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Bajo la lupa

Los evangelistas blancos trumpianos después del sexocidio electoral de Alabama

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Un manifestante palestino usa una honda para arrojar un cartucho de gas lacrimógeno hacia los soldados israelíes, durante los enfrentamientos en la frontera israelí con GazaFoto Ap
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o cuajó la insensatez evangelista de Trump: el trueque de Jerusalén por Alabama (https://goo.gl/y94wUU).

En medio de su apoteósico triunfo del recorte impositivo (Tax bill) –que afectará como a nadie al “México neoliberal itamita (https://goo.gl/QTiWzL)”–, Trump sufre una doble derrota: 1. A nivel doméstico, con el descalabro de Roy Moore del Partido Republicano (PR) en Alabama; y 2. A nivel global, con el repudio de la aplastante mayoría de los países de la ONU a su reconocimiento de Jerusalén como capital fake de Israel (https://goo.gl/1UBgRB).

La guerra civil de EU, que no se atreve a pronunciar su nombre, se ha degradado a niveles escatológicos (en su doble sentido etimológico) y hoy el sexocidio electoral es usado como arma expedita para decapitar a los adversarios en sus puntos vulnerables: en Hollywood, contra los aliados israelíes del Partido Demócrata (PD), vinculados al megaespeculador George Soros (https://goo.gl/cBBXKY), y en Alabama, donde sucumbió el evangelista trumpiano Moore.

El 80 por ciento de los evangelistas –en especial los jóvenes desempleados blancos– se volcó por Trump en el Cinturón Bíblico (Bible Belt) y en el Cinturón Industrial (Rust Belt).

La derrota del anterior juez Moore en Alabama, bastión de los evangelistas blancos, significó un tremendo golpe para la agenda de Steve Bannon, ideólogo de Trump, de cara a las elecciones intermedias de 2018.

Se habla más de la derrota del evangelista Moore de 70 años que del triunfo por un estrecho margen de 1.5 por ciento del demócrata Doug Jones de 63 años del PD, quien contó con el masivo apoyo de los afroestadunidenses seguidores de Obama.

Desde hace 31 años un demócrata no descolgaba una senaduría en Alabama. Sin rodeos: Obama superó a Trump en su bastión de Alabama.

Casi 30 por ciento de los blancos no evangelistas votaron contra el juez Moore, quien representaba el Viejo Testamento, mientras Jones lo era por el Nuevo Testamento, según una metáfora del The Washington Post.

La demografía racial de Alabama expresa con mayor nitidez la derrota de los blancos evangelistas trumpianos (https://goo.gl/mwydRZ): 69.3 por ciento blancos y 26.8 por ciento afroestadunidenses cuando sólo salió a votar 37 por ciento del padrón electoral (https://goo.gl/gNpXPa), lo cual denota que los segundos votaron en forma masiva frente a la displicencia y/o rechazo de los primeros debido, quizá, al sexocidio electoral de Moore, acusado de acosar a menores de edad cuando tenía 30 años. ¡Que memoria después de 40 años!

El 96 por ciento (¡súper-sic!) de los afroestadunidenses que se volcaron en las urnas votaron por el demócrata Jones.

El portal Breitbart que dirige Steve Bannon acusó a los israelí-estadunidenses George Soros y Chuck Schumer (líder newyorkino de la minoría demócrata en el Senado) de haber financiado al triunfador Jones (https://goo.gl/CGyEBH).

No es ningún secreto señalar que Soros financia a grupos de choque afro-estadunidenses, además de Black Lives Matters (BLM), no precisamente por filantropía, sino para avanzar su agenda globalista mediante la vilipendiada Open Society Foundation.

El desaire electoral de los evangelistas blancos al polémico Moore llevó a que el Post, portavoz del establishment, conjeture que “después de Trump y Moore, algunos evangelistas encuentran su etiqueta muy tóxica para usar (https://goo.gl/vNpEkn)”.

