ice un proverbio chino que para emprender un largo camino lo más importante es dar el primer paso. Hace unas semanas parecía que la situación en la península coreana evolucionaba sin freno hacia una catástrofe de magnitud incalculable. Sin embargo, la rama de olivo tendida a Corea del Sur por Kim Yong-un, líder de Corea del Norte, a principios de año, tuvo una rápida y positiva acogida de su homólogo Moon Jae-in, y la reunión propuesta para discutir los pormenores de la participación de una delegación del norte en los Juegos Olímpicos de invierno, organizados por Seúl, tuvo lugar a nivel de ministros exactamente en la fecha y lugar propuestos: 9 de enero en la aldea de Panmunjom, dentro de la zona desmilitarizada que divide a las dos Coreas.
Aparte de acordarse la asistencia de una nutrida representación del norte a los juegos, también se decidió reiniciar las pláticas entre militares de ambas partes y restablecer la línea de comunicación militar de urgencia que las une. En 12 horas de pláticas, según informa Asia Times, quién sabe qué otros temas hayan sido abordados. Según esta fuente, el único desacuerdo fue la negativa del norte a hablar de la desnuclearización. Es natural que así sea. Aunque la desnuclearización, no del norte, sino de toda la península es altamente deseable, necesaria y uno de los objetivos de una negociación; a largo plazo todavía es muy temprano para abordar el asunto. Estados Unidos tiene armas nucleares en Corea del Sur y es muy difícil imaginar que Pyonyang acepte tratar el tema si no se incluye también en la agenda la retirada de esas armas y plenas garantías de seguridad.
No hay duda de que Corea del Norte fue empujada a una situación límite, dados los incumplimientos por Washington de los acuerdos pactados cuando hubo diálogos entre ambos sin que los imperialistas depusieran sus amenazas e intentos de chantaje.
Se puede estar o no de acuerdo con la solución asumida por el liderazgo norcoreano de desarrollar un programa de armas nucleares con fines defensivos. Derecho a hacerlo tenía, pues nadie puede impedir que un país severamente amenazado ejerza el derecho a la defensa. El problema radica en el grave peligro que la posesión del arma atómica implica para la seguridad y la integridad de un país subdesarrollado y la apocalíptica amenaza para la paz y la supervivencia humana que puede llegar a significar el que se vea en la necesidad de usarla, pues una guerra atómica, por defensiva que sea, no tiene límites geográficos. Por otro lado, está el consenso logrado por el Movimiento de Países No Alineados a este respecto, un consenso que representa a la gran mayoría del tercer mundo del que forma parte tangible y muy importante la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y adoptada en la II Cumbre de la Celac, celebrada en La Habana, que se adhiere a la promoción de la desnuclearización.
Pero Pyonyang, que optó en su momento por esta alternativa, pisó el acelerador a la vista de las agresiones a Irak, Libia y Siria. En este empeño ha empleado ingentes recursos naturales y humanos, ha incluido el programa nuclear en su Constitución, y únicamente después de un proceso de creación de confianza, pasos serios de distensión y de un plan que garantice su soberanía e integridad territorial es que parecería posible acordar los términos de la desnuclearización de la península, una propuesta en que están de acuerdo China y Rusia, quienes, por cierto, han mostrado su beneplácito por este primer contacto. Estados Unidos, con reparos, ha hecho lo mismo.
Entre los desarrollos positivos que han traído estos hechos está la disposición expresada por Moon de sostener una cumbre con su homólogo Kim y el criterio manifestado en la conferencia de prensa de principio de año en cuanto que Seúl podría reducir las sanciones a Corea del Norte durante los juegos de invierno, lo que podría referirse a una eventual reapertura del parque industrial de Kaesom, cerrado por el anterior gobierno sudcoreano. En esta instalación trabajaban unos 50 mil obreros del norte. Moon aseveró que siempre que la presión internacional aumenta, sube la tensión entre las dos Coreas.
La reapertura de Kaeson podría ser todo un símbolo de una solución conjunta intercoreana a la actual situación en la península, acompañada por garantes aceptables para las dos partes.
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