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2018, año cargado de destino
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un año de hoy estaremos estrenando Presidente de la República, terminando así una etapa electoral y el inacabable plazo de interregno julio-diciembre. Cualquier estratega de café advertirá que en ese plazo vendrán tumultos políticos, revelaciones y agresiones vergonzosas, propuesta inalcanzables y a veces ridículas, denuncias por supuestos delitos electorales. El telón de fondo, la realidad cotidiana, presentará un clima de incertidumbre, una economía popular en continuado quebranto, y sí, también un acelerado deterioro de la seguridad pública, la incapacidad de la justicia para procesarla y una comunidad internacional recelosa del futuro mexicano. Nadie augura un año de paz pública ni de prosperidad social. Como colofón se verá pasar el cadáver político del régimen actual.

En las campañas habrá temas tan obvios que todos los candidatos los agotarán y se manifestarán comprometidos a muerte en su atención absoluta, aunque frecuentemente omitirán el decir cómo. Las campañas para senadores y diputados federales, además del triunfo de sus candidatos, tendrán un fin inexplícito que es formar un Congreso de mayoría sometida al Presidente. El democrático gobierno bifurcado desde 1997 demostró tener serias disfunciones. El PRI sudará para referirse a la corrupción y a la democracia.

Lamentablemente habrá asuntos que nadie tocará, como el respeto a vetustos dogmas, o lo harán sólo de manera retórica, comodona pero que siendo serias amenazas a la subsistencia y promoción del México que deseamos, no deben mantenerse en la opacidad, son de suma gravedad. Sin ser todos, destacan: 1. Desarrollo demográfico descontrolado a partir del año 2000 por motivaciones religiosas de los presidentes, principalmente el de clases que no tienen acceso a información o insumos preventivos. Nuestro mediocre desarrollo nunca dará lo suficiente para proveer a esos sectores sociales de lo que tienen derecho: una vida digna. 2. Concomitante con el anterior es la desigualdad económica que somete a la mitad de la población a vivir en la pobreza. 53.4 millones de personas o sea 43.6 % según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval 2016). 3. Rediseñar las misiones, características, modos y medios de acción de las fuerzas armadas que el país hoy demanda ante realidades insoslayables que les exigirán cada día más. Las policías de numerosos niveles y especialidades profesionales, para desarrollarse a suficiencia, relevar a quizá 50 mil militares, con un programa que hoy no existe, lo harían en no menos de 20 años, ¿y mientras? 4. Reconocimiento al derecho a ejercer sus preferencias sexuales y aborto. 5. Una política integral con relación a drogas que incluya: prevención, salud, economía y una estrategia anticrimen, con acento en dinero ilícito y tráfico de armas y cooperación internacional, que nuestro enfoque puramente bélico ha olvidado. Habrá otros asuntos siempre vedados.

La presentación de las plataformas programáticas nunca ha comprometido en esencia nada. Repiten sólo una ideología que no opera, que nadie cree, ni espera observar; se supone que ella expresará los valores que defiende y su proyecto de gobierno, pero así se cumple con la ley. Definir y comprometer un programa de gobierno con base en discursos electorales, nadie lo pretendería. Es hasta el interregno que el candidato elegido diseña y organiza su gobierno y programas, y aun así suele haber nombramientos indefendibles e ideas descabelladas que a la larga son un lastre.

La noche del primero de julio será de insomnio. Salvo que las diferencias entre el primer lugar y su alternante fueran irrefutables, hay graves riesgos de que todo termine tarde y mal en el Trife y después del largo vacío julio-diciembre, la toma de posesión quizá tuviera que darse, no ante el Congreso de la Unión, sino que mediante un acto inevitablemente encogido, se haga sólo ante el presidente de la Suprema Corte de Justicia, como lo señala el artículo 87 constitucional, reformado en agosto de 2012, ya siendo Peña Nieto presidente electo, algo les habrá preocupado. Un panorama semejante estará esa noche en la reflexión del presidente electo. Un escenario tremendo.

Ese día debe ser de esperanza para la nación, un último primero de diciembre, ya que el siguiente presidente asumirá el primero de octubre acatando al artículo 83 constitucional que será vigente entonces. Ese día que solía ser mágico, siempre alentador, después de las tan reiteradas crisis de fin de gobierno, dentro de un año será más demandante. Pedirá a su nuevo presidente que asuma la categoría de hombre de Estado, que gobierne con inteligencia, serenidad, severidad y magnificencia en sus casos, que abandone las posturas personalistas tan dañosas. Es por todo esto que 2018 será un año cargado de destino.