Viernes 15 de diciembre de 2017, p. 5
Volar es el título de la más reciente novela de la colombiana Yolanda Reyes, dirigida al público infantil, ilustrada por José Rosero.
Es la historia de una singular conversación entre dos generaciones: un niño de unos 10 años, a quien le gustan los aviones, y la señora feroz
, mujer cuyo pasado y experiencias se conocerán en el devenir de la plática.
Publicado por el Fondo de Cultura Económica, en su colección A la orilla del viento, Volar es también la historia de un viaje compartido en el que los personajes reflexionan sobre su presente y enfrentan sus miedos. Los dos hablan sobre temas complejos como el secuestro, el divorcio y los aviones
.
El pequeño Juan Diego viaja solo de regreso a su casa para encontrarse con su madre, luego de haber pasado sus vacaciones con su padre, pues éstos están separados. Ella, que no se sabe de dónde viene, regresa a Colombia después de mucho tiempo para dar una conferencia sobre la memoria, los conflictos armados y la paz.
De acuerdo con la autora, la trama del libro aparentemente sencilla, tiene muchas capas. Es una amena conversación entre dos generaciones que tiene que ver con la historia reciente de Colombia y que los adultos no hemos platicado mucho con los pequeños. Durante el viaje se sabrá que ella estuvo en la selva y vuelve a ese país. Es una mujer con miedo de regresar
.
Espantapájaros, iniciativa para formar lectores desde la infancia
Como directora del proyecto Espantapájaros, dedicado a la formación de lectores desde la infancia, Reyes opina de la literatura infantil. Hemos descubierto que los niños pueden entender la complejidad de las circunstancias existenciales, también discursos con más de una lectura o más de una interpretación
.
Ellos son muy inteligentes, añadió, pero también siento que dan lo que tú les pides. Los niños también pueden ser superficiales, banales, si saben que son tratados de manera superficial o banal
.
Las innovadoras tecnologías, sostiene, les proporcionan nuevas posibilidades para pensar, todo un desafío escolar en un sentido cognitivo, pero también los adultos necesitan generar otros tiempos para otro tipo de discursos o conversaciones que impliquen mirarse a los ojos, hablar de una persona a otra. Ahí siento que los niños no tienen esos espacios y la literatura infantil llenaría ese hueco de comunicación
.