En la corrida 8, bravo encierro de la ganadería de San Marcos
Martes 2 de enero de 2018, p. a27
En la octava corrida de la temporada 2017-18, celebrada ayer lunes en la Plaza México, se repitió la discreta asistencia de la tarde del 25 de diciembre pasado, en la que dos diestros hidrocálidos se la jugaron en serio, recordándole al escaso y afortunado público el concepto de rivalidad torera bien entendida ante reses exigentes, no manos a mano mitoteros con toritos de la ilusión.
Paréntesis: haber depositado durante 15 años el toreo a caballo de México en un solo hombre, Pablo Hermoso de Mendoza, gracias a las sumisas y dependientes empresas que no supieron poner límite a las múltiples imposiciones del navarro, ha perjudicado tanto al toreo de a pie como al toreo a caballo, contra lo que digan sus incondicionales pajecitos. ¿Por qué? Primero, porque a Hermoso en tan prolongado lapso nadie, ni empresas ni gremios, lo obligó a alternar con jóvenes toreros mexicanos de a pie, para los que habría sido un gran apoyo en su de por sí dificultosa evolución, y segundo, porque al negarse a alternar también con los buenos rejoneadores del país, a los que incluso ha sacado de carteles anunciados, estorbó la evolución y posicionamiento de aquéllos. Así, el sano desarrollo del toreo en México, a pie y a caballo, fue entorpecido con la anuencia de todos. Además, Hermoso tiene aquí un próspero negocio de cría y doma de caballos de rejoneo y su hijo Guillermo se dispone a relevarlo.
Ayer partieron plaza los rejoneadores Emiliano Gamero –Ciudad de México, 34 años de edad, seis de alternativa y 16 tardes en 2017–, Luis Pimentel –Huamantla, 37 años, dos de matador y 14 corridas el año pasado– y Sebastián Torre –San Luis Potosí, 25 de edad, seis tardes en 2017 y aún sin alternativa–, que se las vieron con un bien presentado y en general bravo encierro de la ganadería jalisciense de San Marcos, correctamente despuntados, no mutilados de sus pitones como acostumbra el citado llenaplazas, así como los Forcados de Mazatlán, grupo formado en 1987, y los Forcados Amadores de Alcochete, Portugal, creado en 1971.
Gamero, que llevaba una buena racha, se quedó sin su primero por exceso de castigo y cinco banderillas a una mano. Citando muy en corto, los lusitanos lograron una deslucida pero meritoria pega o inmovilizar al toro a cuerpo limpio. A su segundo le dejó un solo rejón de castigo, templó muy bien al hilo de las tablas, colocó banderillas desiguales y pinchó en dos ocasiones. Los forcados mazatlecos hicieron la pega al primer intento gracias a que el forcado de cara pudo sujetarse una eternidad en el embroque. Entre división de opiniones, Gamero dio vuelta con el forcado.
Al huamantleco Luis Pimentel le pesó la plaza. Poco acertado con los fierros con su primero, no acabó de reunirse con un toro poco emotivo, pinchó y escuchó un aviso. Lo mejor corrió a cargo del encastado cabo del grupo mazatleco, René Tirado –hay apellidos con casta–, que tras fallido intento por falta de coordinación de las ayudas, consiguió una segunda pega espectacular y el público lo obligó a recorrer el anillo. Con su segundo, Pimentel estuvo algo más acertado aunque tardó en tomarle la distancia. Mató mal y se dio una vuelta con el forcado portugués.
Sebastián Torre exhibió una monta elegante y un buen dominio de sus cabalgaduras junto a su poco rodaje y cuando estuvo a punto de cortar la oreja de su segundo, malogró su labor con cuatro golpes de descabello. Lujosas cuadras de bellísimos caballos con sonoros nombres y crines lucidamente trenzadas, pero…