Las reformas electorales en México siempre han sido precedidas de la detección de irregularidades o de imperfecciones en comicios anteriores, desde que comenzaron a instrumentarse en 1977, señaló la magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Janine Otalora. Reconoció que las votaciones en México tienen fortalezas y debilidades, como todos los sistemas.

Durante la presentación del libro Fortalezas y debilidades del sistema electoral en México, Jaime Rivera Velázquez, consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), aseveró que la más reciente reforma en el tema ha pugnado por la semicentralización de la organización electoral y sobrecargado de responsabilidades a este instituto, lo cual ha hecho mucho más compleja su operación. Señaló que esto ha implicado absorber por ley o por atracción funciones de los organismos locales que no necesariamente tendrían que haberse hecho de forma generalizada.

Al mismo tiempo, agregó Rivera, ha producido efectos indeseables, como el inevitable crecimiento de sus estructuras administrativas y sus consecuencias presupuestales que, en contraste, no se han traducido en la reducción del costo de los institutos estatales. Señaló que esta reforma ha implicado que en muchos casos se replantee la relación INE-organismos locales de forma armoniosa, si bien ha habido excepciones en las que el instituto ha debido intervenir para corregir la eficacia o las fallas de aquellos.

El consejero presidente del entonces Instituto Federal Electoral, Luis Carlos Ugalde, señaló que la última reforma electoral patentizó el enfoque sobrerregulatorio que ha imperado y que ha producido una sobreconcentración de facultades en el INE, que ha tornado su operación demasiado compleja. Al mismo tiempo, se hicieron cambios que reproducen duplicidades de funciones y los organismos locales, en los que a veces falta claridad sobre los responsables de algunas tramos de organización.