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San Luis Potosí El jaripeo tradicional Marisol Montoya González El jaripeo es un espectáculo charro-taurino propio de México que surge y se conforma como resultado de la llegada del ganado mayor que trajeron los españoles, y el trato que tenían los rancheros con los animales, especialmente con el toro y el caballo. El campo mexicano fue el lienzo que atestiguó las primeras faenas de esos hombres valientes. Con el tiempo, el jaripeo se volvió parte de las fiestas tradicionales de cada pueblo y en la actualidad podemos encontrar un sin número de matices de esta fiesta en todo el país. San Luis Potosí es tierra de jaripeos con más de 80 años de tradición. Los aficionados atribuyen el surgimiento de esta tradición a las localidades del cañón, en la región media del estado. El jaripeo se celebra en el marco de las fiestas patronales, a las que, sin importar el día, acuden docenas de personas. Sabemos que las fiestas sirven para reafirmar identidades, fortalecer relaciones al interior y al exterior, además de conocer las formas en como se articulan los actores a través de prácticas religiosas, de actividades económicas y políticas. El jaripeo expone el juego entre la vida y la muerte. La organización de un jaripeo supone un modo particular de delegar deberes, en las localidades de la región media existen dos formas de organización: a través de un mayordomo o de la formación de un comité exclusivo, en los dos casos la presencia de migrantes es fundamental, puesto que fungen como el motor de financiamiento de estas fiestas. Los organizadores deben gestionar la música, la corrida de toros, el animador, los jinetes, los permisos ante el ayuntamiento, el contrato con la empresa cervecera, el sonido, la seguridad, etcétera. Vale la pena mencionar que los organizadores se valen de los lazos de compadrazgo que han formado con personas de otras localidades para que acudan a su ayuda, tal es el caso de los hombres de a caballo o terna de lazadores. Un jaripeo tradicional, como lo llaman, se celebra un día después de la fiesta patronal y se realiza en el ruedo de la localidad. En toda la región encontramos más de 100 ruedos que son exclusivos para dicho espectáculo. En el pueblo las calles se adornan con guías de colores y las casas albergan a los familiares que estuvieron ausentes. Mientras tanto, en el ruedo al calor del sol y la diversidad de botanas a cargo de Mr. Fritangas y la Güera, la gente comienza a llegar para apartar su lugar, el sonido Terra ameniza el evento y el animador anuncia que ya va a iniciar el jaripeo. Las reinas del jaripeo representan la parte femenina y pura de la fiesta; se trata de tres o cuatro jóvenes que recién han cumplido los quince años. Ser una reina indica reconocimiento social e implica una presentación ante la sociedad, equivalente a la fiesta de los quince años. Las reinas entran montadas en sus caballos luciendo sus largos y coloridos vestidos, saludando al estilo charro. Van acompañadas de una docena de hombres a caballo y de una banda de viento que toca la canción “el herradero”. Dan una vuelta completa al ruedo para después ir al centro y llamar a los jinetes para la presentación. La presentación es simple, en ella llaman a todos los participantes: jinetes, organizadores, payasos de rodeo, lazadores y en algunas ocasiones a los ganaderos. Este momento es el más solemne y llenó de religiosidad, puesto que el animador recita la oración del jinete, la oración deja en claro la delgada línea que existe entre la vida y la muerte. Los jinetes son las estrellas del jaripeo; visten con chaparreras anchas al estilo cowboy y de colores brillantes, su rival a vencer son los toros que se presentan con los nombres más temibles como “el alma negra” de San José de Gallinas. Espuelas, pretal, agilidad y valentía son la combinación perfecta para montar un toro y brindar el mejor espectáculo para los aficionados que se dieron cita. A lo largo de la tarde las personas disfrutan de más de 30 montas, entre caídas y buenos lazos por parte de los de a caballo, así como de la audacia de los payasos de rodeo que auxilian a los jinetes. El jaripeo tradicional en San Luis Potosí es una forma de vida, se aprende desde chico, cuando en el corral de la casa los niños juegan montando los becerros. Para los migrantes es una forma de seguir perteneciendo a su pueblo. Es el evento del año, ideal para interactuar con los vecinos de otras localidades, reforzar lazos al interior de las familias y para los más jóvenes es una oportunidad para conseguir pareja o bien para huir con la misma. Además, el jaripeo es una fuente importante de ingresos para docenas de familias comerciantes.
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