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Fiestas, mitos y crisis del maíz Fermín Ledesma Domínguez Doctorante en Desarrollo Rural Universidad Autónoma Metropolitana- Xochimilco [email protected]
El maíz juega un papel central en la construcción de mitos, fiestas y ritualidades como una forma de representar la cosmovisión y los saberes indígenas de Mesoamérica. En particular entre los zoques -asentados en el sur de México- el maíz, no sólo adquiere un carácter alimentario, sino que, trasciende al plano simbólico, que, entre otras cosas, permite configurar la identidad, los lazos de parentesco, reciprocidad y cooperación pese a la amenaza que representa el avance de la agroindustria y el monocultivo sobre los pueblos indígenas. Los zoques Los zoques son una cultura milenaria que se desarrolló en los actuales estados del sur. Ellos desarrollaron el uso del tecomate, crearon cacicazgos simples y avanzados y fueron los primeros en domesticar el maíz en Mesoamérica, de ahí que el arqueólogo Thomas A. Lee los nombrara los Mojk ayas o Mokayas (hombres de maíz). Los zoques se hacen llamar Ore Püt / Ore Yomo, que significa hombres de palabra / mujeres de palabra. A raíz de la colonización española, los zoques comenzaron a sufrir procesos de explotación y hambruna que impactaron severamente a la población. El censo episcopal de 1798 encontró que varios pueblos habían desaparecido y otros se habían reducido a aldeas familiares. Para los siglos posteriores, los zoques fueron empujados a colonizar las montañas más agrestes del sur; quedaron dispersos y territorialmente fragmentados en la sierra de Tabasco; el sur de Veracruz, la selva Chimalapas de Oaxaca y el norte de Chiapas, lugares donde enfrentaron el proceso de des-indianización para incorporarlos al proyecto del Estado post-revolucionario, en particular con la política anti-clerical y “desfanatizadora” de Tomás Garrido Canabal, impulsada desde Tabasco hacia la década de 1930. Los zoques y el maíz Los zoques configuran tres dimensiones de uso y apropiación del maíz: alimentario, medicinal y simbólico. En un primer momento, los zoques equiparan el desarrollo del maíz y de otras plantas con las etapas del desarrollo humano. Por ejemplo, los zoques de Chapultenango denominan Mojk Une (maíz tierno) el lugar donde la milpa apenas está creciendo. Esta visión es muy cercana a los popolucas del sur de Veracruz, quienes cuentan los relatos de Homshuk, considerado el dios del maíz, tradición oral que pone de manifiesto la transformación del maíz en un ser humano como interpretación mitológica de la domesticación del grano en el mundo mesoamericano. El uso inmediato del maíz entre los zoques es alimentario, que incluye: ane (tortilla), anyeky (tamal), waye ujkuy (pozol), tsaka tzaku (memela), tsejk anda yaken (tortilla de frijol o gruesa), waye juri (atole) y pore (pinol), que generalmente procesan las mujeres para consumo de toda la familia. En el plano medicinal, los zoques usan el maíz rojo para confeccionar una pulsera que cura de “ojo” a los recién nacidos, o para preparar un atole para la diarrea. El pelo del elote se usa para curar problemas en las vías urinarias o como infusión; en otros casos, el joloche del maíz rojo (hojas del elote) se usa para ensalmar a alguien enfermo de espanto o para contrarrestar el mal de la envidia. Fiestas y mitos en torno al maíz El maíz aparece también en forma de mitos para explicar el origen del grano, la escasez y como una divinidad femenina. Así, los zoques popolucas del sur de Veracruz cuentan el relato de Homshuk, un niño que se transforma en huevo, luego en maíz y finalmente en un dios, para explicar los ciclos del grano y de la vida. Los campesinos mayores de Chapultenango cuentan dos mitos: el primero relata la batalla que libra una hormiga para impedir que un cangrejo obtenga maíz almacenado en una cueva cuando el pueblo sufre escasez de maíz a causa de que un hombre maltrató a una mujer ; la otra historia se relaciona con la adquisición del color rojo de la mazorca, donde el grano del maíz se convierte en mujer, interpretado así por los campesinos a partir del pelaje de color amarillo en el maíz rojo, que representa a la virgen maría. Otra práctica simbólica que gira en torno al maíz entre los zoques se refiere a la siembra, que se manifiesta en forma de fiestas y danzas. En febrero, antes del inicio del ciclo agrícola se lleva a cabo la danza del tzuntyi etze, que practican principalmente los zoques de Chapultenango. La danza clama por un periodo de abundantes cosechas de maíz. El tzuntyi etze se prepara desde el primer día de febrero con la pedida de semillas de maíz a cada familia de la comunidad, para repartirlas a los pobladores el día de la danza. En Nuevo Francisco León, los zoques reasentados de la Selva Lacandona llevan a cabo, junto con choles y tzeltales la fiesta del elote cada 13 de agosto como una forma simbólica de agradecimiento a la tierra por la abundante cosecha y para pedir mejores cosechas en el próximo ciclo.
La siembra del maíz posibilita reforzar relaciones de intercambio, reciprocidad, cohesión y parentesco dentro de la comunidad sobre todo en áreas donde predomina la siembra de autoconsumo, hecho que ocurre mediante el intercambio de semillas o préstamos de granos en épocas difíciles. El favor puede prolongarse hasta con el préstamo de una porción de tierra cuando alguno de ellos no tiene para sembrar maíz, siempre y cuando, el grano sea el mismo que ha pedido prestado. En Rayón gran parte de los milperos recurre a la ayuda de un hermano, primos, tíos o compadres para ayudar en la siembra, sobre todo cuando la cantidad rebasa los más de 5 kilos. Estas prácticas permiten la conservación del maíz criollo. Crisis milpera Con la modernización de la agricultura mexicana, cuya cara más conocida es la revolución verde, la siembra del maíz entre los zoques comenzó a ser amenazada en su biodiversidad como sistema de policultivo, al reducirse miles de hectáreas de siembra por la inundación de más de 30 mil hectáreas de tierras durante la construcción de las presas Chicoasén, Malpaso y Peñitas, de 1960 a 1980. La crisis del maíz en el área zoque de Chiapas se ha acentuado con la reducción de la superficie sembrada: en el año 2001 alcanzaba 31,474 hectáreas y pasó a 26,241 en 2011, es decir, se perdieron 5 mil hectáreas en una década, principalmente en los municipios de Ocotepec, Ostuacán, Coapilla y Tecpatán. Hoy un campesino zoque siembra maíz en un promedio de 1 hectárea cuando antes sembrada de 3 a 5 hectáreas. Las tierras donde se han dejado de sembrar maíz pasaron a formar parte de extensos potreros para la introducción de ganado. Reflexiones Desde la percepción campesina hay una evidente crisis en el campo que se expresa en pérdida de conocimiento ancestral y domesticación del maíz. El maíz y todo el sistema cultural que gira en torno a él se encuentra amenazado por la introducción de políticas que incentivan la productividad y los rendimientos crecientes mediante el avance del monocultivo y la adopción de paquetes tecnológicos. Los propios campesinos reconocen que en el plano simbólico se manifiesta una disminución de la transmisión oral de los mitos y leyendas que anteriormente hacían posible comprender el mundo zoqueano para marcar sus diferencias con respecto a otros grupos étnicos del norte de Chiapas, pero a la vez, se reconfiguran nuevas historias que posibilitan reinterpretar el presente y el futuro de la agricultura.
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