eo la fotografía de EPN en la primera plana de nuestro periódico, del pasado 2 de diciembre: la encarnación del PRI: frente a sus funcionarios y empleados, EPN posa victorioso con típico gesto echeverrista, pero más acentuado: ambos brazos estirados hacia sus flancos, las manos a la altura de los hombros, las palmas de las manos vueltas hacia arriba: una pose y una teatralidad gestual reservada en exclusiva para los presidentes priístas. Veo esa imagen, pero leo una contorsión fatua y grotesca que no pasa por la conciencia del actor. Una imagen que no guarda ningún parecido con la realidad mexicana.
La misma contorsión que el PRI entero y su candidato han representado a partir del cabalístico 27 de noviembre, en un plano extensivo, placeando a Meade en las casas políticas de los priístas. Escalofriante mundo bananero, que nos asestan unos presuntos modernos neoliberales; mundo divorciado, absolutamente, hace varias décadas, del estado en que se encuentra el país, con sus espantosas matazones; con sus imparables feminicidios y víctimas de trata; con su corrupción inmensa e invencible; con un Fobaproa que los millennials pagarán hasta su muerte; con una desigualdad social inadmisible e inhumana, creada por los políticos del viejo PRI, y acrecentada sin término por los modernos panpriístas neoliberales de hoy.
Estos son los que tienen el avieso propósito de conservar el poder a cualquier precio. Utilizarán todo, el dinero público en primer lugar, pero dispondrán de una Ley de Seguridad Interior para ser usada por EPN cuando quiera. Ni una micra de este inmenso mundo deshumanizado puede ser borrado por el tono terso de Meade; aún más, ha sido llevado al camino de la Presidencia para que continúe sin ver la montaña de detritos que pasó frente a sus ojos en las secretarías de Desarrollo Social y en la de Hacienda. No vio los horrores en que participó Rosario Robles. No se enteró desde Hacienda de Javier Duarte, y de muchos gobernadores priístas más; no se enteró de La estafa maestra, nada supo de Odebrecht…; este despistado señor dice que va a combatir la corrupción…
México no puede detenerse y mucho menos retroceder
, dijo EPN el pasado viernes; debe consolidarse lo que juntos hemos alcanzado
. ¿Qué ha significado la ampliación inverosímil de la desigualdad social y el crecimiento de la exclusión?: retroceder. ¿Qué ha sido la pérdida de la paz social y de la seguridad pública?: retroceder. ¿Qué ha sido para los mexicanos tener encima al sexenio más corrupto de la historia?: retroceder. ¿Qué ha sido entregar a los banqueros la empequeñecida soberanía nacional?: retroceder. ¿Quiénes han construido tamaño retroceso?: esos juntos
aludidos por EPN; los mil 500 funcionarios cautivos por los gestos, poses y palabras de EPN, y sus aliados/beneficiarios privados.
Qué clase de despistado es uno que dice: Creo que dentro de ellos (los priístas que habían sido mencionados como precandidatos), el PRI como lo ha hecho siempre, con un gran compromiso con México, habrá de seleccionar a quien tenga las mejores condiciones para la competencia que se habrá de enfrentar y, sobre todo, que le ofrezca a México lo que hoy el país está demandando; entonces, no se despisten, el PRI no elige candidato a partir de elogios o de aplausos entre los varios miembros que hay en sus filas
(EPN, 22 de noviembre). Y el despistado se despistó más y no pudo seleccionar de entre las filas priístas a ninguno que tuviera las mejores condiciones para la competencia que habrá de enfrentar
: ¿esta élite política panpriísta debe continuar gobernando
?
Más allá del 1%, el presupuesto público de la Federación es el más valioso instrumento con que (no) cuenta la inmensa mayoría de los mexicanos. ¿Esa élite impresentable debe continuar adueñada del presupuesto?
Esa élite ha saqueado el presupuesto. Con el presupuesto, cobran fortunas los ministros de la Corte, los diputados y senadores, los funcionarios del Ejecutivo; con el presupuesto han cometido los peores actos de corrupción que se conozcan. Y con el presupuesto también han cometido el austericidio institucionalizado. Y con ese mismo instrumento han entregado la escasa soberanía del país.
Esa élite inventó la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LPRH), afinada
por última vez en 2015. Esa ley reglamenta los artículos 74 fracción cuarta, 75, 126, 127 y 134 de la Constitución Política. En esta ley está el sustento básico de la política neoliberal en marcha: definiciones, principios y disposiciones que los neoliberales creen que es el deber ser único de la conducción estatal.
Se pregona la privatización como sinónimo de modernización
, eficientización
y saneamiento de las finanzas públicas
. El párrafo cuarto del artículo 17 de la LPRH dispone el número de ejercicios fiscales y las acciones requeridas para que [el] déficit sea eliminado y se restablezca el equilibrio presupuestario
; y queda instalado así el mundo del gran dinero como el único mundo con derecho a existir.
Estas disposiciones fueron hechas por la élite política panpriísta antimexicana para satisfacer los designios de las agencias calificadoras, es decir, para satisfacer los intereses y, en consecuencia, las disposiciones de los grandes bancos internacionales, contra los intereses del pueblo de México.
Meade ha dicho sin ambages que representa la continuidad del panpriísmo, es decir, de la dirección neoliberal de la economía. Y con la más feroz de las desigualdades sociales que el neoliberalismo reproduce, Meade cree que México será una potencia.
La élite política antimexicana, ahora meadista, debe marcharse.