Opinión
Ver día anteriorViernes 9 de febrero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Qué larga tienes la tripa, mi patria es mi idioma*

Xi nga. Ti berendxinga.
Xi runime. Ruundame ne ñeeme.
Nga ya’, xi nga. Xiringa’
xti’ ñoou’ Minga. ¡Jaque
ziuula’doo xqui’lu’ nja!.

¿Qué es eso? Es un grillo.
¿Qué hace? Canta con las patas.
¿Y aquello qué es? Es la
jeringa de tu tía
Dominga. ¡Qué tripa
más larga tienes!

D

e los niños que no se cansan de preguntar, nosotros los juchitecos decimos que tienen la tripa larga. Tienen una curiosidad sin fin, interminable, como las palabras que se pueden crear en zapoteco con las tablillas de este juego didáctico, que hoy presentamos en este Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, cuyo nombre gracioso es: Tripa de Palabras. Un juego que recoge el alfabeto popular de la lengua zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Uno de los métodos más eficaces para la enseñanza de un idioma es a través de lo lúdico.

El saco que contiene estas tablillas es un guardajoyas y tiene un sentido metafórico. En la época prehispánica, decir saco entre los zapotecos, también era decir ocho mil, ti suti. En el saco guardaban 8 mil granos de cacao, toda una carga. El cacao era un bien valioso, era la moneda de uso. La gente de Juchitán aún pronuncia una frase, una reminiscencia de aquellos días, cuando los árboles producían dinero: napa ti yaga bidxichi tengo un árbol de riquezas y con ello se refieren a una hija o un hijo valioso, por trabajador.

El número 8 mil era el final de la cuenta zapoteca y el principio de la cuenta infinita y la representaban con un saco. Así, mientras en la época prehispánica, el saco guardaba 8 mil granos de cacao, este saco guarda 214 tablillas que provienen del alfabeto de la lengua zapoteca. Son 214 tablillas que nos permitirán generar una infinidad de palabras, todas las palabras que queramos de este idioma.

La escritura, sin demeritar para nada a la oralidad, es lo más valioso de toda civilización. El ser humano ante lo efímero de su vida, inventó la escritura para eternizarse, mientras los pueblos ágrafos, tomaron la memoria. Los ancianos zapotecos leyeron lo que nunca se escribió, porque el primer libro de ellos fue el cielo; y sus primeras letras fueron las estrellas, la Luna y el Sol, por eso a los que estudiaban el firmamento les llamaron, beedxe’ rigubia’ guiba’: jaguar que mide el cielo.

Dice Derrida que escribir es un modo de habitar. Para los zapotecos escribir es rucaa, ruzee, rudxiiba’ diidxa’ esculpir, dibujar o sembrar palabras. Se esculpía en las piedras, se dibujaba en las paredes de las tumbas y los templos; y se sembraban palabras sobre el papel.

Actualmente decimos rucaa, para escribir; mientras que ruzee solamente alude a oficios, que preferentemente practican mujeres y muxes: ruzee es dibujar flores, hojas y pétalos sobre lienzos, que formarán huipiles y enaguas. Ruzee es cuando las panaderas dibujan figuras sobre un pan llamado marquesote. Ruzee también es regar la milpa: el caminar del agua sobre la tierra diseña imágenes caprichosas. Y además significa firmar, trazar un nombre con garabatos.

Cuando la poeta Natalia Toledo y yo comenzamos a trabajar en el proyecto llamado Camino de la iguana, lo hicimos con escasos materiales. Muchos de éstos los fuimos inventando sobre la marcha. Pero desde 2012 hasta la fecha hemos visto con alegría la aparición de ingeniosos materiales que contribuyen a la enseñanza del zapoteco de una manera lúdica: las fábulas de Esopo, que han arrancado carcajadas cuando se leen en voz alta. El disco de colores que nos permite enseñar los matices que la gente nube conoce. El memorama y la lotería del cuerpo humano. Los nombres de los animales y los números. La libreta para iluminar hecha con el diseño de un huipil de Ixtaltepec, cargado de figuras geométricas tomadas de Miguel Covarrubias. Los cuadernos con imágenes de tortugas, iguanas y xoloscuintles, el bicu xolo de los zapotecos. Textos de lectura que próximamente aparecerán: el príncipe pavo, Luvina de Juan Rulfo y un cuento de León Tolstoi: cuánta tierra necesita un hombre.

Escribir en lengua indígena es un acto de resistencia ante el olvido, pero sobre todo, para nosotros es un deber. Ante el constante desplazamiento del zapoteco, cada vez más son menos los niños que hablan este idioma. El panorama es aún más desolador en Tehuantepec e Ixtepec.

Son varios los factores que tienen que ver con el desplazamiento de las lenguas indígenas, como el económico, el educativo y el socio-cultural.

Detener el desplazamiento de los idiomas indígenas no sólo se logra con la buena voluntad, sino con labores como ésta, la de generar materiales de enseñanza, que aparte de ser creativos, son lúdicos.

* Texto leído por el lingüista Víctor Cata durante la
presentación del material
didáctico La Tripa, que se
llevó a cabo en el Instituto
de Artes Gráficas
de Oaxaca (IAGO)

La Tripa es un nuevo material para la enseñanza del zapoteco; éste es impulsado por Amigos del IAGO y CFMAB en colaboración con el CaSa. El proyecto se realizó con el Programa de Apoyo a la Docencia, Investigación y Difusión de las Artes (PADID)-Cenart 2016