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Periódico La Jornada
Sábado 3 de febrero de 2018, p. 3

Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo,
meterte dentro y luego volver a cerrar mi pecho.

Ben Hazim, de Córdoba (904-1063)

1

El amor y el deseo se han descalzado
de sus sandalias de seda
para elevarse al lecho donde oficia la voz intermitente
de tu placer abrazando sus ramas
a las ramas de mis brazos y piernas
y con ellos dialogando
en el escondido idioma de los abrazos

Habrá manera de vivir después de muertos
en la constelación que irradia Casiopea
y desde allí nuestro fuego
ilumine los universos

Y aún entonces seré el animal
que se inclina a besar los montículos
de tus caderas como dunas
en un desierto suave más allá del cielo

2

Su talle flexible era una rama que se balanceaba
sobre el montón de arena de su cadera,
y de la que cogía mi corazón frutos de fuego.

Al-Taliq, el amnistiado (1009)

Tus taludes tienen la delicadeza
de no estarse quietos
y jugar como gatitos
con las partes más inesperadas de mi cuerpo

No soy sino el sediento camello cachorro
que busca con los ojos en los labios
tus duros pechos esperando

De allí y si no cuándo
una ráfaga de mis dedos recorre al roce
tu espalda
hasta arquear la espuma firme de tus nalgas
frutos como templo

Estamos tan despiertos que parece un sueño
o una camella y su camellito
en un manantial de secretas frondas
a mitad del desierto infinito

Del libro En canto, recientemente publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León en su colección Poesía, Monterrey, 2017