no de los álbumes más sorpresivos de 2017, es el cuarto de estudio de la banda neoyorquina LCD Soundsystem, American Dream, con el loquillo de James Murphy a la cabeza, no sólo porque desde 2011 había declarado su retiro tras tres exitosos y divertidos álbumes, sino porque a pesar de haber vuelto a los escenarios en 2016 (el Corona Capital fue parte de ese regreso), el grupo tenía bien guardado que fuera a editar un nuevo disco. Sorpresivo también por el sonido un tanto más oscuro que trae ahora, luego de cinco años de receso (aunque Murphy seguía trabajando, ya como productor del aplaudido Reflektor (2013) de Arcade Fire, haciendo un remix especial para la canción Love is lost (2013) de David Bowie, a petición del mismo, o haciendo scores para filmes, entre otras inquietas monadas.

Así, para este disco, Murphy y compañía guardaron la gran bola de espejos que los caracteriza desde su debut homónimo en 2005, no porque hayan dejado de ser bailables, sino porque su ánimo dejó de ser meramente festivo, para pasar a ser más melancólico y sombrío, sin por ello abandonar el beat incisivo ni la esperanza armónica, luminosa. Si bien desde que surgió este combo se le ubica como un proyecto que deja el corazón en la pista de baile, con sentidas letras en torno a la amistad, la pérdida y la pesada existencia, en American Dream (título por demás irónico) acentúan sus heridas, con la voz característica del productor de marras: una curiosa mezcla de letras platicadas que a veces recuerda a David Byrne cantando/recitando cuando estaba con los Talking Heads, además de frecuentes falsetes sensibles y sentimentalismo sincero. Sin dejar su estilo de banda de rock haciendo música para bailar, LCD se mueve de su zona de confort, al recurrir a una propuesta menos obvia, sin abandonar su voz propia, a pesar de echar mano de talantes clásicos: synth pop ochentero de atasque sintetizador, post punk de guitarras eléctricas y baterías enloquecidas, harto funkies, y aún bastante toque dance-punk, sin sonar pasado de moda, sino ahora un poco más cyber; ese perfil retro-futuro que no deja de fascinarnos desde mediados de los dosmiles.

De esta forma, con un plato en apariencia sencillo de electro-rock introspectivo, pero más denso de lo que parece, que nos lleva a bailar más hacia dentro de la mente, LCD Soundsystem sigue siendo un favorito actual de los oídos alternos que gustan de danzar con lágrimas en los ojos. Muy buen regreso. De las producciones pop más aplaudidas del año.

Posada punk-surf-yeyé. 01800-PERREO. Cruda Navi-Dark. Tropikal Forever

Viernes 22. 1. Posada punk-surf-yeyé con muy buen talento local: Viv & the Sect, Kira, Las Navajas, Ugly Miss Piggy, Los Calambres, Espectroplasma, Telekrimen, Los Magníficos. Multiforo Alicia (Cuauhtémoc 91-A, Roma). 20 horas, $80. 2. 01-800-PERREO. Fiesta de ironía trap-hip-hop-reguetonera con Pedrolito, Cat Scratcho y Trillhouse, en Montenegro (Insurgentes 222, Roma), 22 horas, $100. 3. Funhouse party. Techno incisivo local con André VII, Ramiro Puente, Martín Parra, Koscoy, B2B y El Día. Bahía Bar (Tolsá 36, Juárez), 22 horas, $50 (después de medianoche, $100). 4. De Nueva York, el electro-groove del diyéi Duane Harriott; de México, el electro-rock en vivo de Tamacú. Departamento (Álvaro Obregón 154, Roma). 21 horas, $100. 5. La electro-cumbia kitsch para reír y gozar, de Tropikal Forever. Imperial (Álvaro Obregón 293, Condesa). 22 horas, $200.

Sábado 23. 1. La Cruda Navidark. Noche gótica con los diyéis Nor Energy, Lord Fer, Manolo Calavera, Gotham, entre otros; en vivo: Nina Hologram. Dirty Sound (Chapultepec 60, Doctores). 20 horas, $50. 2. El magnífico diyéi y productor chileno Matías Aguayo, encabeza una noche de house-tech fino y jocoso, para mover el esqueleto. De México, Mijo y André VII. 3. Más electrónica: desde Argentina, electro-dance con Veneno; de México, Julps. Departamento (dirección citada). 21 horas, $100. 4. Velada techno y trance con: Cid Project, Petissa Lancome, Sampler, Astro, entre otros. Bizarro (Yucatán 10, Roma). 22 horas, entrada libre.

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