e termina el año 2017 y aún se ven, se sienten y se escuchan las resonancias de la celebración del centenario de la independencia de la República de Finlandia. En el ámbito cultural de esta efeméride ha sido posible confirmar, por si hiciera falta, la gran cercanía de muchos artistas y creadores finlandeses con la impactante naturaleza de su país.
Entre las muy numerosas muestras de esa cercanía, por ejemplo, las pinturas de Akseli Gallen-Kallela, los poemas sinfónicos de Jean Sibelius, las novelas de Frans Eemil Sillänpäa o los diseños de Tapio Wirkkala. A estos y muchos otros nombres es posible añadir el de la notable fotógrafa finlandesa Meeri Koutaniemi, quien hace unos días estuvo en Ciudad de México para inaugurar dos exposiciones de su trabajo.
La primera de ellas, montada en la Fundación Sebastián, lleva por título Las ocho estaciones. Está formada por otros tantos retratos en los que la fotógrafa sintetiza los rostros de algunos habitantes de Kuusamo, su ciudad natal, con paisajes de los alrededores. El resultado, formalmente sencillo a pesar de las técnicas digitales empleadas, es una interesante dialéctica visual (y conceptual) entre lo humano y lo natural, una dialéctica que en Finlandia tiene una importancia capital que atraviesa como un esqueleto o hilo conductor toda la historia del país, desde su texto mitológico fundacional, el Kalevala, hasta la aguda conciencia ambientalista de la Finlandia contemporánea. Si son ocho estaciones es porque Meeri Koutaniemi ha decidido representar las cuatro estaciones tradicionales más otras cuatro que podrían llamarse estaciones mixtas: verano otoñal, invierno primaveral, etcétera.
La segunda muestra del trabajo de Koutaniemi está instalada en las rejas de Chapultepec (a la altura del Museo Tamayo) como parte de una colectiva que incluye también fotografías de Lars Kastilan y Tomi Parkkonen, con el título Finlandia 100 años: sociedad en armonía con el medio ambiente. Mientras que las técnicamente eficaces fotos de Kastilan y Parkkonen se perciben más como descriptivas y enunciativas del tema señalado, las de Meeri Koutaniemi tienen un sentido más profundo y, como suele ocurrir en todo su trabajo, más humanista. Sus 14 fotos incluidas en esta muestra forman parte de la serie titulada Findians, en la que la destacada fotógrafa explora la fusión genética, cultural y social de un grupo de finlandeses que se mezclaron con las comunidades indígenas del estado de Minnesota en Estados Unidos. Con una penetrante mirada que combina elegantemente lo antropológico con lo cotidiano, los paisajes con sus habitantes, sus ritos y su parafernalia, Koutaniemi trasciende la mera representación iconográfica de sus sujetos, dándoles un perfil profundo y cercano al espectador.
Pero más interesante aún son las memorables series fotográficas que Meeri Koutaniemi ha dedicado a temas sociales importantes, urgentes y universales, tratados con un comprometido enfoque humanista y, a la vez, femenino. Tal es el caso de Taken, sobre la mutilación genital femenina en África; Haunted, sobre el exilio de la comunidad rohingya en Myanmar; Bonded Hope, sobre sirvientas niñas en Nepal; Inner Sight, sobre los incontables millones de personas ciegas que habitan en el África subsahariana, y Oasis, sobre un refugio para personas mayas VIH positivas en Conkal, Yucatán. Además de estos potentes y expresivos trabajos fotográficos, Koutaniemi ha dejado una interesante huella en el cine, en filmes que ciertamente vale la pena ver: Lämpö, Oasis y Voces de El Alto. En estos y otros trabajos de la reconocida fotógrafa finlandesa se perciben con claridad los dos asuntos principales en los que ha concentrado su pensamiento creativo: la identidad y los derechos humanos. Además de su trabajo personal sobre estos y otros asuntos, Meeri Koutaniemi realiza una labor más amplia de divulgación de la fotografía, como cofundadora de dos interesantes agencias fotográficas emergentes, Echo en Italia, y el Colectivo Once en Finlandia.
Las dos muestras del trabajo fotográfico de Meeri Koutaniemi aquí reseñadas se podrán ver hasta finales de enero.