Sucede que, desde la mayoría moral en la etapa de Reagan, el término evangelista se ha vuelto sinónimo de los blancos del PR.

Según el Post, los evangelistas constituyen una inmensa proporción de la población estadunidense, alrededor de la cuarta parte del país, pese a su declinación demográfica en la pasada década que va de 2 por ciento a 6 por ciento.

Según el historiador británico David Bebbington, la fe evangelista comporta 4 características: 1. Obediencia a la Biblia como última autoridad, 2. Creencia en el sacrificio de Jesús en la cruz como fuente de salvación, 3. Necesidad de una experiencia de conversión personal de renacimiento (born-again), y 4. Trabajar para difundir el Evangelio.

Los cristianos afro-estadunidenses, quienes comparten tales característica, no usan el término evangelista para describirse a sí mismos, debido a la asociación histórica y moderna con el supremacismo, conservadurismo y el PR.

Los evangelistas blancos tienden a oponerse vehementemente el aborto y el matrimonio del mismo sexo, pero no necesariamente están de acuerdo en temas como el cambio climático o la política fiscal.

Hoy las motivaciones de los votantes afroestadunidenses versan sobre el encarcelamiento masivo, el sistema estatal educativo desfavorable y una mentalidad que los considera como ciudadanos de segunda clase. Quizá su mayor motivación era propinarle una derrota a Trump mediante su clon electoral Moore.

El día siguiente de la derrota del evangelista blanco Moore, el reverendo evangelista y legislador Dan Johnson de Kentucky, acusado de provocar sexualmente a una adolescente en una fiesta de Año Nuevo en 2013, se suicidó (https://goo.gl/CR84WG). Su viuda Rebecca fustigó el “linchamiento high tech”.

El reverendo Johnson manejaba una agenda a favor de la portación de armas y se declaró patriota contra el aborto.

El Papa (sic) Johnson desplegaba un coro portando armas de fuego en su parroquia (https://goo.gl/wSXLZB).

A juicio de Aaron Blake del Post, la derrota del PR en Alabama “no parece ser un momento decisivo (https://goo.gl/bGVqVk)”, ya que sólo 41 por ciento de los republicanos están inclinados a creer a las acusadoras mujeres contra los hombres prominentes (sic).

Stephen E. Strang, fundador de la Editorial cristiana (sic) Charisma Media y autor de “ Dios y Donald Trump (https://goo.gl/ePQ6U2)”, arguye que los cristianos creen en la redención y el perdón, así que están dispuestos a otorgar una oportunidad a Donald Trump.

En una encuesta realizada por Pew Research Center el pasado 4 de diciembre –8 días antes de la elección senatorial en Alabama–, la aprobación de Trump entre los “protestantes evangelistas blancos había caído a 61 por ciento del 78 por ciento en febrero (https://goo.gl/XyzZos)” ¡Una abrupta caída de 11 puntos en menos de un año!

Vale la pena recordar que los escándalos sexuales de los tele-evangelistas Jim Bakker y Jimmy Swaggart en la década de los 80 afectó relativamente a los evangelistas blancos protestantes del PR, quienes se volcaron ayer por Reagan y hoy por Trump.

Timothy Keller, reverendo presbiteriano de Nueva York, pregunta si la marca evangelista podrá “sobrevivir a Donald Trump y a Moore (https://goo.gl/BWJvEs)”.La realidad la conoceremos en las elecciones intermedias en noviembre entrante.

El desafío hoy del PR se centra en la ascendente desafección de las zonas urbanas. Pero tiene a su favor la guerra civil interna del PD, entre el ala neoliberal –Obama y los Clinton– y los antiglobalistas hoy en ascenso, Bernie Sanders y Elizabeth Warren.

Pero el más grave problema del PR y su segmento reinante de los supremacistas blancos trumpianos es su declinación demográfica frente a los mexicanos, hoy palestinizados (https://goo.gl/etgShK): “El fin de los cristianos blancos estadunidenses (https://goo.gl/RLvTnA)”.

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