estas interacciones influyen en sus funciones vitales, su crecimiento y su reproducción (figura 1). La ecofisiología de cultivos permite explicar cómo, a diferencia de la producción de un solo cultivo, varias plantas cultivadas comparten el mismo espacio, por al menos una parte de su ciclo de vida, por lo que la utilización de los recursos necesarios para su crecimiento (luz, agua, nutrientes) es más eficiente.
John H. Vendermeer, en su libro seminal sobre la ecología de los cultivos asociados (The Ecology of Intercropping. Cambridge University Press, 1992), formaliza el incremento de la eficiencia de los cultivos asociados o policultivos como la milpa a través de dos principios: la competición y la facilitación. La competición por la utilización de los recursos hace que cada cultivo busque capturar la mayor parte de los recursos disponibles a través de, por ejemplo, explorar nuevas zonas del suelo en busca de nutrientes y agua, o desarrollar tallos y hojas para captar la luz donde los otros cultivos la dejan pasar. La facilitación entre los cultivos hace que la modificación sobre el ambiente que ejerce un cultivo, permita o facilite a otro cultivo la captura de los recursos necesarios para su crecimiento y reproducción. En la milpa, la diversidad de cultivos hace que estas interacciones sean múltiples y, bajo los principios de competición y facilitación, la eficiencia global del sistema se vea amplificada. Por ejemplo, la competición por la luz hace que el frijol se enrede sobre las cañas de maíz para lograr capturar más energía solar y competir por este recurso contra el propio maíz y contra otras especies como la calabaza. En términos de facilitación, el nitrógeno fijado por el frijol contribuye a una mayor disponibilidad de nutrientes para el maíz y los exudados de las raíces de este último incrementan el fósforo disponible para el frijol, que a su vez aumenta su fijación de nitrógeno y, por lo tanto, se gesta una relación de sinergia entre las dos plantas para lograr una máxima eficiencia en la utilización de los nutrientes del suelo (figura 2). Las relaciones de competencia y facilitación en la milpa son innumerables y están relacionados con una gran cantidad de interacciones bióticas y abióticas, tales como la exploración de diferentes zonas o profundidades del suelo por diferentes cultivos, la supresión de adventicias o hierbas espontáneas y la conservación de la humedad del suelo por las plantas rastreras como las calabazas, la atracción de insectos benéficos para la polinización y el control de plagas, la creación de microclimas propicios para la producción, entre otras. La milpa mesoamericana, donde el maíz, el frijol, la calabaza y una gran diversidad de otras especies comparten una parcela bajo el manejo experto de los agricultores es, desde el punto de vista de la ecofisiología, el epítome de la puesta en práctica de principios agroecológicos para una mayor eficiencia en la utilización de recursos. Por esta y otras razones, no es una sorpresa que la milpa haya acompañado por varios miles de años a los agricultores en Mesoamérica o haya coevolucionando con ellos y que estos valoren, entiendan y amolden este sistema de cultivo para la satisfacción de su multiplicidad de objetivos y la eficiencia en el uso de los recursos disponibles para ello. Es importante recalcar aquí que el maíz es el único de los grandes cereales (comparado con el trigo o el arroz) que ha sido acompañado por otros cultivos propios de su centro de origen desde su domesticación y adaptación a diferentes regiones mesoamericanas bajo el sistema de la milpa.
Un modelo de sistema sustentable Ante un revivido debate a nivel mundial sobre la producción de alimentos y la sustentabilidad de los sistemas que la sostienen, la pobreza, la marginación y las penurias en las que vive la población rural, y los impactos inminentes del cambio de patrones climáticos en la producción de cultivos, la investigación y desarrollo agrícola están en la constante búsqueda de sistemas alternativos de producción intensificados y sustentables. Estos sistemas deben poder incrementar la eficiencia en la utilización de los recursos naturales, al mismo tiempo que limiten su impacto ambiental y permitan a los y las agricultores satisfacer sus necesidades y objetivos de manera adaptativa y con un manejo inteligente de los riesgos relacionados al cambio climático. La milpa es hoy en día un referente y fuente de inspiración para el desarrollo de sistemas de producción de cultivos más sustentables. Desde el lejano oriente hasta Europa, de África a Norteamérica, investigadores, técnicos y la sociedad civil organizada están hoy implicados en la documentación, experimentación, diseño y promoción de alternativas basadas en la asociación de cultivos. Por ejemplo, el sistema de “atracción-expulsión” (push-pull) es una práctica desarrollada y ampliamente aplicada en África en los últimos 20 años basada en la asociación de cultivos para el control biológico del gusano barrenador y otras plagas que afectan los campos de maíz y sorgo. El sistema consiste en sembrar pastos alrededor de los campos de cultivo que atraen esta plaga y al mismo tiempo sembrar, entre el maíz y sorgo, una leguminosa (Desmodium) que, además de fijar nitrógeno y servir como forraje, repelen a las plagas de maíz y sorgo y atraen a sus enemigos naturales (figura 3). Aunque los campesinos mesoamericanos no lo sepan, la milpa está en el origen de numerosos proyectos de investigación y desarrollo que, a través de la asociación de cultivos o policultivos, se esfuerzan para desarrollar alternativas para la producción más sustentable de alimentos en todos los rincones del mundo. El secreto de la milpa reside en gran parte en el manejo de interacciones entre los cultivos y la implementación de principios de eco-fisiología, pero, más allá del secreto, el valor de la milpa está en términos de la generación de conocimiento y comprensión de la naturaleza para un uso más eficiente y sustentable de los recursos naturales. Los campesinos mesoamericanos deberían ser respetados, valorados y de cierta manera retribuidos por esta contribución a la humanidad.
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