La hora de despertarnos juntos, obra del autor, fue presentada en el encuentro editorial
lengua muy machacada
Hay que hablar con catalanes, vascos, gallegos, cómo ven el mundo. Si no hay respeto, no funciona, afirma Kirmen Uribe (Ondarroa, País Vasco, 1970), en entrevista con La JornadaFoto Arturo Campos Cedillo
Viernes 1º de diciembre de 2017, p. 4
Guadalajara, Jal.
El escritor vasco Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970) se reconoce como integrante de una generación de autores muy del siglo XXI, que cuentan historias híbridas en las cuales conviven moldes narrativos novedosos con, en su caso, un regionalismo vasco que busca la universalidad al mismo tiempo que reivindica su lengua.
“Me interesa revitalizar una lengua que ha estado muy machacada. En esta novela (La hora de despertarnos juntos) se ve la evolución de la lengua, lo que afectó el gran agujero que supuso el franquismo y cómo después muchos artistas y escritores la retomaron, cómo en el exilio se logró que sobreviviera cuando en América Latina se publicaban libros y novelas en euskera, se daban clases de lengua vasca.
En el exilio esa lengua tuvo vida; sin aquél no se entiende cómo se mantuvo el euskera, pues recordemos que todos los intelectuales estaban exiliados
, explica.
Uribe admite que más allá del regionalismo prefiere escribir en lengua vasca porque “es muy sencilla y clara, como el japonés que gusta mucho de las frases cortas.
Mi literatura surge de esa forma de la lengua, porque en español la musicalidad es otra, es mucho más adornada, y la del euskera es más primitiva, pero al mismo tiempo muy moderna.
Respecto de las presiones autonomistas de varias regiones españolas, Kirmen Uribe afirma que el gobierno central debe aprender a dialogar antes que reprimir y siempre ver qué quiere el otro.
Hay que hablar con catalanes, vascos, gallegos, cómo ven el mundo. Si no hay respeto, no funciona. La sociedad catalana ha evolucionado de una manera, la vasca de otra, la española tal vez de otra. Además, con Internet las personas se relacionan de otra forma.
Influenciado por Emmanuel Carrère y Elena Poniatowska, la mezcla de realidad y ficción en la aún corta carrera literaria de Uribe, éste ha logrado un reconocimiento amplio con premios como el Nacional de Narrativa en España o traducciones a más de 20 lenguas de su más reciente novela, La hora de despertarnos juntos, que a un año de publicada lleva cuatro ediciones.
En entrevista con La Jornada, detalla que su incursión en formatos multimedia es con la finalidad de “liberar de fronteras la literatura; en mis novelas, el lector tiene que ser reactivo y la va completando mediante sus investigaciones.
Me gusta hablar de historias que no se habían contado, pero de un modo nuevo, del siglo XXI. Mis novelas tienen una factura de mucha velocidad, mucha información; son muy claras de lenguaje, aunque no simples.
Uribe se define como insumiso, muy libre
a la hora de escribir, en contraste incluso con su formación académica de filólogo, profesión que estudió con la intención de conocer escritores, pero me encontré muy pocos
y que ni siquiera le impregnó rigor científico, porque no soy nada riguroso, pues me invento todo
. De la novela que presenta en la FIL, su tercera, dijo que para él fue maravilloso reconstruir la vida de una persona, el flujo que se perdió o se rompió.
En este caso es como una especie de justicia poética con la crisis que sufrieron. Toda esta gente, los represores nunca fueron juzgados, pero en una novela uno hace justicia literaria. Quería contar la historia de esta mujer y de mi país.
Afirma que la obra relata no sólo la historia personal de la protagonista, sino del País Vasco durante el siglo XX, con una lectura que permite conocer y entender qué pasó en esa región del noreste español y noroeste francés.
Se cuenta no sólo el exilio, sino los años anteriores y posteriores, los de la transición en España; esta mujer va completando toda la historia vasca, española y quiero pensar que global. Es una historia real, la ficción viene a completar la verdad y se cuentan los años duros de la dictadura, una parte de nuestra historia que no se ha contado; toda esa durísima represión que hubo en los 40 y 50.