A menos de un año para concluir este sexenio, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (Inea) aún debe cumplir con la meta de sacar del analfabetismo y del rezago educativo a 7 millones de mexicanos mayores de 15 años de edad, como se comprometió.

Podríamos quedarnos a muy poco de alcanzar la cifra, reconoció su director general, Mauricio López Velázquez, al igual que con el objetivo de bajar a menos de 4 por ciento la población que no sabe leer ni escribir.

En entrevista destacó que antes de concluir la actual administración dejaremos una visión del Inea a mediano y largo plazo, que incluye el fortalecimiento de los programas educativos para atender a cinco grupos distintos de educandos con necesida-des específicas.

Entre ellos, explicó, los adultos mayores, a través de nuevos materiales didácticos deno-minados La palabra y la experiencia, grupos indígenas y adultos jóvenes que no estudian ni trabajan.

En su visión de lo que debe ser el Inea en la próxima década, López Velázquez reconoce que no sólo se requiere invertir más recursos, sino consolidar la infraestructura instalada para atender el rezago educativo de más 30 millones de mexicanos, entre los cuales, casi 5 millones aún no saben leer ni escribir. Tenemos que adaptar al instituto. Ya lo visibilizamos a partir del quinto eje de la reforma educativa en su estrategia de equidad e inclusión, lo que se debe expresar en mayores recursos, pero también en más infraestructura, para que el Inea no tenga 2 mil 600 plazas, sino 3 mil 500 y que las nuevas se creen donde hay rezago, sostuvo.

Para 2018 se presentarán los 10 ejes centrales del Inea para el siglo XXI, y se retomará el tema de la alfabetización, pero se incluirá el modelo de educación indígena bilingüe, que actualmente, dijo, se ofrece en 117 variantes de 63 lenguas nativas.

Celia Solís Sánchez, coordinadora Académica, destacó que uno de los grandes desafíos es la atención en adquisición de la lectura y la escritura en las personas adultas, que lleva más de un año. No es un proceso de cuatro, seis u ocho meses, porque lo que buscamos garantizar es que la apropiación de la lectura sea tal que le permita al educando mantener este conocimiento en su vida cotidiana. Por ello, explicó, se crearon materiales especializados para adultos mayores que incluyen libros de lectura y ejercicios con aspectos comunes.