Sábado 16 de diciembre de 2017, p. a16
En los estantes de novedades discográficas esplende un eco.
On air, se titula el nuevo disco de la mejor banda de rock desde aquel entonces: The Rolling Stones.
Nuevo disco porque acaba de editarse, prensarse y puesto a circular. Nuevo también porque incluye ocho piezas que nunca grabaron en disco. Flamante porque ofrece un retrato vívido de una banda que todos conocen pero pocos los han escuchado con el radar de la historia. Flameante porque es un álbum doble lleno de vigor, rudeza, la primitiva energía que los mantiene en lo alto, On air.
He aquí 32 tracks registrados en vivo en estudios de grabación radiofónicos y televisivos entre 1963 y 1965, justo en el conteo regresivo de ignición desde su primer disco sencillo, con el tema Come on, hasta la joya de la corona (válgase la ironía en eco al título de uno de los mejores discos de los Stones: Their Satanic Majesties Request), el mejor corte de los dos discos de On air: una versión contundente, la mejor en el gusto del Disquero, de la emblemática Satisfaction, grabada semanas antes de que la documentaran en disco, como la conocíamos hasta el momento.
Ese sonido duro, seco, contundente, sucio, revolcado, mugriento, vibrante y apasionado, es lo que mantiene a la melomanía del lado moridor. Ese es el sonido Stones.
El segundo mejor corte de estos dos discos, es el último: track 14 del disco dos: 2120 South Michigan Avenue, grabado el 31 de octubre de 1964 y es uno de los inéditos del álbum y es una llamarada que crece, crece, crece y nos traga enteros, enteritos, convulsionados por el chicotazo del bajo de Bill Wyman, los chasquidos en los sucios tambores de Charlie Watts, los alaridos de la armónica y guitarra simultáneas del príncipe Stone: el maese, ángel caído Brian Jones; la sabiduría del jovenazo y ya todo un magister Keith Richards templando el agua con relámpagos de lujuria, todos bajo el embrujo silente de Mick Jagger, armado de pandero, lanza de Lancelot, y el Grial en su mirada.
Curioso, ahora que mencionamos la rola titulada 2120 South Michigan Avenue, viene a mente otro título numérico: 12 x 5, el segundo álbum de Sus Satanísimas, donde recogen piezas que estaban sueltas y que ahora recogió la BBC, para publicar On air, que se articula de manera consecuente con el disco anterior, es decir, del año pasado, de Susata: Blue and Lonesome, que el Disquero, atrevido como es, se lanzó y argumentó para calificarlo como el mejor de toda la carrera loca de las Piedras que Ruedan.
Acabo de releer la reseña de Blue and lonesome que publicó La Jornada hace casi exactamente un año, el 17 de diciembre de 2016, y refrendo todas y cada una de sus palabras:
Es más, aquí les convido la pieza de ese álbum que me embrujó de por vida:
On air, el álbum doble que hoy nos ocupa, es el germen, embrión, pavesa, alpha de ese gran omega, pues cuando Keith Richards dijo, hace un año, que Blue and Lonesome lo hicieron en 50 años pero lo grabaron en tres días, se refería precisamente a su devoción por el blues, blús, bluuuuusss, en su formato vigoroso de rhythm and blues y en el más difundido de sus formatos: los deliciosos rocanrolitos que pueblan el aire On air.
Esta novedad discográfica nos deja, también, resultantes varias, entre ellas y dada la calidad de grabación que permite escuchar cada guiño, cada arruga, todo recoveco, resulta evidente, por si alguien tuviese duda, que la pérdida más importante en la vida de las Piedras, es la salida, harto como estaba de ellos, del bajista Bill Wyman, quien es la proa, la vela y estribor de toda esa etapa inicial y que no ha sido reparada tal ausencia, aunque Daryl Jones ya es todo un Rolling Stone reconocido, pero su sonido es básicamente funky. El bajo de Wyman es el prodigio al aire On air.
Otra baja obvia: Brian Jones, ese silogismo que se arma así: Brian Jones es a The Rolling Stones como Syd Barrett es a Pink Floyd.
Por cierto, cuando Susata comenzaron a dar toquines aquí, allá y en todas partes, todavía no subía al trono de los tambores Su Graciosa Charlie Watts. Su debut ocurrió en momento crucial, justo cuando tocaron en vivo la versión de Satisfaction que pasa a ser la favorita del Disquero, por encima de la que utilizó Francis Ford Coppola en su Apocalypse Now.
On air registra entonces lo seminal de Las Piedras, para que la historia se encargue de recordarnos que en 1963, cuando ellos irrumpieron en nuestras vidas y la cambiaron para siempre, otro cuasi adolescente nos cimbró, también de por vida: Robert Zimmerman, quien bajo el nombre de Bob Dylan grabó en ese año la primera de sus obras maestras, el álbum The Freewheelin’, que reúne por igual el lugar común que confunde a muchos: Blowin’in the wind, y las gestas que preferimos los estonianos irredentos: Masters of War y A hard rains a-Gonna Fall, por las que le concederían, frente al rasgar de vestiduras de los exquisitos (lo dicho, para amar la música de los Stones, hay que ser un mugriento cronopio suelto en el aire, On air), el Premio Nobel de Literatura años más tarde, merced a la revolución cultural que está armando en Estocolmo la bellísima eminencia Sara Danius.
Los testimonios que recoge On air resultan incluso divertidos. El booklet incluye una carta que modosamente redactaron Las Piedras para que los altos (algunos de ellos eran chaparritos, pero en fin) ejecutivos de la BBC tuvieran a bien incluirlos en su programación de conciertos Al aire, On air.
Dice al calce, la epístola, dispara: “Nuestra política (literal: policy) musical consiste simplemente en producir un auténtico sonido Chicago con rhythm and blues, con materiales de los grandes maestros, como Muddy Waters, Howlin’Wolf, Bo Diddley y Jimmy Reed, entre ellos”. Los de corbata y pelo corto se tardaron meses en contestarles, hasta que los audicionaron
y mediante modosa carta los mandaron al carajo. Guatafoc.
Sin embargo, lo de las Piedras era rodar y más temprano que tarde terminaron en los estudios de grabación de la tele, atendidos por ejecutivos y edecanes que no lograron convencerlos de que se sometieran a una bonita sesión de maquillaje y corte de pelo, para que salieran presentables
al aire, On air. Guatafoc.
La historia quiere que ahora tengamos en nuestra mano izquierda, la más cercana a nuestro corazón, un ejemplar del disco Blue and Lonesome, y en la derecha uno de On air.
Los ponemos a sonar.
Y flotamos, into the air.