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John Coltrane, ese chamán
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Esta toma para portada, se lee en el reverso de la fotografía original
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A Love Supreme/ John Coltrane. The Complete Masters, del sello I¡mpulse!
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de enero de 2018, p. a12

A las tres de la mañana los enfermos empeoran, los moribundos expiran, los bebés nacen y la quietud es una tiniebla rasgada por el relámpago del dolor.

John William Coltrane cargó desde su natal Hamlet una dramaturgia shakesperiana que culminó cuando abandonó el muy joven cuerpo físico, 41 años después, luego de trazar una curva dramática: la huella del ave fénix.

Antes de su epifanía, el joven Coltrane era un potro salvaje: la viva imagen de Charlie Parker, cuyo modelo siguió fielmente: trataba de tocar el sax como el ave, Bird, se atascaba de heroína y whisky barato, tal como hacía su héroe; se tragó el mundo a puños, con la diferencia de una decisión: mientras Bird, Parker, terminó identificado en el acta de defunción como un octagenario, a los 35 años de edad, Coltrane paró el tren: el alcohol y la heroína no sirven para estimular la creatividad artística; todo mata: las ideas, la coherencia, las personas, recapacitó Coltrane, y emprendió el viaje más peligroso de su existencia: se aventó de cabeza al fondo del averno.

Sin asistencia médica, se encerró en su casa, modesta, inhospitalaria, a curarse de la adicción letal, simplemente cortando de tajo la inducción y estuvo a punto de morir. Vomitaba sangre, aullaba de dolor, alucinaba horrores indescriptibles incluso para Dante Alighieri y Arthur Rimbaud. Cada tres de la mañana, durante tres semanas, despertaba al vecindario con aullidos.

Las tres de la mañana es buena hora para escuchar tres discos flamantes, flameantes: A Love Supreme/ John Coltrane.

Fue quizás el eco de un aullido, pero luego de reseñar un disco de Coltrane, unos días después resonó una frase en el ambiente, como si alguien dijera: acude en este instante a la tienda de discos, hay algo para ti.

Hipnotizado, el autor del Disquero tomó un taxi, entró a la tienda y una señorita sonriente lo estaba esperando: ¿Busca algo en especial?, y como el interfecto no buscaba en realidad nada, una voz le dijo, desde esa nada: “Sí, señorita, busco un disco que se llama A Love Supreme, de John Coltrane”. ¡El disco que apenas había reseñado:

https://goo.gl/mRFDNH

What the fuck!

Ah, justamente nos acaba de llegar una edición especial, de tres discos, en vinyl, dijo la señorita de la tienda y mostró lo que a continuación sonó en la sala de redacción del Disquero:

A Love Supreme / John Coltrane. The Complete Masters, del sello I¡mpulse!, en increíble sonido Stereo A-77, se llama la nueva joya de la corona.

Se trata, dirían los mayéuticos y los mayestáticos y los admiradores de los antiguos mayas: como su nombre lo indica, de Los Másters Completos, los materiales previos a la edición de todo disco, entre cuyas cualidades figura, de manera mágica, el sonido poderoso de los instrumentos en la sala de grabación, tal cual, como si ocurriera por primera vez.

Esos materiales completos del día entero que tomaron los músicos en grabar A Love Supreme, es, como dirían ahora los clásicos de mi barrio, lo que viene siendo, el borrador del disco como lo conocemos.

Y como suele suceder al autor del Disquero, el borrador le gusta más que el original, así como de repente no sabe si le gustan más los conciertos o los ensayos de esos conciertos.

Esos materiales, ese álbum triple, es, ahora intervienen otros clásicos, también muy de barrio: “lo que le venimos manejando, ire, damita, caballero, ire”, en esta ocasión, ire, como novedad discográfica, para la novia, para el novio, para la sobrina, para el sobrino y para que no lo ande pagando a su precio comercial, le venimos manejando otros formatos: iTunes, Apple Music, Spotify, Deezer…

y en todos ellos viene calado, viene probado: el Disquero ya probó este disco triple en esos formatos y se escucha, ahora interviene un tecnicismo oriundo de Harvard: pocamadre.

Así que no importa que el novio, la novia, el sobrino, la sobrina, digo, usted, posea o no una tornamesa en casa. Ire, digo, escuche, gracias a la magia de la tecnología que nos pone todo peladito y en la boca (no intervino ningún lingüista tepiteño en esta ocasión) y podemos proceder, como diría Jack Ese, no hay otro Jack: por partes:

El track 7. Los tres discos son adictivos. Pero el track 7 es un embrujo. No deja de sonar, ni en el tornamesa ni en los otros formatos ni, sobre todo, en la mente: en el track 7 confluyen los dos temas centrales de la composición que escribió John Coltrane luego de emerger del mismísimo fondo del infierno.

A Love Supreme es el resultado de un encuentro con uno mismo. El amor supremo. El amor incondicional.

A Love Supreme es la obra más importante de John Coltrane, dicho por él mismo de diferentes maneras: en sus siguientes discos puso en vida las enseñanzas budistas que dominó sin necesidad de decirnos, en ningún momento: soy budista.

Hablan por sí solos los títulos de sus composiciones luego de su epifanía, por ejemplo, sus álbumes titulados con toda obviedad Meditations y First Meditations (el budismo consiste en sentarse en y meditar, y nada más): Love. Compassion (la compasión es el eje del budismo: el amor incondicional, el ponerse en el lugar del otro, entender al otro, y no significa lástima como equivocadamente se piensa en el imaginario colectivo). Joy. Consequences. Serenity.

A Love Supreme es una meditación, con todas las de la ley.

El track 7 va más allá: una serie de mantras conduce al éxtasis, a la epifanía; recuerda, entre otros estados del alma, el canto del chamán wixárrika que nos elevó hace unas semanas apenas junto a otro chamán wirra y el maestro (budista, por cierto) Philip Glass en el Claustro de Sor Juana. Entabla diálogo con otras dimensiones, nos permite irnos lejos sin dejar el piso, flotar, dejar el mundo sin dejar de estar en el mundo, perderse en la mirada del otro para encontrarse.

La escucha incesante días enteros, amaneceres, noches al volante en la ciudad quieta, el tornamesa dando vueltas y vueltas, la mente quieta, el alma en calma, el amor, supremo.

Sucede que vivimos algo tan intenso y mágico como si hubiese comenzado hace mucho tiempo y fluye. Natural, limpio, sencillo.

Luego de calcinarse el alma en el infierno, John Coltrane flotó para escribir una música que aún está por ser entendida por la suficiente cantidad de personas como para que la sociedad, la especie humana, sea mejor. Pero él ya puso en sonidos el camino. Se puso en el inicio del camino. Él, que ya tenía camino muy avanzado.

Con este álbum triple con efectos mágicos, John Coltrane confirma, comparte, nos ennoblece con su música que dice sencillamente lo siguiente pero flotando en lo sublime: el Amor es el valor Supremo.

OM AH HUM VAJRA GURU PADME SIDHI HUM.

John Coltrane/ A Love Supreme. The Complete Masters.

Namasté.

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