Alcaldes y directivos de consejos locales acudieron a Monterrey
Domingo 19 de noviembre de 2017, p. 23
Monterrey, NL.
Lo más comentado en la cuarta Feria Nacional de Pueblos Mágicos no fueron las indirectas con objetivos presidenciales entre el titular de la Secretaría de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, y el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, sino un sotol chihuahuense con veneno de víbora que amansaría de un solo trago a cualquier bronco.
Todas las entidades federativas tienen al menos un pueblo mágico con excepción de la Ciudad de México, donde existe un programa similar denominado barrios mágicos. Diseñado y puesto en marcha en 2001, la marca turística Pueblos Mágicos es reconocida así por nueve de cada 10 mexicanos y hoy cuenta con 111 localidades.
Presidentes municipales y directivos de los consejos locales de pueblos mágicos –conformados por ciudadanos y empresarios– se reunieron en esta ciudad para la cuarta Feria Nacional de Pueblos Mágicos 2017, encuentro que debió efectuarse el 22 de septiembre pero fue pospuesto debido a los sismos de los días 7 y 19 de ese mes.
Las novedades en esta edición fueron la compra-venta de paquetes turísticos en cada uno de los puestos y el uso por artesanos de una aplicación para puntos de venta en teléfonos celulares.
La aplicación y sus aditamentos estuvieron disponibles dentro del Centro Internacional de Negocios (Cintermex) a un costo rebajado y en exclusiva para los participantes, de 600 a 380 pesos, y a una tasa de comisión de 4 a 2 por ciento solamente. No fue una oferta por el Buen Fin, sino un acuerdo con la empresa distribuidora de la aplicación.
Según estudios del sector privado, el uso de este tipo de tecnología puede incrementar las ventas de artesanías hasta en 30 por ciento.
Para los artesanos de Casas Grandes, Chihuahua, la novedad de venta de la aplicación les significó una oportunidad de sumarse al avance tecnológico y permitirse vender aretes de ámbar, de piedra ágata o de madera petrificada, entre otras mercancías, a través de sus teléfonos celulares. Para los clientes, una transacción de pago representó un tiempo menor de dos minutos.
En el puesto de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, pequeñas empresas ofrecieron venta de viajes reales y virtuales. En el mismo sitio, al 2x1, se vendió a 80 pesos un viaje de realidad virtual a dos pueblos mágicos. Sin oferta, el viaje de realidad virtual era a un solo pueblo.
Otros productos a la venta incluyeron nieves de Salvatierra, Guanajuato, a 15 pesos el vaso más pequeño, y vestidos para escaramuzas charras de Villa del Carbón, estado de México, confeccionados a la medida.
La empresa Gurú Viajero dio regalos sorpresa de acuerdo con una ruleta.
La feria promovió la degustación de cervezas artesanales, hoy en boga, producidas en pueblos mágicos como Atlixco, Puebla, con la marca Don Goyo, en su tipo porter, o Nuevo León, con Propaganda Hipster Joe (así es la marca), Propaganda Wunder Lager o Belisco. Tlaxcala ofreció la marca Río Grande.
Pero la sensación en degustaciones fue el sotol apache con veneno de víbora, de Casas Grandes, Chihuahua. Un solo vasito de una cucharada sopera y media, a 10 pesos, bastaba para que el visitante a la feria pudiera alcanzar un Buen Fin en Monterrey y en cualquier ciudad más.
El sotol era servido desde un contenedor de cristal de unos 10 litros y dentro del cual yacía la víbora en cuestión, a la usanza de una botella de mezcal con su respectivo gusanito. Pero aquí el sotol traía el reptil, o totalmente muerto o totalmente ebrio, a la imaginación del visitante.
El secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, visitó cada uno de los puestos. Sólo uno estuvo abandonado, el de Cosalá, Sinaloa, y en el de Guanajuato, el funcionario federal se animó a moldear un objeto de barro al puro estilo de la Sombra del Amor.