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Presentó en Managua Ya nadie llora por mí, su novela más reciente publicada por Alfaguara

Si Nicaragua dejara de ser como es, perderían los escritores: Sergio Ramírez

El ganador del Premio Cervantes de 2017, sólo recibió silencio del gobierno de su país natal

 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de diciembre de 2017, p. 4

Managua.

Con lleno total en uno de los auditorios más grandes de Managua el escritor Sergio Ramírez, Premio Miguel de Cervantes 2017, presentó su más reciente novela Ya nadie llora por mí, que recrea aspectos de la Nicaragua actual como los abusos de poder, la censura y el deterioro de los derechos humanos.

Ramírez (Masatepe, 1942) se convirtió el pasado 16 de noviembre en el primer centroamericano en ganar el Premio Cervantes, en medio del júbilo de escritores y artistas iberoamericanos y el absoluto silencio del gobierno que preside Daniel Ortega, quien fue su compañero de luchas revolucionarias hace más de 40 años.

La noticia del Premio Cervantes no mereció siquiera una línea en los casi 20 medios de prensa manejados por el gobierno, que considera al ex vicepresidente un traidor desde que a mediados de los años 90 del siglo pasado fundó el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) junto a otros conocidos intelectuales y ex guerrilleros.

El silencio oficial no es algo que disminuya el premio ni me afecte personalmente. La respuesta del país ha sido muy calurosa, muy cariñosa y ha despertado el orgullo de que Nicaragua haya ganado el Cervantes, dijo Ramírez en reciente entrevista con Dpa.

Homenaje a Tulita, esposa del autor de Adiós muchachos

La novela policiaca Ya nadie llora por mí, publicada hace un mes por Alfaguara, se presentó la noche del jueves ante casi 500 poetas, escritores, políticos, catedráticos y jóvenes en el Aula Magna de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), a la que Ramírez llamó mi universidad de adopción.

La UCA me adoptó como a los huérfanos que se quedan sin universidad, dijo en evidente alusión a la estatal Universidad Nacional Autónoma de León, donde en 1964 se graduó de abogado y en 2009 se le prohibió la entrada.

Ramírez llegó en esa ocasión a León para presentar El cielo llora por mí, primera de esta saga de novela negra, pero autoridades de la universidad proclives a Ortega colocaron una manta en la puerta repudiando su visita por traidor, pelele y vendepatria.

Son fuerzas cavernarias que matan la inteligencia, que quieren ver libros en la hoguera, comentó entonces el autor de Adiós muchachos. Daniel Ortega había retornado al poder dos años antes.

Foto
En la historia de mis premios, el primero que recibí fue Gertrudis Guerrero, Tulita (su esposa), dijo emocionado Sergio Ramírez (Masatepe, 1942) de su compañera desde hace 53 años. En la imagen, el colaborador de La Jornada con algunas de sus obras, captado en Managua el pasado 17 de noviembreFoto Afp

Antes de la presentación del libro, la UCA también rindió tributo a su ex alumna Gertrudis Guerrero, Tulita, esposa de Ramírez e igualmente ovacionada. El jesuita José Idiáquez, rector de la universidad, les entregó una garza esculpida en cerámica blanca, obra del sacerdote poeta Ernesto Cardenal.

En la historia de mis premios, el primero que recibí fue ella, dijo emocionado Ramírez de su compañera desde hace 53 años.

A la presentación asistieron las poetas Gioconda Belli y Michelle Najlis, diplomáticos europeos, periodistas críticos como Carlos Fernando Chamorro, hijo de la ex presidenta Violeta Barrios (1990-1996), así como la defensora de derechos humanos Vilma Núñez, a quien Ramírez incluyó entre los personajes de su nueva novela.

Mediante su gran protagonista, la ex inspector de policía Dolores Morales, hoy detective privado cincuentón, la obra aborda temas como la censura de prensa, los fraudes electorales y el uso de las redes sociales en la denuncia de feminicidios y abusos de poder, enlazados todos como un reflejo de la realidad, dijo el autor.

Pero esta no es una novela de denuncia ni he intentado presentar una visión didáctica o pedagógica de la realidad. Como novelista sólo puedo describir el paisaje del país, que el lector haga su propia lectura y saque sus propias conclusiones, aclaró.

Refleja a través de personajes extravagantes al país que tengo en mi memoria, que es lo que leo a diario en los periódicos, las conversaciones que tengo, mi observación directa de Nicaragua.

Uno no puede crear una Arcadia donde no existe, dijo.

Consultado por el público cómo sería escribir sobre un país diferente, Ramírez dijo que la realidad ofrece situaciones y personajes tan interesantes, que “si Nicaragua dejara de ser como es, ganaría el ciudadano, pero perdería el escritor.

Una novela sobre un país donde las elecciones fueran limpias y la justicia funcionara bien sería aburridísima, y yo tendría que buscar otra forma de ganarme la vida, ironizó.