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Negocios y Empresas

Llegó la reforma fiscal

U

no de los grandes problemas del gobierno mexicano es que va a la retaguardia de las decisiones que se toman a escala mundial. Ahora, la reforma fiscal en Estados Unidos nos agarra totalmente desprevenidos y el gobierno mexicano no sabe qué hacer.

En lugar de reaccionar en concordancia con lo que sucede a escala internacional, José Antonio González Anaya, secretario de Hacienda, decidió mantener el impuesto sobre la renta (ISR) sin cambio alguno para tratar de evitar que aumente el déficit público. Sin embargo, al volverse más competitiva la estructura fiscal en Estados Unidos, los capitales tenderán a migrar a dicho país y precisamente el resultado será el incremento del déficit.

Hay que considerar que en Estados Unidos no sólo disminuirá el impuesto a las empresas de 35 por ciento a 21 por ciento, sino que también bajará el impuesto a las personas físicas de 39.6 a 37 por ciento. En total se espera una reducción de impuestos cercana a 1.5 billones de dólares en los próximos 10 años, y el mayor volumen de estos recursos irá a parar a las empresas que decidan invertir en esa nación.

Si en México se mantiene el ISR sin cambios, el estímulo a las nuevas inversiones será nulo y no sólo bajará la llegada de nuevos capitales, sino que además disminuirá la recaudación de las empresas extranjeras ya establecidas debido a que sin necesidad de desmantelar fábricas pueden cambiar la dirección fiscal a Estados Unidos, lo cual se permite por los tratados contra la doble tributación.

A lo anterior hay que sumar la problemática que se presenta en México en un año electoral, en el que el gobierno de Enrique Peña Nieto necesita gastar mucho dinero, tanto en forma transparente como por debajo del agua, para tratar de que el PRI se mantenga en el poder. En estas condiciones, será muy difícil que se tomen medidas adecuadas para bajar o cuando menos mantener el mismo nivel de gasto público.

Por la situación descrita y a pesar de lo que diga González Anaya, el déficit público se incrementará durante el próximo año, y lo más probable es que se repita el círculo vicioso de mayor deuda, mayor inflación, mayor depreciación del peso y pérdida de confianza en México. Más vale prepararse para un año muy difícil en materia económica.