Rodeado por mil 500 funcionarios de alto y medio nivel que integran la esfera de la burocracia gubernamental, el presidente Enrique Peña Nieto celebró los cinco años al frente de la administración federal. Sobre los secretarios de Estado, subsecretarios, directores generales convocados al patio central de Palacio Nacional destacó la escultura del Pegaso, con su intrínseco significado: valor, inteligencia y prudencia, obra del artista Humberto Peraza.

En el acto, el Presidente echó de menos a dos personajes clave para su gobierno, los secretarios Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso.

Del primero se dijo que fue porque atendió encargos del Ejecutivo y el segundo está de viaje.

El acto tuvo como colofón una serie de congratulaciones y saludos efusivos de funcionarios de alto nivel para con el mandatario.

La ex perredista, atraída al gobierno federal de extracción priísta, Rosario Robles Berlanga, esperó ansiosa que al final del discurso presidencial, Peña Nieto se le acercara para saludarla.

Cuando el mandatario estuvo frente de ella, la cuestionada titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano se prendió de éste en el abrazo más efusivo de la tarde, en respuesta Enrique Peña le prodigó palabras de reconocimiento que fueron escuchadas por el sonriente Aurelio Nuño.

Especialmente afectuoso fue el mandatario con el secretario de Salud, José Narro Robles. El ex rector y Peña Nieto se abrazaron y conversaron cordialmente.

También la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, fue halagada por su trabajo en esa dependencia.

El nuevo secretario de Hacienda, José Antonio González –en los terrenos que conoce tan bien–, no sólo fue saludado con aprecio por el Presidente. Cuanto asistente a la ceremonia se le paraba enfrente le saludaba con el insustituible: Cómo está, señor secretario, felicidades.

Ahí, entre los altos mandos de la administración federal también circularon personajes que conocen las entrañas del poder desde hace décadas: José Carreño Carlón, Jacques Rogozinski, el hijo de Miguel de la Madrid Hurtado, Enrique de la Madrid. Todos ellos al lado sur del patio central de Palacio, donde siempre sobresale en vuelo el Pegaso, y con él las tres virtudes que representa.