Opinión
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México SA

Ochoa, neo calderonista

Impulsa discurso de odio

Autogol del priísta

D

e cómo ha avanzado la creatividad de los civilizados políticos mexicanos, especialmente en tiempos electorales, da cuenta una de las más recientes declaraciones del dirigente priísta, Enrique Ochoa Reza de Calderón: si el candidato con apodo de pez resulta ganador de los próximos comicios presidenciales, generaría crisis, desconfianza, endeudamientos, incertidumbre económica, desempleo y una devaluación de más de 10 por ciento.

¡Golazo!... en su propia cancha, porque más que una premonición sobre el futuro inquilino de Los Pinos, lo que Ochoa Reza hace es resumir el sexenio de Enrique Peña Nieto, pues a lo largo de él se ha registrado lo que ahora reclama el dirigente priísta: crisis (más de la mitad de la población se mantiene en pobreza y el desarrollo social brilla por su ausencia); desconfianza (nueve de cada 10 mexicanos desaprueba el trabajo de EPN); endeudamiento (en cinco años la deuda pública se incrementó 65 por ciento); incertidumbre económica (con Peña Nieto a duras penas la tasa promedio anual de crecimiento ha sido de 2 por ciento, con ganas de empeorar), y devaluación (la depreciación del peso supera 50 por ciento en el quinquenio). Tal vez, siendo optimistas, donde la libraría es en empleo (aunque es notoria la creciente precariedad de la mayoría de las plazas laborales registradas a lo largo de su administración).

Así, con la intención de dañar al de la casa de enfrente, a Ochoa Reza le rebota la bola y termina por romperle la dentición a su propio jefe, el inquilino de Los Pinos. Pero más allá de su notoria torpeza, resalta su creatividad (prácticamente copiar y pegar), pues su discurso actual de inmediato nos remite al proceso electoral de 2006, cuando otro salvaje recurrió al mismo truco premonitorio.

Allá por junio de 2006, en vísperas de la elección presidencial, el candidato panista Felipe Calderón denunciaba que el proyecto económico de Andrés Manuel López Obrador es insostenible, porque endeudaría más a México y generaría inflación y crisis económica como las del pasado. Su propuesta es como echarle fuego a la gasolina. En el PAN se han hecho cuentas y (para sostener tal proyecto) se tendría que recurrir al endeudamiento y después vendría la crisis económica. Las políticas que propone son un peligro para México.

Añadía que “no se le puede apostar al viejo esquema de crisis y deuda, porque de optar por esa alternativa (…) el pueblo tendrá que seguir pagando las deudas del padre irresponsable”. Y su partido, Acción Nacional, presumía que “hay formas de que México avance sin deudas… ¡Felipe Calderón te dirá cómo!”

¿Qué sucedió? Pues que, haiga sido como haiga sido, Calderón se instaló en Los Pinos y en su sexenio sucedió exactamente lo que él mismo presintió que acontecería con el proyecto insostenible de López Obrador: Felipillo endeudó mucho más a los mexicanos, y el saldo del débito público se incrementó 87 por ciento, con lo que el pueblo tendrá que seguir pagando las deudas del padre irresponsable; devaluó el peso, el desempleo creció a paso veloz y estalló la crisis (el famoso catarrito): el producto interno bruto se desplomó en una proporción no registrada desde los años 30 del siglo pasado; y, hasta ahora, su administración obtuvo el segundo peor resultado económico de los pasados 35 años, sólo superado por Miguel de la Madrid. Entonces quedó claro quién resultó ser un peligro para México.

Por cierto, en aquellos no lejanos ayeres la cúpula de la iniciativa privada, congregada en el Consejo Coordinador Empresarial, repetía en los medios electrónicos la perorata del entonces candidato Calderón y advertía que es un riesgo cambiar de rumbo, porque apostarle a algo distinto implicaría retroceso ¿En serio? ¿Retroceso para quién?

Y tan creativo resultó el nuevo PRI (con su ejército de ex gobernadores bandidos) que su dirigente se anima a presentar como novedoso (en realidad sólo repite) el sucio discurso utilizado en 2006 por el panista Felipe Calderón, con el añadido de cuidado: allí vienen los rusos y las bardas rojas chavistas (López está recibiendo apoyo en Venezuela y está recibiendo apoyo de intereses rusos, dice Ochoa Reza). Eso sí, Calderón presumió la presencia e influencia de Antonio Solá en su guerra sucia contra López Obrador. Pero 12 años después el tricolor se deslinda de otro mercenario: el –casualmente– venezolano Juan José Rendón (dijo Ochoa Reza: ese personaje no está en la precampaña; es una más de las mentiras de López, que está de-sesperado; sus propuestas han sido totalmente desacreditadas por la ciudadanía, que no quiere un salto al vacío).

Lo anterior, porque el candidato con apodo de pez exigió a PRI y PAN que aclaren si contrataron al publicista Juan José Rendón, quien recientemente anunció que utilizará todos los medios para evitar que el precandidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia triunfe en las elecciones del primero de julio. Rendón es proclive a la violencia, indicó. Pidió al Instituto Nacional Electoral investigar y llamó al presidente Enrique Peña Nieto a procurar que las elecciones sean limpias y libres por el bien de todos. Nosotros no queremos la confrontación, no queremos la violencia. Vamos a ganar de manera pacífica, con el apoyo de los ciudadanos, y vamos a cuidar las casillas para que no haya fraude electoral. Confío en que quienes contrataron a este señor expliquen cuál es su estrategia; que se transparente este asunto. Que PRI y PAN, aclaren si lo contrataron (La Jornada, Alma Muñoz).

En fin. ¿Qué sucedería si Andrés Manuel López Obrador llega a Los Pinos y pone en marcha su proyecto de nación? ¿Sucederá todo lo que panistas y priístas vaticinan desde hace más de dos décadas? Quién sabe, pero lo que sí está documentado es el rotundo fracaso de los gobiernos calderonista y peñanietista, es decir, los que aseguran que el candidato con apodo de pez es un peligro para México, cuando en los hechos han sido ellos, y algunos más, los causantes de un gran daño al país y a sus habitantes, con devaluaciones, endeudamiento creciente, falta de crecimiento y desarrollo, corrupción, impunidad, concentración del ingreso, etcétera, etcétera. Y esto no es premonición.

Las rebanadas del pastel

Cuando fue declarado ganador de las elecciones muchos pensaron que Donald Trump era un tonto, pero casi un año después de su toma de posesión, todos están convencidos de que el salvaje es un verdadero imbécil.

Twitter: @cafevega